C.8. Bienvenido a casa. Parte 2.

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Capítulo largo. 

[...] Viéndose fijamente y Zim aún dentro del otro, se abrazarían de forma apretada, para después, seguir besándose, pero de forma suave...

-Z-zim... ¿Por qué sigues dentro de mí? -Preguntó el humano con una sonrisa intrépida. 

-Oh, cierto, uhm... es que, quiero yo también ver algo sobre la anatomía humana masculina. -Rió. 

-¿Pero qué es lo que quieres sAH... ¡ZIM! ¿QUÉ HAC... AGH -Gritó el oji café de forma ahogada al sentir que el irken estaba moviendo su miembro a voluntad para masajear su próstata y así provocar que sintiera más placer. 

-P-pero, Zim... Esto ya me lo habías hecho ¿P-por qué continúas? -Preguntó el pelinegro mientras se mordía los labios. 

-Porque no tienes idea de lo mucho que me encanta verte pedir más, no tienes idea de lo que me provoca verte tan sumiso, entregado hacia mí, pero sobre todo, sentir que tengo el control de todo... -Replicó el extraterrestre acercándose poco a poco hacia el cuello del otro para comenzar a besarlo y morderlo de forma sutil. 

-¿De qué se trata todo esto, ah? 

-Se trata de... se trata de... -Se detiene y mostrándose cabizbajo, saca su órgano sexual del cuerpo de Dib. 

-¿Qué sucede, Zim? ¿Acaso hay algo de lo que me tengas qué informar en este momento? -Preguntó con serenidad, acercando su mano hacia el mentón del alienígena. 

-Es tan patético... D-dib, yo... quiero hacerte vivir los mejores momentos de tu vida, es por eso que me esfuerzo tanto en complacerte, tú... ARGHHH, POR LOS ALTOS, DEBO DEJAR DE SER TAN RIDÍCULO. -Gritó el extraterrestre con emociones mezcladas, quería abrir su "corazón" pero algo lo detenía, le daría rabia mostrarse tan vulnerable enfrente de la persona que alguna vez intentó dejar sin vida...

-Zim, no eres ridículo, eh... ¿Algo tonto? sí, la verdad, pero no es el punto, tú... ahora que no tienes una misión y a quién servirle, podríamos juntos... P-podríamos, agh, no lo sé. 

Acto seguido, el oji café procedería a sentarse frente al irken, aún seguían desnudos del ombligo hacia abajo, lo que le parecía un poco incómodo al humano, por ello comenzaría a subirse sus pantalones. 

-Siento que no es momento, Dib, discúlpame por llenarte de sermones, simplemente sentía la exhaustiva necesidad de hablar con alguien. 

-Descuida, aquí estoy contigo. -Respondió el pelinegro mientras tomaba las manos de quien fue su archienemigo en años pasados. -Vamos, Zim, vístete. Aquí tienes. -Argumentó con una sonrisa, brindándole los pantalones al alienígena. 

✿✿✿

Días habían pasado desde la última vez que los dos se habían visto, todo parecía ir tranquilo, pues Zim y Dib se habrían puesto de acuerdo para regresar al resto de la familia Membrana a su casa, pues ya era hora de que estuvieran donde pertenecen. Provocando en ellos un cambio de comportamiento muy drástico. 

-¡Hola Gaz, hola padre! ¿Cómo han estado? Los eché mucho d-de menos. -Expresó Dib exaltado, recordando que debía mantener en secreto la simulación de la realidad en la que estuvieron, tratando de actuar como si todo estuviera normal. 

-¿Por qué te emociona tanto vernos Dib? No seas ridículo, si solo vamos llegando de dar un paseo en montaña rusa, a la que no quisiste ir, por cierto. 

-Oh, sí... claro, eh... Es que es la más peligrosa del mundo y, y... me da alegría verlos aquí. 

El pelinegro sabía que el irken simularía un paseo en montaña rusa para que Gaz y el profesor Membrana no sospecharan que estaban siendo traídos de nuevo a la tierra. 

Sexología Irken.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant