Capitulo 07🏫

49 22 5
                                    

Dios es mi Pastor

—Soy profesora —Vociferé observando mi reflejo en el espejo.

Mi segunda profesión, la pretendo dedicar a la labor de Dios a través de las obras que me envió a lograr en este mundo. Porque su sello me marca y sus ojos están puestos en mí, yo soy una de sus hijos

—Con fé en Dios, lo lograré.— Me dije a mi misma aún observando mi reflejo. Cuando no tienes nadie a tu lado que te aliente, lo tienes que hacer tú mismo. Sobretodo recordar que ese aliento es Dios.

Dios es el móvil de mi vida, el que empuja la rueda de mi existencia. Es mi anhelo, mi esperanza en la vida, mi fé en el porvenir y el amor por lo que hago es por Él y para Él. La verdad pienso que mi vida sería vana sin Dios. Sería un cascarón vacío, un objeto inútil, una muñeca de porcelana resquebrajada hasta que finalmente, se quiebre y no quede nada para remediarlo, porque una vez roto, aún así, sus piezas se adhieran no podrá ser igual. Por eso siempre Dios será mi Pastor, Jesús mi Salvador y El Espíritu Santo mi Don, porque aunque no tenga nada en el mundo con ellos tendré todo.

Cuando conocí a Dios, le entregué mi alma y mi cuerpo. Fue en un dulce atardecer en plena ceremonia de una iglesia, en mi corazón sólo hubo lugar para sentir su maravillosa paz y amor que pronto florecieron dentro de mí haciendo brotar el jardín más hermoso, para nunca más marchitar porque las conservaría y cuidaría como mi tesoro más preciado, porque donde está tu tesoro ahí está tu corazón.

—Yo soy para Dios, y Dios es para mí. —Pronuncié lentamente, atando una cola de caballo temporal a mi cabeza

Ese mismo día al llegar a casa, entré a mi habitación, me postré, oré y puse mi alma entera en aquella oración, la esencia de mi vida. Me entregué a lo que no es pasajero, a lo que no es vano, a lo que no es carnal sino que trasciende más allá hacía lo perfecto, lo santo, lo bueno, lo prodigioso. Tenía catorce años y ahí me di cuenta, que yo siempre le pertenecí a Él, siempre; por ende, quería que mi vida fuera dedicada a Dios, en cada obra ejecutada, mi cuerpo sería el santo templo de su alabanza, alejándome del mundo, su concupiscencia y maldad.

Ya me había entregado al amor de Dios, ya no hay vuelta atrás. Tengo 28 años y sigo cumpliendo el pacto que hice con Él, lo amó como nunca he amado a alguien, y no lo cambiaría por nadie, porque Él siempre estará de primero. Así que, sólo soy yo para Dios siguiendo la corriente de este mundo de la cual me es imposible escapar mientras viva.

Recuerdo, aún a mi padre, siempre desaprobando mis actos y decisiones, creo que el pecado más grande que he tenido en la vida es un severo rencor hacía él, por nunca apoyarme en lo que realmente me importa y menospreciarme en todos los casos. Si tan sólo no me hubiera oprimido, tal vez yo fuera distinta, seguramente estuviera en Venezuela con una cargo en la iglesia y no aquí en China buscando lo que no se me perdió, hubiera renunciado a mis sueños para cumplir el más grande, servir a Dios enteramente, eso no quiere decir que no le doy gracias a Él por estar aquí. Es la más grande aventura que he tenido, puedo decir que he madurado.

Me alejo del espejo, quito mi toalla y procedo a enfundarme.

Me ajuste el brasier y luego introduje mis brazos en el blazer de mangas largas, cerré cada botón hasta el cuello. Tomé la falda larga de color crema y la subí por mis piernas hasta ajustarla a mi cintura por fuera de mi blazer.

Me dirigí al clóset y cogí uno de los chalecos colocándome frente a mi espejo en el fondo de mi habitación, lo ajusté alrededor de mi espalda y cerré sus botones hasta el límite, debajo de mis pechos.

Peine mi largo cabello y recogí en un par de trenzas desde mi coronilla hasta mi cintura. Mis pálidas manos temblaban en el acto. Sin aretes, sin maquillaje, sin joyas, así soy yo, una mujer sencilla agradable a Dios.

Justicia De Dios(Sin Editar)Where stories live. Discover now