Tres:

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Todo sobre la escena que estaba frente a mis ojos se encargaría de tirar mi alma a la basura, trayendo de vuelta lo del "cachorro asustado" que expresé al inicio de esta historia. Pero de algo estaba seguro en ese momento: mis versos, novelas y naturaleza de romántico exagerado no me ayudarían mucho, al menos no en esa situación.

Todos los vampiros que me acogieron seguían allí, tan desafortunados y monótonos como los recordaba: sin luz en su mirada y con algo más allí, ahora que me observaban a mí.

Pues para ser honesto, cuando mi madre aún vivía, yo siempre acostumbraba leerle historias de vampiros. Curiosamente, siempre me decía que eran sus favoritas y que la ayudaban a lidiar con el dolor. A lo que me refiero con esto es que, yo siempre solía pensar que los vampiros eran unos seres supremamente geniales, pero ya después de conocer a los de verdad, mi percepción había cambiado bastante.

Todos a los que solía llamar hermanos ahora habían clavado sus ojos en mí, atravesándome vilmente. Tal vez, y por mucho que me doliese admitirlo...Ya no me consideraban parte del clan. Pero, ¿por qué?

-¡Eh, rey Arturo!

El sujeto en cuestión había reducido la distancia entre nosotros y ahora me había levantado levemente del suelo, sujetándome del cuello de mi camisa.

Una risa descolorida pero tan fría como un invierno letal inundó el espacio, ahora viniendo de él.

-Parece ser que cierto vampiro aquí presente merece ser exiliado....-continuó.

Miré de reojo a Harry, tan sólo desvió la mirada cuando notó que mis ojos estaban sobre él. Me estaba ignorando, por decirlo de alguna manera.

No podía poner mi vista sobre el que ejercía presión en mi cuello, que en ese momento tan sólo reía. Tenía muchas incógnitas que por supuesto no le iba a preguntar a él específicamente. En realidad, creo que si lo hacia, iba a terminar degollado, a pesar de que lógicamente no podía morir.

Sin embargo, después de un rato de estar siendo humillado allí sin decir palabra, mi débil voz ni siquiera hizo eco en el espacio, expresando palabras que a duras penas podrían ser llamadas una "frase bien argumentada".

-Pero, ¿por qué...-empecé a intentar cuestionar.

-¡El auto de policía, estúpido! ¡Casi nos descubren por tus imprudencias! Al ser el líder, lo más lógico es que tenías que ser el primero en estar alerta de los peligros o, en su defecto; cazar tú mismo sin dejar rastro! Pero no, en lugar de eso, preferiste dejar que Harry, un vampiro algo inexperto lo hiciera.

Se oyó el abucheo de todos los presentes y si Harry por alguna razón hizo lo mismo, era mejor no saberlo. Tan sólo clavaría una espina de decepción y algo de traición en mi corazón que era lo que menos requería en ese momento.

Me estaba preguntando cómo es que lo sabía casi todo. Ni Harry ni yo habíamos dicho nada...

Al parecer el ser que casi estaba terminando por asfixiarme también podía leer mentes (esta vez, tan sólo era una suposición mía para agregarle algo de humor a la cosa). Y es que los vampiros no podíamos leer mentes aunque quisiéramos, al menos no los de mi época.

Pero, lo digo porque justo cuando lo pensé, el sujeto siguió con su discurso. Porque eso es lo que parecía ser: un discurso de mal gusto para burlarse de las debilidades de otros.

En fin, su "discursillo" continuó así:

-¿Crees que estos jóvenes aquí detrás de mí no los estaban observando? Todos los vampiros habían salido esa noche a buscar comida, era inevitable que cruzaran caminos. Y en cierto modo, fue mejor; porque así me informaron...

-¡Que viva Kris el temible!. –todos a mi alrededor vitoreaban al supuesto nuevo líder de nuestro grupo. Ya había perdido mucho: mi titulo, mi credibilidad, pero creo que lo más importante y curioso...Había perdido mi gusto por nuestra comida. E iba a averiguar por qué, aun si terminaba desterrado del castillo.

Me liberé del agarre del supuesto Kris y caí al suelo con un poco de dolor en la parte baja de mi espalda.

Lo vi sintiéndose superior a mí, a lo que alguna vez fui, y cuando él planeaba abrir la boca para decir algo más otra voz extrañamente familiar se hizo presente en la sala.

-Déjalo en paz, Kris.

Y así, un vampiro de cabello oscuro y ojos misteriosos hizo aparición en la escena.

De esta forma y de manera súbita, todo se sumió en la oscuridad. Me había desmayado por primera vez después de tanto tiempo enclaustrado en mi sarcófago, donde sorpresivamente lo único que podía hacer era soñar. Sumirme en un mundo de en sueño, donde mamá aún estaba conmigo, donde mi misterioso padre venía cada viernes a leerme libros de filosofía o poesía romántica, que fueron moldeando mi esencia hasta ese extraño día, donde después de tanto tiempo conocería más.

Mucho, mucho más.

Hans el temible.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora