Capítulo 15: De camino al mar

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En su fuero interno, Lan XiChen sabía que Jiang Cheng no tenía nada bajo control. Nada. Ni su magia ni sus propias emociones, mucho menos la energía resentida que se le había quedado dentro y contaminaba su qi desde el enfrentamiento con Xue Yang, siete años atrás. Nada.

Pero por eso mismo también sabía que la sirena no estaba influyendo en sus sentimientos; no tenía poder real para hacerlo. Y, por mucho que le pesase, también había asumido que aquel era el menor de sus problemas. Su resignado instinto quedó confirmado a la mañana siguiente, cuando reanudaron la bajada por las montañas en absoluto silencio y sin haberse molestado en compartir nada más que un par de saludos y una hogaza de pan en proceso de congelación, porque su hermano llevaba las provisiones. Al fin y al cabo, Wei WuXian era el único con el apetito y la necesidad de un ser humano normal. 

Pese a la tensión en el ambiente y a la más que evidente influencia del estado anímico de Jiang Cheng sobre el clima —las tormentas y las tempestades— el día se presentó despejado. Habían librado a las montañas sin saberlo de uno de sus más grandes monstruos, y el cielo se lo agradecía concediéndoles una jornada de bajada en paz. Fue la única, pero les valió para encontrar el río por el que guiarían su descenso en los días venideros, incluso cuando tuvieron que alejarse para, bajo una cortina de nieve, sortear el descenso del agua, en forma de cascada en un risco. Ellos escalaron mientras el agua simplemente descendía, se lanzaba al infinito confiando en hallar un lago debajo, que fue el que les dio cobijo. Lan XiChen recordaba aquel lago. Siempre pasaban por delante durante la subida, antes de que se formasen los primeros neveros. Había un muelle, que les sirvió como consuelo aunque tuvieran que pasar aquella noche al raso, bajo las estrellas, protegidos tan solo por los talismanes cosidos a sus capas y una hoguera alrededor de la que se apiñaron los tres humanos. 

Jiang Cheng se mantuvo al margen en aquella pequeña acampada. Lo había hecho desde que vencieron al penitente, se había apartado incluso de Lan XiChen y siempre caminaba al lado del río, como si el agua fuese su único consuelo y su único cómplice. Mientras Lan WangJi arropaba a Wei WuXian a su lado, abrazándolo bajo su capa, y Lan Huan trataba de cocinar algo que les sirviese de cena, la sirena se había sentado lejos, al borde del embarcadero. No había llegado a quitarse las botas, pero observaba la superficie congelada con gesto anhelante. A lo lejos, bajo una capa de hielo que se iba engrosando en función de la zona, el agua todavía fluía. Venía de las cascadas. Y luego continuaba, en busca de un meandro que la llevaría al mar. 

Jiang Cheng quería hundirse bajo el hielo y no volver a salir. Anhelaba el consuelo del frío porque, desde que se enfrentaron al penitente, le ardía la piel. Demasiado sensible y demasiado cálido para su gusto, de una manera desagradable, se estremecía cada vez que Lan XiChen alzaba una mano para rozarle. Se estremecía de dolor.

-Hay que admitir que no nos está yendo tan mal, ¿no creéis? -dijo Wei WuXian, en un tono que trataba de insuflar optimismo. Ni siquiera consiguió que su shidi le mirase, aunque se ganó la atención de los dos Lan-. Quiero decir... se suponía que bajar las montañas era un suicidio, pero yo diría que no nos queda demasiado, ¿no? Y seguimos vivos.

-Mn.

-Así es. Deberíamos llegar a la población más cercana en unos días, depende de la tormenta -suspiró Lan XiChen. Jiang Cheng continuaba en el borde del embarcadero, dándoles la espalda, y el brujo no era capaz de dejar de pensar que algo iba terriblemente mal. Que su adorada sirena no le estaba contando todo, nunca lo había hecho, y no le gustaba lo que intuía allí, perdido en el tintero. Respiró hondo antes de llamarle, y de pronto dirigirle la palabra era más difícil que enfrentarse a un ejército con las manos desnudas-. Jiang Cheng, ¿tienes hambre?

Jiang Cheng volvió la vista atrás tan solo un momento, lo suficiente como para que Lan XiChen le viera negar con la cabeza y se quedara conforme por haber obtenido una respuesta. Zidian chisporroteaba en su diestra, pero su rostro se hallaba vacío.

Espuma de mar [XiCheng]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang