Apuesta

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—¡Shit! ¡Fuck! —exclamó al darse cuenta de que se había equivocado.

—Puedes soltarme. —pidió clavando sus oscuros ojos en los azules de la rubia.

—¡Oh, lo siento! —dijo soltándolo— Pensé que era Edward. —habló con las mejillas sonrojadas.

—No deberías abrazar a todos los que conozcas y moderar tu lenguaje. —señaló tomando el cartón de cerveza.

—¿Por qué no? ¿Qué tiene de malo mi lenguaje? —cuestionó acercándose a él, por suerte para el griego sostenía el cartón de cervezas así que no invadió su espacio personal.

—No está bien invadir el espacio vital de otra persona y una mujer debe de hablar con propiedad, no como un trailero. —declaró con tono serio, Nina sonrió al escucharlo.

—¿Conoces muchos traileros? —le preguntó divertida.

—Yo no, pero parece que tú sí.

—¡Oye! —le dio un manotazo en el brazo— No conozco muchos, pero me gusta decir groserías, es liberador, además puedo decirles en varios idiomas ¿quieres escucharme? —dijo de forma traviesa, Xandro respiró profundo antes de dar media vuelta— Yo soy una mal hablada y tú un mal educado. —señaló caminando detrás de él quien se detuvo en seco— ¡Aush! —se quejó cuando chocó con la espalda del griego.

—¿Por qué soy mal educado? —inquirió mirándola por encima del hombro.

—Porque te hice una pregunta y no respondiste. —dijo mirándolo con una mueca en los labios pensando que lo que tenía de guapo lo tenía de frío, y no tenía nada que ver con que estuviera nevando en ese momento.

—Pensé que era una pregunta retórica, esas no se responden, ¿No te enseñan eso en la Universidad? —le pregunto.

—No estudio. —declaró Nina.

—Deberías hacerlo. —le sugirió antes de continuar con su camino.

—Lo haré más adelante, cuando sepa que es lo que quiero hacer. —habló siguiéndole, Xandro asintió sin detenerse— Por cierto ¿Dónde está Edward?

—Descansando, esta noche no trabaja. —respondió.

—¡Genial! Podrías no decirle que llegue tarde. —le pidió mirando como se detenía en la puerta que daba a la barra del bar.

—Si vas a trabajar hoy, no puedes beber con los clientes. —declaró mirando como se quitaba el abrigo rosa.

—Es solo por propinas…

—Entonces no puedes trabajar, puedes irte a tu casa. —dijo.

—¡¿Qué?! ¡¿Tú quién eres para decirme lo que puedo hacer?! —cuestionó cruzándose de brazos.

—Desde hoy soy el encargado del bar, lo que me convierte en tu jefe, así que, si quieres seguir trabajando aquí, no puedes beber con los clientes. —declaró con tono severo.

—No te creo, Edward me hubiera dicho que tú eras el nuevo jefe.

—Estás quitándome el tiempo, puedes irte a tu casa. —dijo para luego dar la vuelta y entrar al bar, dejándola sorprendida.

—¡Maldito témpano de hielo! —murmuró antes de terminar de ponerse el mandil e ir detrás de él— ¡Oye! —dijo tomándolo del brazo para que la viera.

—¿Qué quieres ahora? —cuestiono.

—Tú no puedes correrme, no me importa si eres el encargado del bar esta noche a mí me contrató Edward. —respondió acercando su rostro al de él para que la escuchara bien la música estaba demasiado fuerte.

XANDRO Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum