Capitulo 02🌃

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Atención:
Cuando se hable en chino mandarín se escribirá en cursiva, y en español al contrario.Ej:

Dios es mi pastor—. Chino Mandarín

Dios es mi pastor—. Español

Sigue a Dios, aún así no lo entiendas

El día que llegamos a Shangái, nuestro temor y nerviosismo nos hacía torpes tanto para comunicarnos como para trasladarnos de un sitio a otro.

Las personas miraban fijamente nuestro extraño comportamiento e interacción con el exterior, como dos locas recién salidas del manicomio.

Caminábamos entre las personas que iban de allá para acá, el ambiente de ciudad era muy acentuado. Luces brillantes nos encandilaban porque poco a poco el sol se escondía y la ciudad se encendía.

Emma y yo discutíamos sobre qué ruta tomar para llegar a nuestro esperado destino final, en medio de una de las aceras a orillas de los gigantescos edificios modernos cuando captamos la atención de uno de sus ciudadanos.

Era un hombre de piel rosada, con panza pronunciada y falto de cabello, sus mejillas eran redondas y rellenas, era de aspecto bastante rudimentario y descuidado, de aproximados 50 años o más. Se dirigió a nosotras y pronunció:

—¿Ustedes son latinas?—. Duramos unos segundos para procesar sus palabras de chino mandarín a español en nuestros cerebros, para luego responderle, mi boca permaneció cerrada y esta vez, respondió Emma:

Así es—. La pronunciación de Emma era realmente pobre ante los nervios que la doblegan. Pero era natural tener los nervios de punta en un lugar que solo vistes en televisión un par de veces.

Él se nos quedó mirando con una sonrisa enmarcada en su rostro, soltó una carcajada de manera sorpresiva. Nos hizo sobresaltar a Emma y a mí:

—¿Son venezolanas, no es así?—.
Mis ojos se abrieron como platos, ¡tenía un español perfecto! contraje mi rostro en confusión y respondí de manera inmediata:

—¿Cómo lo sabe?—. Lo miré fijamente esperando su respuesta

—Viví en Venezuela durante 15 años y soy dueño de un supermercado en Caracas, mis dos hijos nacieron allá—. Al fin comprendí porque dominaba el español y el por qué reconoció que somos venezolanas, convivió con mis compatriotas mucho tiempo, hasta sus hijos son venezolanos, chinos venezolanos.

—¿Y porque volvió a China?—. Emma le dirigió la palabra, a mí también me causaba curiosidad la respuesta.

—. Ah, solo estoy de pasada, acompañe a mi hijo menor. Él quiere estudiar la universidad aquí, y no se lo pienso negar. Al mayor le gusta más el dinero y es encargado del supermercado—. Soltó una carcajada—, se parece tanto a su padre—. Emma y yo nos miramos, y luego de intercambiar palabras, le pedimos indicaciones para encontrar el sitio que tanto buscamos.

Caminamos sin descanso, calle tras calle, hasta que abordamos un metro, rodando con nuestras pesadas maletas que ya pasaban factura a nuestros debilitados hombros y sedientas lenguas.

Al entrar al metro, no evite observar a detalle las personas que hacían parte de él, a tal punto que mi mirada se volvió pesada y con vergüenza me tape la cara.

Justicia De Dios(Sin Editar)Where stories live. Discover now