C.6. Charlas y heladitos.

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[...] Lo había logrado, el oji magenta habría terminado, eyaculando en el pecho de Dib, sin decir nada, ambos seguirían besándose sin control, llenos de lujuria y con ganas de más...

-Así que... ¿Quieres más de esto, ah? -Preguntó Dib con picardía, acariciando el mentón de Zim.

-S...sí, yo... 

-¿PERO QUÉ ES LO QUE SUCEDE AQUÍ? -Interrumpió una aguda y robótica voz desde la cocina.

-Ay, no puede ser... -Refunfuñó Zim mientras sacudía su cabeza de lado a lado en signo de negación. 

-¿Qué hacen ustedes sin ropa, eh? Acaso... ¿HACÍAN UN BAILE? ¡¿Y SIN MÍ?! -Procedió GIR a gritar mientras hacía su berrinche en el suelo. Él era lo suficientemente inocente para no malpensar la situación, mas no dejaba de sentirse extrañado por lo que vió.

Mientras GIR tenía su desplante en el piso, Dib aprovechó para subir rápidamente su ropa interior junto con su pantalón. Zim también. 

-GIR, uh, no pasaba nada, sólo, eh... sólo... Teníamos calor, ¡SÍ! ¡TENÍAMOS CALOR! ¿Verdad Zim? 

-Sí, claro, nosotros sólo queríamos refrescarnos, eh... ¿Qué tanto fue lo que viste, malandrín? -Preguntó el alienígena con nervios. 

-Podría decir que lo suficiente como haberme dado cuenta de que bailaban sin mí... traicioneros. -Respondió el robot entre sollozos viendo hacia el suelo con tristeza. 

-Uh... vaya ¡Nos descubriste! -Intervino Dib entre risas para apaciguar el momento y hacerle creer eso a GIR y así no hacerlo sospechar de algo más.

-GIR, ya basta de lloriqueos, mmm... ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta para que dejes de fastidiarme? -Preguntó Zim para distraer al asistente robot.

-YUPIIIII, IRÉ POR MI DISFRAZ DE PERRO, NO TARDO.

-Wow, eso estuvo cerca... -Argumentó Dib con inquietud. -Bueno, supongo que yo me voy a mi casa... Fue un placer, Zim. 

-N...no te vayas aún, gusano cabezón ¿Te parece si me acompañas a pasear a GIR? No he salido de mi casa hace días, y, bueno si tú quieres, claro. 

La pregunta le habría sorprendido mucho al humano, mas no le desagradó la idea de salir con el ser con el que ya había compartido experiencias sexuales. 

-Sí, me parece bien. -Dijo el oji café con una leve sonrisa. -De hecho, necesito charlar contigo sobre algunas cosas. 

-Guarda tus habladurías para después, Dib, ahorita es el momento de salir y caminar un poco. 

Era el momento de tomar sus cosas y salir de la casa de Zim, el humano aprovecharía para charlar con el extraterrestre... Sentía que era el momento de intentar abrir su corazón un poco. 

-¡QUÉ GUSTO QUE DECIDIERAS VENIR, MARY! -Gritó GIR de emoción al ver que el oji café los acompañaba a una tarde tranquila a pasear un poco. 

-Eh... gracias, GIR. -Respondió el humano con gusto mientras sonreía levemente. 

-GIR, vamos a la heladería, ¿Qué sabor de nieve te provoca el día de hoy? -Cuestionó el alien con una ligera expresión de molestia, sabía que el robot terminaría escogiendo todos los sabores combinados y le terminaría costando mucho dinero humano. 

-Uuhhh... un cono con dos bolitas de chocomenta. -Replicó el robot. 

-¡¿PERO QU- Espera... ¿Qué dijiste? ¿En serio solo quieres un cono de chocomenta? -Preguntó Zim con sorpresa, ya que él esperaba la clásica respuesta que lo haría pagar mucho dinero. 

-Solo quiero un conito, amo. 

-Wow... vaya, uh, tú, Dib ¿Qué te apetece? 

-Así estoy bien, Zim, no te preocupes. 

-¿Estás seguro? Esta es la heladería favorita de GIR y creí que...

-¿Sabes qué? Sí quiero, me gustaría un conito de helado sabor chocolate, pero no te preocupes, yo lo pago. -Interrumpió el humano. 

-No es molestia, Dib, iré a ordenar los helados, por favor en lo que me tardo, encárgate de cuidar al robotonto, no quiero que de pronto intente comerse a un sucio niño. -Argumentó Zim entre risas. 

6 Minutos después... 

-¡SÍÍÍ, HELADO! DAME. -Gritó GIR de emoción, arrebatándole su respectivo cono para correr a comérselo en el columpio del parque que estaba enseguida de la nevería. 

-Wow, Zim... muchas gracias, eh... ¿Te parece si nos sentamos por aquí cerca? Es que...

-No se diga más, Dib. Vamos. -Dijo el alien interrumpiendo al pelinegro. 

-Uhhm... Z-zim, me gustaría hablar contigo de algo...

-¿Qué sucede, cabezón? 

-Pues, yo quisiera saber cuándo devolverás a mi padre y a mi hermana del Moo Ping 10, tienen un par de días allá y bueno, creo que ya fue suficiente, me preocupa un poco cómo se encuentren ellos. 

-Okay entiendo, Dib, ellos están bien, los reubiqué temporalmente a una casa con tecnología irken de simulación, técnicamente, por si no me entiendes, ellos creen estar en tu casa contigo ahí, pero si tú deseas que los regrese, está bien, s-solo... -Comentó Zim con un poco de nervios, provocando que accidentalmente apretara un poco su cono de helado, haciendo que se cayera un trozo hacia el piso. 

-¿Te encuentras bien, Zim?

-Y-yo... sólo quiero pasarla contigo un poco más, y no hablo de sólo sexo ¿Sabes? es delicioso y vaya que me encantaría que lo hiciéramos de nuevo, sin embargo, yo quiero... Afecto. -Respondió cabizbajo mientras su helado de fresa corría derretido entre sus dedos.

-¿Afecto? Ehh ¿De mí? ¿De quién más odias en este mundo? ¿Hablas en serio? -Cuestionó sorprendido.

-No veo por qué no me crees, Dib. 

-¿Será por las veces que intentaste hacerme daño, quizá? ¿Cuando me convertiste en mortadela gigante y robaste mis órganos? ¿Será por eso?

-¡YA BASTA! DIB, POR EL AMOR DE IRK, YO...

La ira de Zim fue interrumpida por un apretado abrazo por parte del humano, consiguiendo que se tranquilizara un poco, destensando su verde cuerpo, correspondiendo el afecto que el oji café le estaba brindando. 

-Está bien, bicho raro, créeme que también me la he pasado delicioso contigo, éstos últimos días he reflexionado mucho, e incluso bajado la guardia contigo, porque genuinamente creo que tú tienes algún tipo de interés bueno en mí y... Eso no se puede fingir, Zim. 

-La verdad es que sí, Dib, tú me haces sentir cosas bonitas, por primera vez en mi vida no me da asco mencionarlo y bueno... S-sólo... 

El oji magenta recibió un beso del humano antes de si quiera terminar de hablar, provocando que arrojara su helado hacia el piso, correspondiendo de forma tierna y cálida al beso que recibía. 

-Sabes a chocolate, cabezón... 

-Pero te gusta, tonto. 

-Sí, y mucho. 

Ríen al unísono... 


Sexología Irken.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora