Capitulo 31. Duelo a muerte

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Es extraño volver aquí y sentirme forastera, este se supone que es mi hogar y no me siento en casa...

La Manada está muy tranquila, yo diría que más de lo que podría recordar, apenas si nos hemos cruzado con un par de personas y estás han corrido despavoridas.

Caleb se marcha a casa y yo voy a ver a mi abuela. Llamo a la puerta y espero a que me abra, antes de marcharme puse la casa en venta pero no sé qué habrá pasado en mi ausencia.

— No ves que no son horas de molestar!— dice un hombre gordo rascándose el trasero.

— Lo siento, no pretendía molestar... Estoy buscando a mi...— no termino de hablar ya que soy interrumpida por ese señor.

— Perdón Luna, no la había reconocido— dice agachando la cabeza.

— No importa, sabe dónde vive mi abuela?—

— Si claro, ella vive al lado de los tenderos, está cerca pero la puedo llevar si lo desea— dice mirando fijamente al bulto que se remueve en mis brazos.

— No se preocupe, ya voy dando un paseo. Gracias y perdón por la molestia.—

El señor cierta la puerta y lo escucho gritar:

— Magda la Luna ha vuelto menudo lío se va a formar ahora...—

Aunque estoy tentada de quedarme a escuchar, este no es el momento adecuado. Me encamino hacia la pequeña tiendecita esperando ver allí a mi abuela.

— Pequeña, pero que es lo que te ha pasado!— grita mi abuela desde la puerta.

— Ya todo paso, estoy bien abuela—

— Y eso que es? No me digas que tú ya tienes...—

— Está es tu biznieta abuela, ella es Luz y antes de que preguntes ella es hija de Caleb—

Le dejo que sostenga a Luz entre sus brazos y pasamos al interior de la casa. Dentro de la estancia le relato todo lo acontecido en los últimos meses, bueno casi año. Ella no puede evitar llorar y sentirse culpable.

— Abuela, no te puedes sentir culpable de algo que no estaba en tus manos. Ahora todo está bien— respondo sonriendo.

— Tus dientes! —

Se acerca a mí y quita con cuidado el pañuelo que cubre mi cabeza.

— Tu pelo— grita horrorizada.

— Una vez que te acostumbras no se ve tan mal— respondo intentando quitar hierro al asunto.

— Bueno, mañana te llevaré al peluquero y haber que puede hacer, quizás unas extensiones puedan tapar las calvas y los dientes iremos al dentista y supongo que podrá ponerte un puente—

Ni siquiera me deja hablar, te está como siempre. Aunque me agobia con sus órdenes y directrices me encanta estar aquí de nuevo con ella.

La abuela prepara un desayuno abundante y casi me obliga a comérmelo todo.

— Abuela, gracias a la diosa no he pasado hambre—

— Pues yo te veo muy delgada cariño...—

— Abuela que es lo que ha pasado con el hermano de Caleb?— pregunto y me meto un trozo de fruta a la boca.

A la abuela le da un golpe de tos, me levanto y me ofrezco agua.

— Ese malnacido ha vuelto, ha aprovechado la ausencia del Alfa para reclamar su derecho, él es el primogénito y ya que su padre murió también debio morir la prohibición que le impuso...—

— No entiendo nada abuela, si se supone que no puede regresar que hace de nuevo aquí?—

— Yo tampoco lo entiendo, pero hay una cosa que si tengo clara. Mientras Caben ha estado fuera no había Alfa, bueno al menos uno que de verdad portará los genes de Alfa. Los lobos necesitamos un Alfa y...—

— Está bien, creo que es hora de que regrese a casa, Caleb debe de estar preocupado. Nos vemos mañana—

Me despido de la abuela y camino hasta la casa de Caleb, bueno mi casa. Solo que todavía no me acostumbro a llamarla así.

Llegó a la puerta y esta se abre de golpe. Un hombre muy parecido a Caleb sale del interior, su rostro y si físico es muy parecido a excepción que este hombre tiene los ojos negros y una cicatriz en su mejilla.

— Tu debes de ser mi cuñadita... Estoy un poco decepcionado la verdad, no entiendo cómo mi hermanito ha dejado la Manada solo por buscarte a ti...—

— Perdón— lo interrumpo levantando una ceja.

— No te ofendas, no es que no tengas un revolcón pero...—

— No sigas, no necesito escuchar nada más de ti—

Me aparto para dejarlo salir y caminó hacia el interior. Cuando estoy a su lado este me agarra fuertemente de un brazo.

— Me gustas, no tienes miedo e incluso  me desafías. Ahora veo porque le interesas a mi hermano. Cuando vuelva a ser el Alfa te dejare ser una de mis concubinas—

— Sigue soñando—

Escucho como se ríe, no me doy la vuelta sigo caminando y cierro la puerta.

La casa está igual que la recordaba, busco a Caleb pero no lo encuentro. Un idea llega a mi mente. Cierro los ojos y comienzo a escuchar con más atención. También me concentro en buscar su aroma. Subo hasta su despacho y allí está el sentado tomando una copa de licor.

— Tienes todo lo que necesitas para Luz en la habitación que hay al lado de la nuestra—

Salgo del despacho confundida pero no es el momento de decir nada, aseo a mi pequeña y la alimento. Una vez que se ha quedado dormida decido que es hora de saber lo que le inquieta.

— Siempre quisiste que fuera una Luna que se implicara, que te ayudará y que estuviese en lo bueno y en lo malo. Así que ahora me vas a decir de una maldita vez que es lo que pasa!—

— Lo siento Serenety, siento que no te ha ocurrido nada bueno desde que me conociste...—

— Caleb, no...— no entiendo porque todo el mundo trata de disculparse, las cosas pasan y punto. Nadie te puede proteger eternamente.

— Mañana al medio día se celebrará un duelo a muerte. O él o yo? Si no sobrevivo ha prometido ser indulgente con ustedes dos. Y si no quieres quedarte aquí puedes volver a España...—

— Tú te estás escuchando? Ya te estás rindiendo? No te reconozco Caleb!— digo abatida.

— No es eso, lucharé por vosotras y por la Manada hasta mi último aliento, pero él no es alguien que juegue limpio— dice con pena.

Destinada al AlfaWhere stories live. Discover now