Capítulo 11: La Escuela del Búho

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Lan XiChen tan dudó un instante, cuando fijó la vista en la expuesta cicatriz de su pecho. Después colocó su capa sobre los hombros desnudos de la sirena —aquello apenas le valió un ceño fruncido que ignoró— y echó a andar montaña arriba. No preguntó. No lo hizo en ningún momento del camino, mientras conducía a la sirena montaña arriba, hacia la nieve, hacia el castillo oculto en lo más alto. Hacia el inhóspito hogar de los brujos.

Jiang Cheng le siguió sin pronunciar palabra. Cosa extraña su confianza.

A medio camino, les sorprendió una ventisca. Lan XiChen ni se inmutó. Cada año, llegaba justo a su madriguera, a Gusu, a tiempo para ver caer las primeras nieves. Había sido así desde el primero, cuando su madre, posiblemente con toda la pena de su corazón —o no, si acaso todavía veía en ellos rastros de su padre, un noble caído en desgracia de quien su tío nunca hablaba— se los entregó a Lan QiRen. Esa vez, también arribaron a tiempo de presenciar la primera gran nevada, hacía ya tanto que los años habían empezado a emborronar sus recuerdos, el rostro de ella, su aroma, sus canciones de cuna... El brujo se detuvo solo un instante a respirar hondo, los familiares aromas llenando sus sentidos. Si Jiang Cheng se detuvo a su lado fue, quizá, porque le necesitaba como guía.

Si el frío era demasiado para él, si le provocaba algo andar descalzo sobre aquel mullido hielo, no lo dijo. No protestó en ningún momento y no cuestionó el camino que tomaban. Lan XiChen no quiso ilusionarse, pero sabía reconocer la tormentosa inquietud que se curvaba en su estómago cuando miraba por el rabillo del ojo y se lo encontraba allí, caminando sin preguntar, las escamas replegadas. No ocultó su magia, pero de su influencia marina no se adivinaba ni un rastro, ni en sus garras ni en su piel. Ni siquiera en sus ojos.

¿Qué haces aquí? La pregunta le pesaba en la lengua; la incertidumbre convertida en una piedra en el estómago. No la pronunció, no se dio voz. Quería —darse cuenta le perturbó más de lo que lo hubiera imaginado— que Jiang Cheng iniciase aquella conversación, que pidiese.

Que rogase.

No lo hizo. No lo hizo mientras caminaban por entre caminos nevados en los que el aire se volvía cada vez más irrespirable y no lo hizo cuando el complejo que conformaba el castillo de Gusu Lan se alzó ante ellos, tan imponente que más de algún aspirante a brujo se había creído que ante él se hallaba la oportunidad de vivir un sueño de riquezas sin fin. La mayoría de insensatos que pensaban así solían perecer en la Prueba de las Hierbas.

Los portones se hallaban cerrados, y no había en las almenas ningún centinela. No solía haberlos. Gusu se hallaba vacío —y escondido del mundo, protegido y custodiado por fuertes hechizos y matrices que solo aquellos brujos de la escuela del Búho podían sortear— durante la mayor parte del año. Cuando lo habitaban, no eran suficientes como para establecer turnos de guardia. Y dado el emplazamiento, resultaban innecesarios. El paso a las montañas se cortaba en invierno por la nieve, y ellos quedaban aislados hasta el deshielo, su necesario descanso. Solo un necio intentaría cruzar la cordillera durante aquellos meses. Lan XiChen lanzó una señal al aire, una bengala que explotó sobre el campo de entrenamiento, dentro del complejo, protegido por las enormes murallas de piedra. A su lado, Jiang Cheng se mantuvo quieto. La sirena apenas parecía respirar en su espera. Y, sin embargo, habló.

-Debo admitir que me esperaba algo distinto. Más... colorido.

No era lo que quería oír, así que se lanzó sin más esperas. Sin dobles sentidos. Sin todos esas tristes estrategias que, lo sabía, no iban a funcionar con la sirena.

-¿Por qué has recurrido a mí?

-No conozco otro brujo capaz de aceptar el contrato de un monstruo.

El brujo lo miró directamente quizá por segunda o tercera vez desde que se habían encontrado. No hacía tanto tiempo, menos de una hora, pero había estado evitando esa penetrante mirada violeta que parecía ser capaz de sortear todas sus defensas y hundirse como un aguijón envenenado en el fondo de su pecho.

Espuma de mar [XiCheng]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن