14. Cobarde

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Castañeé los dientes golpeando el mouse con mi bolígrafo y sintiéndome totalmente incómodo

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Castañeé los dientes golpeando el mouse con mi bolígrafo y sintiéndome totalmente incómodo. El reloj estaba corriendo demasiado lento y me hacía sentir tan cobarde.

Había pasado casi semana y media de lo del padre de Amanda y hoy tenía que ir por ellos al hospital para llevarlos a su casa. Y no podía evitar sentirme nervioso, su padre, ella y yo en el mismo coche.

Yo tenía el coche, por si fuese necesario aclararlo. Personalmente había llevado a Amanda al hospital, regresado a su casa por sus maletas para llevarlas a casa de su padre, además de hacer las compras de comida y despejar la nevera de un montón de cerveza y comida de procedencia dudosa a la que el padre de Mandy llamaba "la cena".

Y hacía todo esto simplemente porque veía cómo Mandy quería cuidar a su padre y pasar todo el tiempo del mundo con él, así que yo podía permitirme hacerle todos los favores que quisiese y que los tomara de la amplia lista de cosas que yo le debía por todo el tema de fingir ser mi novia.

Hoy era la tarea final en este aspecto. Dejaría a Mandy con su padre en casa y regresaría a mi casa en taxi luego de ser su chofer personal y guardaespaldas por más de una semana. Era hora de regresar a la realidad y dejar de pretender que fingía ser su novio. Alice no apareció, yo estaba tranquilo con eso y Amanda ahora era mi amiga más sincera.

Cuando me levanté para guardar mis cosas e irme, me encontré con la bota de Allan atravesada en el camino. Me miró con gesto amenazante y señaló mi silla.

—¿A dónde crees que vas?

—Son las cinco y cinco, me voy a casa –repliqué sin entender su despliegue de superioridad.

—Te quedas hasta tarde hoy –ladeé la cabeza y me di cuenta que el jefe estaba de malas.

—¿Por qué?

—Tu compañerita ha dejado un montón de pendientes. Termínalos.

—No ha dejado ningún pendiente –él golpeó mi mouse y señaló la pantalla.

—Dejó más de 48 horas de trabajo pendientes y no pienso pagárselas y que nadie las trabaje –me irrité de golpe.

—No es algo que debas pensar, solo debes hacerlo –repliqué entre dientes.

—No me da la gana, te quedas o estás despedido –miré la hora una vez más y suspiré.

—Esto no puede ser legal –aseguré intentando pensar antes de querer matarlo. Pero mi yo cobarde sentía deseos de sentarme a trabajar cuanto quisiese. Porque, después de todo, ¿qué más podía hacer? No conseguiría otro empleo, no tenía casi ahorros, ni dinero, ni siquiera podía contar con el pago de mis honorarios si este imbécil me despedía.

—No creo que quieras descubrirlo –me amenazó una vez más y di un paso atrás vigilando mis posibilidades cuando recordé que Amanda contaba conmigo, y que hace algunos meses que pensaba en renunciar a este trabajo mediocre para hacer mi propio negocio.

Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)Where stories live. Discover now