Capitulo 29. Mi Luno

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Adaptarse a esta nueva situación me estaba costando un poco más de lo que había pensado. Está bien, ya sabía lo que era que todos te mirarán y te respetarán. Bueno al menos un poco, ya que fui Luna o todavía lo era. Había pasado casi un año desde que desaparecí de la Manada.

Me preguntaba cómo estaría la abuela? Al menos sabía que no estaba sola y tenía una casa en la que descansar.

De la noche a la mañana había pasado de ser la enfermera de la comunidad a convertirme en su Alfa, al menos tenía a Fede a mi lado para ayudarme con los problemas que pudieran surgir.

— Señora en la calle hay unos hombres que preguntan por usted— dice uno de los chicos que hacen de guardias.

Esto es irrisorio no necesito tener guardía personal, pero tampoco quiero ser desconsiderada y mal educada.

— Hazlos pasar—

Podía haber preguntado quienes eran esos hombres y que querían. Al menos espero que no me traigan más problemas.

Tocan la puerta y doy permiso para entrar, la puerta se abre y para mí sorpresa es Caleb el que entra a mi pequeño despacho.

— Es que no piensas saludarme pequeña!—

Me levanto de la silla y me acerco con cierta vergüenza hacia él. Este nota mi estado y me atrapa entre sus fuertes brazos, apoyo mi cabeza en su pecho y busco su aroma pero no lo encuentro.

— Has perdido tu aroma?—

— No, solo lo he ocultado—

Le doy un pequeño golpe en el pecho, ahora lo entiendo todo. No es que mi olfato de loba estuviera atrofiado. Era el que lo escondía a su gusto.

El se ríe mientras aspira mi aroma.

— Te he echado mucho de menos y a mi pequeña también, dónde está?—

— Está con Isabella— respondo mirando de lado a lado para que asegurarme de que nadie me ha escuchado.

— Ya no tenéis porque preocuparos... Y ahora me vas a explicar que es eso de que ahora eres el Alfa? Cuando me fui eras solo mi Luna y ahora...—

— Es una larga historia... te molesta Caleb?—

El da un pequeño gruñido pero no dice nada más, entiendo que su orgullo puede estar un poco herido por el cambio de situación, supongo que se acostumbra.

Salimos cogidos de la mano, todo el mundo a nuestro paso me hace reverencias y eso a Caleb parece no gustarle demasiado. No porque me respeten si no porque a él lo ignoran. Él el Alfa más grande de todo Estados Unidos.

— Que se supone que soy ahora tu Lino! Porque sabes de sobra que soy un Alfa y no uno cualquiera—

— No digas sandeces...—

— Mira quién está aquí preciosa si son tus papás— dice Isabella desde la entrada de la casa.

— Gracias Isabella hoy no me puedo quedar a cenar...—

— Pero...—

— No vas a tirar nada, tengo mucho trabajo y Fede y tú necesitan pasar tiempo juntos. Me llevo la cena si me lo permites— respondo y sonrío.

Issa pasa deprisa al interior y en pocos minutos aparece con una bolsa.

Nos despedimos y camino hacia mi casa.

— Cómo que no vives con ellos?— dice mi Alfa enfadado.

— Caleb no montes dramas, no le va a pasar nada. Y tus hombres?—

— Ahora te interesan ellos— dice celoso.

— Puff, solo quería saber si tenían un sitio donde quedarse y comida— respondo cansada.

El asiente con la cabeza, le pasó a Luz y dejó que la cargué. Mientras la lleve no tendrá tiempo de pensar en bobadas.

Cenamos tranquilos, hasta que le cuento la historia de cómo me convertí en Alfa, eso lo altera en sobremanera. Sabía que pasaría, se se siente culpable de todo lo que me ha pasado y solo me quiere proteger, desgraciadamente él siempre no estará ahí para mí.

Después de bañar a Luz y mimarla en exceso le pido que acueste a la pequeña en la cama, lo hace un poquito a regañadientes pero al final lo hace.

— Pequeña no permitiré que nadie te haga daño jamás, el que se atreva a tocar un pelo de mi pequeña perderá la cabeza...—

— Vas a asustar a la niña— digo desde la puerta. El se vuelve y me hace una mueca, desde cuándo han cambiado los papeles, verlo así me produce risa.

Salimos a la pequeña sala y nos sentamos en sofá, el acorta la lejanía y me sienta sobre sus piernas. Noto como la sangre se me vuelve oro líquido. Mi pulso se acelera, solo con su cercanía me derrito.

Sus labios se acercan a los míos, su toque me enciende más de lo que podía siquiera recordar. Sus manos recorren mi cuerpo, me separo un poco y quito su camisa. Yo también quiero tocar, sus ojos cambian a dorado. El deseo y la desesperación se apodera de nosotros.

— Alfa, Alfa.. señora—

Caleb me mira mal y sigue con sus besos.

— Caleb, para tengo que atenderle puede ser algo importante—

Le tiro la camisa y me coloco la ropa, me acerco a la puerta y la abro.

— Qué es lo que pasa Juan?—

— Señora, digo Alfa está bien?—

— Si, no debéis de preocuparos siento no haber avisado de que no volvería al despacho—

Juan se marcha y cierro la puerta, no me doy cuenta y doy un buen portazo consiguiendo que mi pequeña se despierte y comience a llorar.

Caleb se levanta del sofá y va a calmar a Luz, me siento en el sofá y me quedo dormida.

" Te odio, me das asco... No me toques''

Despierto gritando, agradezco que solo fuese un sueño, a veces todavía me parece que esto no es real y que todo es producto de mi imaginación. Me cuesta pensar que mi cuerpo pueda estar allí y mi mente aquí. En un mundo en el que Caleb está a mi lado y Luz ilumina mi vida.

— Está bien mi amor solo a sido un mal sueño— dice Caleb abrazándome.

No recuerdo haberme metido en la cama, supongo que Caleb me trajo hasta aquí. Me levanto y voy al baño miró el reloj y veo que son casi las ocho de la mañana.

Preparó el desayuno y arreglo la casa, después preparó un biberón y se lo llevó a Luz. Mientras alimento a mi pequeña Caleb llega a la habitación, su semblante es serio de nuevo.

— Qué mosca te ha picado?—

— No estoy para bromas Serenety, tenemos que regresar a casa han surgido problemas...—

Destinada al AlfaWhere stories live. Discover now