XANDRO

Año Nuevo

—Claro que sí, la ardilla sigue siendo mía, es la mejor noticia que pudiste darme. —dijo con una gran sonrisa antes de abrazarlo— Eres el mejor amigo.

—Lo sé.

—Tengo que ir a contarle. —declaró separándose para caminar a la puerta.

—Xandro, espera. —lo detuvo.

—¿Qué?

—Piensa un poco antes de hacerlo. —le pidió.

—¿De qué hablas?

—No creo que sea buena idea que le digas ahora que siguen casados. —respondió.

 —¿Por qué?

—Definitivamente el amor se atrofia el cerebro, ella esta enojada contigo, por lo que sea que le hayas dicho, si vas y le dices ahora que aún están casados, en vez de ponerse feliz con la noticia, se molestara más contigo y te pedirá el divorcio. —le explicó.

 —Tienes razón ¡Kátara! —exclamó pasándose la mano por el cabello— ¿Qué crees que debo de hacer?

—Primero, tranquilizarte, dejar que pasen los días, acabas de verla y dijiste que no quiere escucharte, dale un poco de tiempo, deja que se calme un poco, después trata de conquistarla, no vayas de bruto a querer decirle que siguen casados.

—Tienes razón, solo hay un problema.

—¿Cuál?

—No sé cómo conquistarla.

—¿Cómo lo hiciste cuando estaban en Alaska?

—Ella fue la iniciativa. —confesó avergonzado.

—Maldito griego guapo, tienes demasiada suerte. —dijo dándole un golpe en el brazo— Pues ahora es tu turno de tomar la iniciativa, los regalos funcionan, pero no los caros, sino los sencillos, flores, chocolates, luego salidas al cine, a caminar, al cine, algún museo.

—Nina no quiere salir conmigo.

—Es de esperar, entonces, envíale flores. —recomendó.

—No sé dónde estudia, supongo que solo vino a pasar las fiestas con su familia.

—Averígualo, eres un tipo con muchos recursos estoy seguro de que puedes dar con ella.

—Edwards debe saber dónde se encuentra. —dijo sonriendo— Hablaré ahora mismo con él.

—Okey.

—Gracias por el consejo y por no anular mi matrimonio, me voy a ahora.

—No es nada, para eso estoy. —dijo sonriendo.

—Adiós. —se despidió antes de salir del departamento de camilo, entró al ascensor para hablar con Edward. —

—Xandro ¿Cómo estás? —le contestó su primo.

—Bien ¿y tú?

—Bien, en el bar. —respondió—¿sucede algo? Tu normalmente no hablas.

—Sí, nada grave, solo necesito tu ayuda con algo.

—Claro, dime ¿en qué te puedo ayudar?

—¿Sabes en qué universidad estudia Nina? —inquirió.

—Si lo sé.

—Podrías decirme el nombre. —le pidió.

—¿Para qué necesitas saberlo? —inquirió y escuchó a su primo respirar profundo.

—Porque está enojada conmigo y quiero recuperarla.

—¿Recuperarla?

—Sí, estoy enamorado de ella.