Capítulo 10 - Parte II

57 8 0
                                    

Capítulo X — El Amor que Fluye de un Arroyo Claro.

清涧流情(完)。

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene elementos y temas de carácter maduro. Se recomienda la discreción de los lectores.

"No tengas miedo, no te mataré. He escuchado la verdad de Xizhen..."

"¡¿Qué?! ¡¿Qué has dicho?!" Lu Cang se sorprendió tanto que se olvidó de huir y se esforzó por darse la vuelta para preguntar a Jing: "¡¿La verdad?! ¡¿Qué verdad?!"

Ahora su posición había cambiado a un abrazo cara a cara.

Jing permaneció tranquilo y sereno, apretó los brazos y dijo: "El asunto de la píldora que envenenó y mató a Yongyi, en realidad fue dada por Xizhen."

"Ahh..." El corazón de Lu Cang se apretó bruscamente. Por un momento, fue incapaz de hablar, sólo pudo mirar inexpresivamente a Jing.

"¿No lo entiendes?" Jing inclinó la cabeza, adoptando una postura más cercana al oído de Lu Cang. Un aliente caliente que hacía cosquillas pasó por la cara de Lu Cang: "Sé que la muerte de Yongyi no tiene nada que ver contigo, has limpiado tu nombre de toda injusticia..."

Todo lo que Lu Cang sintió fue una ráfaga de aire caliente y humeante que volaba a toda velocidad por su cuerpo y le obstruía el pecho. Pero aun así no podía decir una sola palabra—— Todas las heridas de su cuerpo le dolían y sentía como si se las desgarraran todas a la vez. Tan dolorosas que casi le daban ganas de acurrucarse de la agonía.

El fondo de su corazón humeaba como agua hirviendo. Sin embargo, Jing seguía besándole ligeramente con los labios calientes y húmedos, mojando los suyos.

Sin saber de dónde procedían las fuerzas, Lu Cang apartó violentamente a Jing y se puso en pie con dificultad, envolviéndose en su andrajosa túnica exterior y tambaleándose en dirección a la orilla del arroyo.

Jing se sobresaltó y se precipitó tras él, tirando con fuerza de Lu Cang, que ya había llegado al arroyo: "¿Por qué estás tan enfadado, sin motivo alguno? Obviamente, deberías estar contento."

Lu Cang se mordió los labios con fuerza y no miró hacia atrás, y sólo después de un largo rato soltó algunas palabras: "¿Contento? ¿De qué tengo que alegrarme? ¿Qué hay de la Princesa Xizhen, sigue siendo Su Señoria la Consorte Imperial?"

"¿Cómo puede ser eso posible?" Jing pareció darse cuenta de repente de lo que estaba pasando: "Después de todo este tiempo, sigues tomando vinagre* y soportando la amargura que ella te provoca..."

(*Comer o tomar vinagre significa tener celos de o hacia otra persona.)

Extendiendo los brazos, abrazó a Lu Cang con fuerza por detrás: "Ella confesó sus pecados y se cortó el cabello para convertirse en monja."

Lu Cang se estremeció ante la respuesta. "Ah..."

Le vino a la mente el encantador rostro de aquella joven. No importaba cómo, Lu Cang no podía relacionar a la Princesa Xizhen, que tenía un alto estatus y siempre vivía en la comodidad, con una joven monja budista, que de ahora en adelante pasaría sus atardeceres en un pequeño y solitario convento. Al recordar la expresión de ese delicado rostro mientras miraba a Jing, y al pensar en lo desconsolada y desesperada que estaba ahora la joven, su corazón se retorció en un nudo.

El calor corporal de Jing seguía llegando desde su espalda, pero Lu Cang se sentía como si estuviera separado de él por una enorme capa de hielo—— El egoísmo de Jing, junto con su incapacidad para amar, realmente le infligía desprecio. Sin embargo, el hecho de que amara y anhelara a este hombre le heló aún más el corazón.

El Dragón ColoridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora