Seis:

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"La intuición de los vampiros"


Al verlo acomodar su cuerpo en el sillón, supe que se estaba preparando para contarme una historia. Tal vez no tan sombría como la que mi corazón albergaba, porque sí; era un vampiro extremadamente desafortunado que en ese momento también estaba algo triste, si es que ya no era lo suficientemente obvio. Y es que, al verlo así, con la mirada perdida y el peso de su cuerpo recostado en la silla...Me identifiqué con él, con su pesar. Con lo que quiera que fuese aquello que lo estaba afligiendo.

Sin embargo, después de unos momentos de estar así, sus labios esbozaron una sonrisa y sus ojos tan parecidos a los míos iluminaron la tenue habitación...

Y así, empezó:

-¿Has escuchado alguna vez las antiguas leyendas del castillo?

Yo negué con la cabeza, entre risas.

-Hay una que tiene que ver con la intuición de los vampiros, algo así como...

-¿Cómo el que podamos borrar la memoria? ¿O es que tenemos un poder secreto y yo no lo conocía?

-Todos los seres humanos lo tienen y algunos vampiros también. –continuó él.

-No sé si te diste cuenta, pero yo ya no soy un humano.

-Algunos vampiros también. –repitió- pero no es como cualquiera de nuestros otros poderes. Es más...Profundo.

Yo respondí poniendo los ojos en blanco:

-Y yo que pensé que a veces filosofaba mucho y pensaba demasiado las cosas...

A lo que él respondió:

-Y si no piensas, ¿dónde acabará yendo tu alma? Nuestra mente es la que nos pone a volar, a soñar. Pensé que sabías eso mejor que nadie, joven escritor.

¿Cómo sabía él que yo escribía? Eso también lo iba a saber pronto, y siempre viniendo de él, de sus palabras.

-...De eso se trata. –continuó, viendo mi rostro sorprendido y sin yo haber dicho casi nada- Se trata de saber cosas con tan sólo una mirada. Se llama "intuición", Hans. La intuición de los vampiros.

-Creo que te equivocas. Todo ser pensante intuye cosas. –refuté yo.

-Pero a veces esas "corazonadas" o tan sólo intuiciones están erradas. La diferencia de nosotros a cualquier otro "ser pensante" es que cuando nosotros presentimos algo, ese algo terminará pasando. No hay margen de error. O, ¿por qué crees entonces que fui tan oportuno cuando llegué por ti? Desde hacía días atrás estaba teniendo la corazonada de que algo como eso sucedería. En mis tiempos, así nos preparábamos para las grandes batallas y masacres.

-Creo que ya entiendo por qué a veces siento cosas fuera de lo común. El por qué sentía que algo andaba mal desde que desperté de mi largo sueño...Siempre pensé que el problema estaba en mí y que yo era el que debía cambiar. A veces es bueno ponerse a charlar con las estrellas de estas cosas. Temas que no tienen respuesta para mí.

-Hans, quiero que sepas que ahora me tienes a mí, ¿sí? Para charlar de lo que quieras. Sé que no soy tan brillante como una estrella, pero...

Ambos reímos al unísono.

-Hey, Kristoff...-empecé a decir cuando el silencio se hizo presente en la habitación.

-¿Sí?

La pregunta que haría iba a sonar un poco tonta, pero dada la explicación de las antiguas leyendas del castillo y esto de la intuición (que en realidad me parecía bastante útil y me ayudó a entender más cosas sobre mí mismo), decidí formularla de todas maneras.

-La primera noche que salí a buscar comida, fui al cementerio a buscar victimas y me encontré con una chica...Poniendo flores en la tumba de mi madre.

Kristoff puso una mano en su mentón luciendo pensativo y por primera vez sentí que alguien sí me estaba poniendo atención.

-Tenía cabello oscuro. Desde esa noche no dejo de pensar en que tal vez tiene algo que ver conmigo, con mi familia o con mi madre y...

-¿Y quieres saber si yo la conozco?

Yo asentí, con una expresión de esperanza.

Él tan sólo suspiró y, después de meditarlo un poco, dijo:

-Yo puedo saber muchas cosas, pero no todas te las puedo decir.

-Ah, ¡por favor Kristoff! –exclamé yo- Tan sólo quiero saber...

-Son temas que desconozco, Hans. Son cosas que tienes que descubrir tú. Te juro que si supiese algo, te ayudaría a descubrirlo.

-A veces me exasperas. –resoplé yo- Pero me sigues cayendo bien, gracias por tu ayuda.

Y así, con un apretón de manos y viendo que el día ya estaba cercano a terminar, pues ya se veía una tenue luz de luna en lo alto del cielo; decidimos que era hora de dormir, pasando por el pasadizo más cool que había visto en mis cientos y cientos años de vida.

-Puedes dormir en mi sarcófago esta noche, yo saldré a tomar aire fresco.

Hans el temible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora