Capítulo 08 🥤

31 18 2
                                    


Más de ti y menos de mí.

Soy el profesor de inglés Mao,— Entornó sus ojos despectivos de manera insistente sobre mí, me escaneó sugerente de arriba a abajo como si quisiera evaluarme hasta físicamente. Su aspecto era circunspecto, neutro y serio, su piel era tan pálida y arrugada que parecía pronto a jubilarse. Sin embargo, poseía cierta rudeza, como si su cuerpo no estuviera tan débil como la piel flácida que incluso colgaba de su cuello—Señorita Gómez, verá, no quiero evaluarla de ninguna forma, pero mi trabajo me obliga, porque creo que una persona de su procedencia no debería trabajar en un instituto como éste.

Confesó, así sin más, como si juzgar de esa forma fuera lo más  correcto del mundo. Como si tratar de ofender a alguien de ese modo fuera un aspecto trivial también de las presentaciones.

Giré mi rostro para observar a los chicos del salón, niños de entre 14 a 15 años, cuyos oídos estaban atentos a la conversación, algunos emitieron chillidos, contuvieron risas o hicieron gestos que no logré comprender, sólo sé que eran reacciones a las palabras dichas por el profesor Wú.

El cual se hallaba analizándome con  ojos suspicaces, escrutando mi rostro en busca de algo. Algo que no le quise mostrar, tal vez mi reacción ante tales palabras.

Debilidad.

Esos niños a simple vista, lucían como seres inocentes dentro de esos uniformes simples y llanos, pero no lo eran y ahí me di cuenta.

El profesor Wú esbozó una sonrisa de suficiencia y aún, así prosiguió sus absurdas palabras: —Yo no permitiría que una pueblerina, que come tacos, y canta rancheras trabajé en un instituto de esta categoría, la mandaría a lavar baños a un motel. Pero, si la Directora Juyeong le dió la oportunidad, es triste verle rebajandose a alguien como usted.

La carpeta que traía en manos, cayó al piso estrepitosamente, cada hoja revoloteo hasta su improvisado aterrizaje en el austero piso, mis manos flaquearon en un ligero temblor y sostén de la misma, apenas lo procesé tome cada una y la guarde dentro, arrodillada a los pies del profesor Wú, cabeza gacha y con un palpitar agresivo que oprimía mi corazón y tensaba mis músculos, me esforcé por levantarme pero ni cuerpo se sentía como mantequilla derretida, así que resbalé, mientras esto sucedía...

La risas explotaron, así como yo.

Risas tormentosas que se colaron en las profundidades de mi cerebro retumbando en dolorosos ecos y haciendo hincapié en la migraña que me ataca desde tempranas horas de la mañana. Fruncí mis cejas, arrugué mi rostro, y sólo quise salir corriendo con mis brazos a los lados de mi cara tapando mis sensibles oídos, sólo quise huir, no afrontar esta situación y actuar como realmente soy yo.

Pero, basta de la cobardía.

Resoplé con fuerza como cual toro siendo coleado, ladeé mi rostro dedicándole una mirada perturbadora y asesina, es que... ¡Ya estoy harta!, mi paciencia no proviene de una fuente infinita caída del cielo.

Me levanté con verdadera voluntad y erguí mi postura frente a todos, reacomodando mi cabello y mis ropas.

Tal vez, no es justo recibir tantas bofetadas.

Recobré la calma mental, que desde hace momentos había perdido y hablé con suma tranquilidad, para verme inalterable aún no fuera así.

Primero, que sea latina no significa que sea pueblerina. Segundo, no como tacos, como arepas. Tercero, no canto rancheras, canto música llanera. Por último, antes de ser xenófobo, culturícese un poco y antes de hablarle así a un postulada, sea ético, limítese a cumplir su trabajo y guardar absurdas razones para usted mismo.  Es triste como un profesor de su categoría se rebaja hablando absurdas e ignorantes palabrerías provenientes de creencias xenófobas, porque con mente tan podrida no debería enseñar a niños, debería lavar baños.

Justicia De Dios(Sin Editar)Onde histórias criam vida. Descubra agora