Capítulo 7 - Parte I

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Capítulo VII — Una Cuerda Con Mil Nudos En Desorden.

乱绳千结。

ADVERTENCIA: Este capítulo puede contener elementos y temas de carácter maduro. Se recomienda la discreción de los lectores.

La alfombra de color rojo pálido estaba bordada con ricos diseños de peonías en oro, y los altos pilares de la sala estaban profusamente decorados con dragones realistas enroscados con avaricia alrededor de imponentes pilares chapados en polvo de oro y piedras preciosas—— Al fin y al cabo, formaba parte de la lujosa ciudad imperial de la Dinastía Datong, que era conocida por su extravagancia y civilización, y aunque esta sala no era más que un salón lateral, su opulencia y esplendor eran suficientes para deslumbrar a este grupo de personas comunes y corrientes, los cuales no podían evitar quedarse boquiabiertos ante la grandeza de todo aquello.

Sin embargo, a Lu Cang no le interesaba admirar las decoraciones del palacio imperial, que rara vez eran vistas por la gente común. Simplemente, se arrodilló con la cabeza inclinada en la fila de los cien ganadores de la Asamblea de Héroes, mientras mantenía un debate interno sobre si debía regresar a Hangzhou por tierra o por agua.

El eunuco magníficamente vestido que se encontraba en los escalones de la sala, había estado leyendo un extenso y redundante edicto imperial desde el momento en que entraron en la sala, y a Lu Cang le resultaba cada vez más molesto escucharla—— Debido a las excesivas exigencias de Jing sobre su cuerpo la noche anterior, así como a la incómoda posición de rodillas, le dolía todo el cuerpo y sabía que sus rodillas no podían sostenerlo por mucho tiempo. Lu Cang movió subrepticiamente su cuerpo hacia atrás para llevar sus caderas hasta los tobillos, y finalmente se sintió un poco más cómodo.

Detrás del eunuco había una delgada cortina que llegaba hasta el suelo, y tras ella se sentaba el Emperador Jing Zong, que siempre había sido conocido como una figura misteriosa en la Dinastía Datong—— La cortina era tan densa que lo único que podían ver los presentes en la sala era la vaga silueta de una persona sentada detrás de ella.

Quizá porque era más feo que un fantasma es tan reservado, ¿verdad?

Lu Cang murmuró en el fondo de su mente.

Siendo un bandido de la montaña, ciertamente no veía al Emperador como una figura mítica en las alturas, y ver lo pretencioso que era este Jing Zong hizo que su disgusto fuera tres veces mayor.

"——¡Este es el edicto imperial del día!"*

(*钦此 [qīn cǐ]: El fin del edicto del emperador. Lit. significa Aprecia esto... pero en si, la palabra Qin significa que el emperador vino aquí para dictar el edicto en persona (visita aquí). Más información al final...)

El eunuco finalmente terminó su discurso innecesariamente florido, la mitad del cual los plebeyos y artistas marciales no muy educados no podían entender de todos modos, y concluyó con una voz alta y brillante.

"¡Gracias Su Majestad por tu bondad——!" La multitud coreó al unísono, y Lu Cang no tuvo más remedio que seguir a las masas e igualmente inclinarse.

—— Gracias, tu madre. Lu Cang bajó la cabeza y fanfarroneó, maldiciendo en secreto, pero volvió a tener una mirada sumisa al enderezar la espalda.

Haa, por fin ha terminado. Lu Cang casi dejó escapar un largo suspiro en el acto: éste debería ser su último evento en esta desafortunada ciudad, y la idea de volver a ser el bandido de la Montaña Lu Cang, que tanto anhelaba, le dio un repentino impulso de reírse a carcajadas.

El eunuco se retiró, pero, para su consternación, otro funcionario con una túnica púrpura lo sustituyó. Lu Cang miró a su alrededor, pero se dio cuenta de que todas las personas que lo rodeaban sonreían, como si estuvieran a punto de ser ascendidos y enriquecidos.

El Dragón ColoridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora