C.9. No estás solo.

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Capítulo MUY largo. 

[...] Siempre sufrió maltratos, rechazo, golpes, burlas, bromas e incluso un intento de homicidio para proteger a su familia y al planeta tierra ¿Pero quién lo protegía a él... quién veía por él, quién le agradecía por tanto amor y protección?..

Continuación.

Desesperado y lleno de tristeza, Dib saldría de su casa sin haberse despedido de nadie. Cargando bastantes cosas, se sentaría en la acera de su casa, llorando ahogado mientras abrazaba sus propias piernas, para que las personas no se quedaran viéndolo como si de un espectáculo se tratase. Sin ganas de nada, limpiaría sus lágrimas y emprendería su camino, él no sabía a donde ir, simplemente iría sin rumbo por toda la ciudad a tratar de despejarse. 

-¡Ya sé a dónde ir! -Se dijo el pelinegro a sí mismo. 

Iría a la nevería a la que había ido días atrás con el irken, le había gustado mucho la cremosidad de sus helados, creía que eso le haría sentir mejor. 

-¡Hola muy buenas tardes joven! ¿Qué desea pedir el día de hoy? -Preguntó con amabilidad la cajera del sitio, quien portaba una etiqueta con el nombre Darlene.  

-Eh... yo... -Comenzó el oji café a temblar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

-¿Qué sucede, joven? ¿Dije algo mal? Ay... discúlpame cielo. -Respondió Darlene con preocupación al ver a Dib poniéndose mal. El chico traía tanto dolor en su alma que se desahogaría en cualquier momento. 

-No, no se preocupe, D-dar¿lene? Eh... me ocurrió algo terrible, pero... prefiero sólo ordenar. 

-Ay hijo mío... -Suspira- Mira, no te conozco, ni tú a mí, sé que no me pediste consejos o sermones, pero, mi corazón se apachurra cada que veo a alguien triste en este lugar ¿Sabes?.. No tengo la más mínima idea de lo que te sucede, pero, déjame decirte, veo en tí unos ojitos muy lindos, tienes un ángel enorme, bebé. Me recuerdas a mi hijito Elliot, él falleció hace dos años, tenía cáncer ¿Pero sabes algo? Él me dió el coraje y la fuerza para abrir esta tienda de helados... era su postre favorito. 

-Lo lamento mucho, Darlene, debió haber sido muy duro...

-¡Oh vaya que sí! Pero, cielo, no quiero que sientas lástima por mí, a lo que quiero llegar es que, tú puedes con todo ¿Oíste? Mi vida, estás joven, eres bellísimo, tu voz tiene un tono de calma, eso habla muchísimo de tí. Puedo decir que, tienes la fuerza para todo. Ánimo, corazón, no te derrumbes, sé que es difícil... Pero la vida algún día te devolverá todas esas lágrimas. Te lo prometo. -Replicó la amable cajera y dueña con un nudo en la garganta.

-Eres muy amable, te agradezco todo lo que me has dicho, de verdad. Cuídate ¿Va? Si pudiera abrazarte créeme que lo haría. 

-¡Oh vamos! No puedo salir de aquí, pero... Dime qué sabor quieres, yo invito, corazón. -Guiñó. 

-Eh... napolitano estaría bien. Por favor. 

-¡Muy bien, napolitano de 3 bolitas para el niño de ojitos bonitos! Aquí tienes, cielo, disfrútalo. Cuando quieras, aquí tienes a una amiga ¿Vale?

-Muchas gracias, Darlene. Lo valoro mucho. -Replicó Dib con una sonrisa, listo para salir del lugar.   

El pelinegro comería su helado en el parque que quedaba al lado de la nevería, pero de pronto escucharía una voz muy familiar acercarse...

-Dib, humano apestoso... ¿Qué te trae por acá, ah? 

-Zim, vaya, qué sorpresa, eh... -Respondió con nervios mientras se rascaba su enorme cabeza. 

Sexología Irken.Where stories live. Discover now