Capítulo 19: Sin aire

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Lan XiChen, Lan WangJi y Wei WuXian hicieron el camino hasta la barandilla del barco de manera casi automática, los ojos siempre fijos en los navíos —auténticos buques de guerra, todos unidos y divididos bajo las mismas insignias— que se atacaban entre ellos.

-Esto es... -comenzó Lan Huan.

-Nuestra oportunidad. -Wei WuXian no le dio opción a dudar. Su mirada nunca le había parecido tan seria-. Tenemos que aprovecharnos del caos que estará desatándose en sus cubiertas, encontrar a Jiang Cheng, cogerlo y salir mientras se matan entre ellos.

Lan WangJi asintió, de acuerdo con cualquier palabra que pronunciara su compañero de vida. Y, por una vez, Lan XiChen no iba a ser menos. Tenían una oportunidad. Una única y última oportunidad. Aunque le consumiese el miedo, tenía que serlo, tenían que conseguirlo.

Tenían que sacarle de allí. Vivo o... la otra opción, Lan XiChen prefería ni siquiera pensarlo. Así que no lo hizo. En su lugar, tragó saliva y aseguró la correa de sus espadas mientras asentía. Wei WuXian y Lan WangJi esperaban sus órdenes, serios.

-¿Lo tenemos todo listo? -Su hermano asintió, solemne-. ¿Wei WuXian?

-Tengo de todo. Pociones para vosotros, potenciadoras y sanadoras, talismanes de todo tipo y un pequeño ejército de almas en pena con mucha hambre esperando a que les dé la orden. Y están impacientes.

-¿Van a empeorar ese caos?

-Muchísimo. Los Wen no sabrán quiénes les están atacando.

Lan XiChen asintió. Después intercambió una mirada con el capitán del barco. Sacaron los remos y empezaron a preparar los cañones. El mascarón de proa apuntaba directo a la armada, a los barcos de velas rojas.

-¿Y tenemos algo un poco más... explosivo?

-¿Qué tienes en mente, XiChen-ge?

-No podemos poner en marcha un ataque a gran escala ahora sin saber dónde está Jiang Cheng, pero necesitaremos algo que nos cubra la retirada.

-Ah, ya veo por dónde vas. -El nigromante sonrió-. Déjame eso a mí. Será espectacular.

-Que dañe las islas lo menos posible.

-Por supuesto. -Wei WuXian las oteó un instante. A lo lejos, más allá de la línea de barcos enfrentados, vislumbraron la montaña partida en dos. El nigromante frunció el ceño-. Estoy casi seguro de que antes solo había una montaña ahí.

-Larga historia.

-¿Xue Yang?

-Jiang Cheng.

Wei WuXian tragó saliva. Intercambió una mirada preocupada con Lan WangJi. Lan XiChen compartía su inquietud, pero no se atrevía a darle voz a aquella preocupación. No cuando sabía que el núcleo de Jiang Cheng —el poder de partir una cima en dos— se hallaba en manos de Wen Chao.

-¡Nos aproximamos a los piratas! -exclamó el capitán del barco desde el timón-. ¡Los distraeremos mientras abordáis! ¡Después, esperaremos una hora! Si no habéis vuelto para entonces o si la cosa se pone demasiado fea, ¡nos marcharemos!

El brujo asintió. Aquel era su trato, y Lan XiChen no pensaba incumplirlo. No iba a poner a más gente en peligro, no cuando las vidas de su hermano y su cuñado ya pendían de un hilo.

Con la vista siempre fija en los navíos Wen, atentos a ellos, brujos y nigromante se encaramaron a los cordajes para saltar de un barco a otro. Pronto, se hallaron lo bastante cerca como para otear la situación en cubierta de los primeros barcos. Había uno muchísimo más grande que los demás, muchísimo más grande que el suyo, que parecía capaz de devorarlos a todos. Los rumores que corrían por ahí lo llamaban Palacio del Sol. Era el buque estrella de Wen RuoHan y desde allí, el gran maestro de toda la armada Wen contemplaba aburrido el panorama. Ni uno solo de sus barcos se atrevía a atacarle, pero se mantenían en guerra entre ellos. Pronto, Lan XiChen reconoció los dos bandos, aquellos que navegaban bajo el mando de Wen Xu y los que seguían a Wen Chao. Y fue precisamente en el barco de Wen Chao, lleno de destrozos, el mismo que había zarpado desde Caiyi, dónde los encontró.

Espuma de mar [XiCheng]Where stories live. Discover now