MEJORANDO LO PRESENTE

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Las clases empezaron con un ritmo frenético para Harry y compañía. Salvo Luna, que estaba un curso por debajo de los demás del grupo, todos parecían tener tareas de sobra para un mes, y eso que sólo llevaban un día. Desde luego, quinto curso era especialmente duro, al igual que séptimo, al ser cursos de certificación. Los profesores se tomaban los TIMOs y los EXTASIS (joder, vaya nombres) como si fuera el fin del mundo y como si aprobar eso fuera la única posibilidad de salvarse del Apocalipsis. Tratar de aprobar exámenes en los que se ganan títulos es mucho más estresante que aprobarlos para pasar curso y ya está, eso lo sabía yo muy bien.

Pues bien, si eso les pasaba a Harry y compañía, yo no me quedaba muy atrás. Pomfrey y yo volvimos a ejercer de profesora y alumna en el, digamos, segundo año de mi beca de prácticas de enfermería. Y prometía ser aún más duro que el primero. No sabía si Pomfrey buscaba sustituta y había pensado en mí o qué, pero me estaba preparando concienzudamente, con libros que pesaban como si estuvieran hechos de plomo y tan gordos que sólo tres de ellos apilados casi podrían taparme la vista si los cogía a la vez. Eso sí, a ver quién podía levantarlos a pulso. Menos mal que no había más, aunque yo creo que ya era más que suficiente con la lectura de esos libros para cubrir el cupo de libros gordos de Petete leídos en la vida, muchísimas gracias. Tras eso, ya ni me plantearía leer El Señor de los Anillos. Tan sólo esperaba que no fueran demasiado aburridos.

—Coño, jefa, ¿no podrías haber elegido libros más gordos? —protesté, con cierto tono de sarcasmo que a Pomfrey no le pasó inadvertido.

—Un poco de lectura ligera de vez en cuando nunca viene mal —dijo, sonriendo con su malicia acostumbrada—. De aquí podrás sacarte un vademécum que llevarás siempre contigo. Siempre que quieras aparentar ser médica, claro está.

—¿Estos libros son de medicina avanzada? —pregunté, pasmada.

—Sí —respondió, yendo hacia mí—. Este libro —señaló el más delgado, aunque parecía un ladrillo megalítico como los que se usaron en la construcción de la Gran Pirámide de gordo que era— es un compendio de todas y cada una de las hierbas medicinales que existen, tanto de uso muggle como de uso mágico, citando cada una de sus propiedades y usos. No te tendrás que estudiar todo, por supuesto, pues muchas de estas plantas ya no existen, pero nunca viene mal tener información útil y curiosa, ¿no crees? —rió, aunque a mí no me hacía gracia—. Por otra parte, estos dos son las dos biblias de la medicina, tanto mágica como muggle. Todas las enfermedades, dolencias, et caetera et caetera están aquí.

—¿Et caetera et caetera? —murmuré, sonriendo burlona—. Estamos latinistas hoy, ¿eh, jefa? ¿Pretendes hacerte la importante ahora hablando latín?

—¡Calla, niña! —gruñó Pomfrey—. ¡Y no te quejes, sólo tienes tres libros!

—¡Sí, tres libros que lo contienen todo acerca de la medicina! —protesté—. ¿Pretendes que me trague estos bodrios? ¡No es necesario! ¡Si tengo que buscar algo, me conecto a Internet!

—Muchacha, la mayoría de las cosas que hay aquí no las encuentras en Internet —dijo Pomfrey, y yo me asombré—. Sí, sé lo que es Internet —añadió—. Como tú, me he asegurado de saber todo lo posible acerca de la cultura muggle, así como su tecnología, aunque aún hay muchas cosas que no entiendo, como por ejemplo la emisión de algunos programas de televisión del tipo del Gran Hermano, programas del corazón y chorradas así…

Suspiramos las dos a la vez. Cierto, yo opinaba igual. Parecía que íbamos a tener temas de conversación más allá de la medicina o las interminables charlas que me daba acerca de temas que no me interesaban. Por fin algo en común, algo para relajarnos de cuando en cuando.

Cuentos De Lechuza On viuen les histories. Descobreix ara