La apuesta

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El camino a casa de mis abuelos fue tranquilo. Richie y yo hablamos de varias cosas. De mis estudios, de si tenía ganas de acabar ya la universidad, si P'Freen iba a acompañarnos cuando viajáramos a Londres para la graduación... P'Freen, no hacía mucho, me había dicho que había despejado su agenda la semana de la graduación para venir con nosotros, por lo que quería que le guardase una entrada para poder ir a verme. También me dijo que la avisara cuando fuésemos a comprar los billetes de avión, para darnos el dinero y que le comprásemos el suyo a la vez.

Mis abuelos vivían en, casualmente, el pueblo donde Khun Sam llevó a Mon a comer gambas de río. Cuando se rodó ese capítulo aproveché para llevar a conocer a P'Freen a mis abuelos. He de decir que se ganó el corazón de los dos en tan solo media hora.

Una vez llegamos, salimos del coche y llamé a la puerta de la casa. Mi abuela abrió la puerta y me dio un abrazo.

-Abuela, te echaba de menos -dije abrazándola con fuerza y devolviéndole el abrazo. Normalmente en Asia no se dan tantos abrazos, pero mis abuelos siempre habían sido así con nosotros. Mi hermano y yo éramos sus únicos nietos y siempre habían sido muy cariñosos.

Diría que mis abuelos tenían un pensamiento muy moderno y abierto para la edad que tenían. No es que fueran mayores, tenían 67 y 68 años, pero la mayoría de gente de su edad son muy diferentes a ellos.

Durante la emisión de 'GAP, the series' estuvieron enganchados a todos los capítulos. De hecho, ambos me llamaban cuando acababa un episodio para que les contase qué iba a pasar en el siguiente porque no podían aguantar la intriga. Mi abuela veía los episodios en el ordenador que tenían después de haberlos visto en la tele, porque decía que en la televisión se cortaban las escenas, que ella quería ver más carne.

-Hola cariño -me soltó para abrazar a mi hermano después-. Corred, entrad que el abuelo está fuera en el taller arreglando un mueble.

Cuando entramos a la casa a saludar a mi abuelo, me llegó un rico olor a comida. Mi estómago gruñó. Era algo que no podía evitar, la comida de mi abuela era una delicia y no se podía comparar con ninguna otra, ni siquiera con la de mi madre, y esto era algo que ella ya tenía asumido.

Mi abuelo me abrazó en cuanto llegué y me levantó en brazos.

-Niña vas a tener que venir a comer más a casa de la abuela, estás mucho más delgada, apenas pesas ya nada. Mira abuela, la puedo levantar ya con un brazo -dijo mientras yo me reía.

-Abuelo, para ya -dije mientras me bajaba al suelo-. Como bien, te lo prometo. Es solo que con tanto estrés no paro por casa.

-Nos asustamos mucho cuando te ingresaron, cariño -dice mi abuela poniéndose a mi lado. Pasé un brazo a su alrededor y la abracé.

-Lo sé abuela, yo también me asusté. Pero os prometo que ya estoy bien.

-Ya te digo que está bien abuela -dice Richie mientras abraza a mi abuelo-. El otro día me hizo una llave en el sofá y casi os quedáis sin el nieto más guapo e inteligente.

Le saco la lengua a modo de burla y él hace lo mismo mientras los abuelos se empiezan a reír al vernos.

-Bueno niños, vamos a comer que se enfría -dice mi abuela.

Una vez habíamos comido y recogido la mesa, mi hermano y yo nos ofrecimos para fregar todo ante la negativa de mis abuelos. Aunque finalmente nos salimos con la nuestra y fuimos a fregar.

Mi hermano estaba fregando los platos mientras yo los secaba. Era algo que hacíamos desde pequeños, no porque él fuera un chico se quedaba sin ayudar en casa. Nuestros padres nos educaron para que ambos en la casa tuviéramos las mismas responsabilidades, como debía ser.

El mar, el cielo y tú  |FreenBecky|Where stories live. Discover now