Capítulo 44: Dos días

435 96 3
                                    

No había camino a casa. No había una dirección a la que ir cuando sintiera que estoy asustado o cuando me sintiera presionado por una idea que no me pertenece. 

Llovía un poco, pero eso no nos detuvo, ya estábamos afuera.

O lo estábamos, porque luego llegamos a un lugar que parecía un basural, con unos colchones en el piso y unas cuantas personas dentro que seguramente vivían ahí.

Dos días.

Lo que había dicho serían unas cuantas horas se extendió a dos días. Dormíamos ahí totalmente incómodos porque no había otro lugar donde ir. No sabía qué pasaría pero lo que sí tenía claro es que estábamos en jodidos problemas. 

Lo único que hacíamos todos los días era drogarnos (yo solo con pastillas porque eran mi debilidad). Serim me obligaba a comer alguna porquería y fumar. Estábamos acabando con nuestras vidas en un encerrado departamento devastado que quedaba dos horas lejos de la ciudad; había follado con uno de los tipos que aquí vivían, y Hoseok… Él era la peor parte. 

Él solo quería estar afuera, afuera todo el día, y me tenía que mover a acompañarle aun si hacía un frío de mierda que obligaba a todos a permanecer dentro. Él no quería quedarse. Teníamos un poco de dinero, yo lo había conseguido robando de una billetera que había sobre la mesa, y nos alcanzaba para sobrevivir unos días más. Porque sabía que teníamos que regresar; hablaba desde la sensatez, pensaba desde esa parte. Serim, sin embargo, no lo hacía, ella estaba feliz con estar ahí; era su lugar, su casa tal vez. 

Pero no la nuestra.

Había llevado a Hoseok a dar un paseo por el parque de enfrente; ya era tarde en la noche y él se había sentado en el pasto. Le comenté que debíamos volver, y me confesó que no sabía cómo pero que también opinaba lo mismo. Se habían marcado las ojeras debajo de sus ojos, tenía un par de cortadas en la mejilla derecha, y, estaba teniendo ataques de pánico seguidos. No era bueno para su salud.

La mía tampoco estaba siendo muy grata.

—No traje demasiada ropa —bostezó, seguramente por el sueño que una vez que se acostara en la incómoda cama que tenía que compartir conmigo iba a perder—. Además tú ni siquiera hablas conmigo, solo estás ahí, drogándote y drogándote. No me gusta esto, Jimin, no va a acabar bien.

—No tenemos forma de salir de aquí de todos modos. Y, no es como si tuviera otra opción.

—Claro que la tienes —bajó la mirada hasta sus pies y la mantuvo con inseguridad—. Si nos quedamos aquí seguirás acostándote con más de esos hombres, seguirás arruinando esto. El primer día estabas totalmente delirado e hipnotizado por la cantidad de pastillas que te dieron; tocaba tu cabello y te hablaba, me contestabas aunque no lo creas. Aun en un estado inconsciente me respondías. El segundo día fue peor, probablemente. Nunca había tenido un amigo, Jimin, y te considero uno ahora, aunque no ha pasado más que una semana o menos que eso desde que nos conocimos. Porque un amigo te sostiene y te ayuda cuando te ve incapaz; lo hiciste conmigo, lo hice contigo. Me pregunté: ¿quién te hizo esto? ¿Quién fue capaz de destrozarte hasta el punto en el que necesitabas un par de pastillas y un acostón para solucionarlo? Pensé lo suficiente sobre ello, desde el primer día que llegaste, quizá. Te cierras a creer que no hay nada bueno detrás, y las cosas que te decías… ¿Llegarás alguna vez a recordarlas? No lo sé, pero es probable. Porque tu cabeza debe repetirlas tanto que ya te las sabes de memoria. Pero no eres eso, eres lo suficientemente bueno, y quién te convirtió en lo que eres no es nadie más que tú mismo. Pensaba en ese chico que vino a verte la vez pasada, y descubrí que quizá solo necesitabas una excusa, una sola, para convertir tu vida en una mierda más grande de lo que ya era y echarle la culpa. 

—No sabes nada sobre mí, Hoseok, así que tu opinión es sobre la completa ignorancia. 

—¿Crees que necesito conocerte toda una vida para saber que aun si lo hicieras no me contarías una mierda de lo que te sucede? Estoy enfermo, Serim está enferma, sabemos lo que se siente. Y sabemos qué es estar tan jodido que cualquier tipo de amor que veas entrar por la puerta es útil para hacerte sentir querido, para hacerte sentir que vales la pena —presionó los labios en una mueca de decepción. No sabía si era por mí o por la conversación, quizá por mi respuesta—. Pero un par de folladas no va a traerte lo que quieres, no va a traerte a un tipo alto y semblante frío, no va a traer a lo que cuando estás drogado llamas, lo mejor que te pudo pasar en la vida. Espero que lo sepas. 

—Puedo llamarlo y él estará aquí en dos segundos si es que así lo quiero, eso no es el problema.

—El problema es que estás muerto de miedo porque alguien te está amando de verdad por primera vez y no sabes cómo manejarlo. 

Fruncí el ceño, probablemente queriendo decir algo en contra de eso, pero sus palabras se me adelantaron.

—¿Te sorprende que alguien que no sepa qué es querer o que no haya conocido más que las blancas paredes de un hospital esté diciendo exactamente lo que piensas? ¿O te molesta, acaso? 

—Me dijo que no hiciera algo tonto. —musité medio asustado, sin contestar a sus preguntas porque, al final, no era necesario. 

—Y eso fue justamente lo que hiciste.

—Va a estar enojado conmigo, ¿entiendes? Puede ser que no quiera ver mi cara otra vez. Hice mierda el regalo que me dio sin siquiera ver de qué se trataba solo por follar con alguien más, me drogué aun cuando él me pidió que lo dejara…

Mis manos temblaban ligeramente, y la mirada de Hoseok no contenía absolutamente nada, por lo tanto, no podía saber cómo se estaba sintiendo respecto a que yo esté diciéndole todas estas cosas.

—Tengo mis razones, mierda. Ni siquiera sé por qué te lo estoy contando, pero me pide un montón de cosas, no es quién para hacerlo, no es nadie, las hace también. 

Hoseok sonrió. —Esto es un caos de mentiras.

—¿Qué quieres que haga?

—Quizá llamarlo.

—No va a venir.

—Enojado o no, siempre va a querer que estés a salvo, ¿o me equivoco? Lo demás puedes contárselo luego —con algo de tristeza pasó una de sus manos levemente por las mías, como una caricia—. Pídele que venga, déjame en el hospital y luego puedes irte con él. Puedo inventar muchas cosas y nunca más tendrás que volver. 

—¿No vamos a volver a vernos?

—Por tu bien, espero que no. 










DRAMA KING. ➸yoonminWhere stories live. Discover now