Dos:

18 4 6
                                    

-¡En realidad, desde que te conozco me ha parecido que a veces estas fuera de ti mismo, y no lo digo de una buena forma! "Algo no anda bien con la sangre de estos tiempos", dices. ¿Qué? ¡En verdad estás loco!. –me decía Harry, enojado.

No le había parecido muy bien que no quisiese cazar "como en los viejos tiempos", ni eso ni mi mis sospechas e hipótesis sobre la calidad de nuestro alimento de esos momentos. Pues al parecer no lo había detectado en el primer sorbo, como yo esperaba.

-¡Algo está sucediendo! ¡¿Por qué te es tan difícil creerme?!

Él tan sólo cruzó sus brazos, resignado. Sin siquiera querer mirarme a los ojos.

-Creo que ya no puedes ser llamado "Hans el temible" ni ser el líder de nuestro grupo. ¡Abandonaste a otro vampiro a su suerte mientras tan sólo lo observabas! Y ahora me dices que lo hiciste por la calidad del líquido vital. ¡Eres imposible!

-Y esto ya parece una crisis matrimonial, Harry. Relájate. Sólo digo que ahora algo es diferente. Simplemente debo encontrar lo que es y resolverlo, pero sigo siendo el mismo de siempre...

Después del incidente con la policía, Harry al menos sació su hambre. Yo, por el contrario, aun no podía. A penas probé un poco, fue como si mis entrañas se revolvieran, y era muy tedioso vomitar. Por ello, decidí abstenerme hasta encontrar algo más para comer.

No teníamos dinero para comprar vegetales o frutos rojos, además, entrar vestidos así a un supermercado nos convertiría en el centro de atención, que era precisamente lo que no queríamos. Así que, tan sólo nos escondimos entre la oscuridad y al siguiente amanecer, emprendimos el viaje hacia el castillo para ver si en sus alrededores verdosos encontrábamos frutos o bayas silvestres.

Afortunadamente, sí lo hicimos. Y vaya que necesitaba comer. Mi cuerpo se sintió vivaz otra vez, capaz de hacer cualquier cosa.

Pero, al retornar al castillo y ver lo que había pasado, la energía que había ganado caería al suelo.

El lugar estaba exactamente como lo recordaba. Lleno de gente que, incluso antes que yo mismo, me percibía como un líder o un hermano.

Entré como un victorioso a la sala central, donde solíamos realizar todas nuestras reuniones.

Y allí, vi a alguien más sentado en el trono que yo solía usar.

Al verme, un silencio casi perpetuo selló el ambiente y el misterioso sujeto en cuestión bajó hasta donde yo estaba, me atravesó con sus ojos maliciosos y pronunció las palabras que se quedarían talladas en mi corazón por el resto de mi desdichada existencia:

-Parece que "Hans el temible" ya no es tan temible de verdad...

Hans el temible.Where stories live. Discover now