Capítulo 15

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Leves golpecitos en la puerta me alejaron de mis fracasados intentos por conciliar el sueño.

Me había quedado trabajando en el nuevo diseño durante el resto del día, buscando huir de cada pensamiento que se interpusiera entre mi objetivo y mi accionar. Lo conseguí, pero los pensamientos no desaparecieron, si no que se pausaron y esperaron pacientes el momento para salir a flote. Y ese momento era justo aquel: cuando me disponía a dormir.

Observé la puerta en silencio, preguntándome si había escuchado bien. Los golpes se repitieron y entonces me levanté.

Mientras caminaba para abrir, tuve un deja vu de aquella noche en la que mi mundo se tambaleó ante su presencia. Tuve que detener mi caminar para poder recuperarme de aquel recuerdo.

Respiré profundamente, avancé los últimos dos pasos y abrí.

En ese momento, el deja vu se hizo realidad. Nuevamente, él. Nuevamente, aquella situación en la que todo mi ser parecía olvidar la lógica y se veía dominado por el sentir.

—¿Qué haces de nuevo aquí? —mascullé con un tono enojado mientras daba un paso hacia atrás.

Él aprovechó ese espacio para ingresar a la habitación y cerrar la puerta.

—Luché todo lo que pude. Hasta aquí pude.

Fruncí el ceño.

—-¿De qué hablas?

—De esto, Amanda. De lo que sucede.

—Mira. Tengo sueño, ya hemos pasado por esto una vez y me has dejado bien en claro la situación. Explícate rápido que quiero dormir.

Suspiró profundo y clavó sus ojos en los mios, a una cercanía peligrosa.

—Esta bien. Te lo explicaré lo mas rápido que pueda.

Acto seguido, tomó mi barbilla con suavidad y acercó sus labios a los mios.

El calor viajó por mi cuerpo junto a las cosquillas de mi estómago. Estaba flotando y lo único que me hacía consciente del momento era el golpeteo de mi corazón en mi pecho.

—Espero que hayas entendido.

Quise decirle que si, que no hacía falta mas, y volver a sus labios. Una y otra vez.

Pero la voz de Emilia llegó a mi mente.

Tal vez era momento de que un poco de lógica llegara a mi, al menos para evitar un accionar del que luego me podría arrepentir.

—No. Te escucho.

Mis palabras parecieron confundirlo. Y algo en mi se rompió tras esa reacción. Tuve que luchar con mis ganas de ignorar todo y acercarme a él para pegar mi cuerpo al suyo.

Avancé hacia la silla y me dispuse a seguir con la línea de mi actuación titulada: un intento de salvarme a mi misma de emociones posiblemente destructivas.

—No sé por donde empezar —me dijo después de un silencio que pareció bastante extenso—. Podría decirse que pensé que lo que pasó la otra noche fue un impulso de la idiotez. Tal vez lo fue, pero hubo más... mucho mas.

—¿Qué mas?

—No se como explicarlo. Se siente muy nuevo para mi. Luego de pensar eso fui al viñedo y me hizo tan bien, que confirmé que había sido una idiotez. Nos puse en peligro a ambos por algo que no tenía importancia.

—¿Así que no la tiene?

—Déjame terminar, por favor.

Mi sentir estaba desorientado. No sabía a qué puerto llegaría todo eso.

—Estuve bien, pero eso solo fue un par de días. Y luego, lo único que quería era volver a sentir lo que había sentido cuando estuve contigo. No sé que es, no sé si puedo ponerle nombre, no sé que tan bueno sea todo esto... Pero me pasa. Y me gusta cuando me pasa.

Si antes me había costado luchar con mi sentir, en esos momentos y tras esas palabras, se me hizo una batalla casi imposible.

—¿Y entonces?

Lo único que quería era que llegara a un punto final que me permitiera levantarme de mi asiento y acortar la distancia de pocos metros que nos dividía.

—Y entonces, no sé. No sé que sientes tú al respecto, pero si quieres, puedo ofrecerte esto —dijo abriendo ambos brazos—. No es mucho, tampoco es una promesa de un futuro, tal vez es poco. Pero es lo que tengo...y quiero vivirlo contigo.

—¿No nos traerá problemas?

—No, confía en mi. Prometo cuidarte y cuidar tu participación en el concurso.

Entonces, tras esas palabras, sentí la seguridad que necesitaba para ponerme de pie y comenzar a acercarme a él.

—Todos estos días estuve intentando luchar contra lo que sentía. Nunca tuve éxito en ello, siempre fui mas sentimiento que mente.

Llegué a él y pude contenerme para decir las ultimas palabras.

—Me alegra poder dejar de luchar y dejarme llevar.

Tras esas palabras, los frenos desaparecieron al igual que la distancia. Lo tomé suavemente por el cuello y acerqué mis labios a los suyos, dejando ir toda la lucha que había estado librando.

Sus manos me tomaron por la cintura, haciendo que nuestros cuerpos se encontraran como hacía tanto lo había estado deseando. La lógica había desaparecido y en esos momentos solo había lugar para el placer.

Avanzó llevándome consigo hacia la cama que estaba desarreglada por mis vagos intentos de pegar ojo. Cai de espaldas y sentí el peso de él sobre mi. Sentirlo era mil veces mejor que haberlo imaginado.

Con mis manos busqué el lugar donde comenzaba su pantalón, para poder sacar su camisa de allí y empecé a tirar hacia arriba. Él me ayudó levantando los brazos y entonces, su torso quedó al descubierto.

La luz era tenue, pero me permitía maravillarme por su piel y sus músculos; solo un segundo porque mis labios necesitaron volver a los suyos.

Sus manos empezaron a buscar piel entre la unión de mi remera y mi pantalón corto, y cuando la hallaron, subieron por mi espalda erizando todo a su paso. Solo unos centímetros las separaban de mi busto descubierto, y no tardó en llegar a él con caricias suaves y tentadoras. Poco a poco se fue acercando y con uno de sus dedos acarició uno de mis pezones haciendo que todo se quedara congelado en ese movimiento, en ese segundo, en ese pequeño gemido que logró robarme.

Besó mi cuello y siguió acariciándome, haciendo que todo mi ser quisiera mas.

En ese momento iniciamos un viaje hacia el paraíso, donde me fui descubriendo en sensaciones que pocas veces había llegado a experimentar. Caminar juntos hacia el placer se convirtió en un hecho que deseaba repetir una y otra vez.

Y el me invitaba a navegar esos mares de tentaciones de maneras diferentes y atractivas.

Las horas, el lugar, lo correcto... Todo pasó a un segundo plano cuando nuestras respiraciones, nuestras miradas y suspiros llenos de placer se encontraban surcando la noche.

En un punto, caímos exhaustos y me permití apoyar mi cabeza sobre su pecho. Él me abrazó y con su otra mano recorrió mi cuerpo desnudo.

—Quiero esto. Una y mil veces —me dijo.

—Siempre —mascullé yo antes de cerrar los ojos y dejarme llevar por el instante perfecto que estaba viviendo.

Vistiendo a la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora