Carbonara

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—Parece que se divierten. —escuchó a su sobrina, pero sus ojos estaban en la rubia que lo miraba fijamente— ¿La conoces? —le preguntó tocando su brazo.

—Sí, la conocí en Alaska. —respondió viendo como a la ardilla le hablaba sus amigas para ir a sentarse en una mesa del otro lado del restaurante.

—Es muy bella. —señaló y Xandro asintió— ¿Te gusta? —quiso saber con una sonrisa traviesa en los labios.

—No, es muy joven, es de tu edad. —respondio poniendo su atención en ella.

—Los abuelos se llevan muchos años de diferencia y son muy felices. —habló de Xandro y Sol, quien le había pedido años atrás que los mirara como abuelos, ella fue la más feliz, porque sin duda pasó de ser hija única para tener una gran familia tanto por el lado de su madre como por su padre.

—Lo sé, pero eso no quiere decir que esté bien, creo que todos deben de vivir todas las etapas de la vida, antes de comprometerse en una relación. —explicó tocando la nariz de Arizona con uno de sus dedos, haciéndola reír.

—Solo lo dices porque no quieres que salga con Murat. —señaló.

—¿Te gusta ese idiota?  —cuestionó frunciendo el ceño, provocando que la rubia se riera con fuerza.

—No, no me gusta, pero es guapo, podría gustarme en algún momento. —declaró aun riendo, tocando su frente para que las cejas del témpano de hielo volvieran a ser dos.

—Bien, sigue así. —declaró antes de que el mesero los interrumpiera para pedir sus órdenes.

Nina observó desde el otro lado del restaurante la interacción entre el robot y la desconocida al menos para ella lo era, así que por eso no quería salir con ella, porque tenía a alguien esperando por él en New york, solo fue su desahogo, pensó mordiéndose los labios.

—¿Estás bien? —preguntó Pam a su lado.

—Quiero golpearlo. —respondió.

—Tranquila, no vale la pena. —la aconsejó su amiga.

—Por eso no quería nada formal conmigo, porque tenía a alguien más aquí. —dijo mirándolo reír con la rubia que lo acompañaba.

—Parece que así es, debe tener nuestra edad. —señaló.

—Sí, al parecer la edad no era el problema, si no yo. —habló antes de suspirar, sintiendo de pronto que la tristeza la invadía.

—Él se lo pierde, tú eres demasiado para él. —la animó.

—Gracias. —murmuró mirándola con una suave sonrisa.

—Chicas que van a pedir. —les preguntó otras de sus amigas, interrumpiendo su conversación.

Ordenaron la cena y decidió ignorar la presencia del griego, Pam tenía razón y no valía la pena ponerse triste por él, lo bueno que no habia nada que los relacionara. Tanto ella como Xandro estuvieron atentos uno al otro, el témpano de hielo no dudo un segundo en seguirla cuando la miró ir sola al baño, se detuvo en el pasillo cuando se dio cuenta lo que estaba haciendo, iba a dar media vuelta cuando Nina salió del baño de mujeres encontrándoselo de frente.

—Hola ardilla. —la saludó.

—Karenina, para ti soy Karenina. —lo corrigió regalándole una intensa mirada que mostraba el coraje que sentía él.

—Bien, no pensé encontrarte aquí. —comentó sin saber qué más decirle, demonios él parecía el joven y no ella.

—Vivo en New York y tú también, era de esperar. —señaló— Debo volver con mis amigas y tú debes volver con tu cita. —dijo empezando a caminar.

XANDRO Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt