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— Llaves. —Dino sujetó la mano de Jeonghan, que se movía nerviosamente tras él, mientras se detenían frente a la puerta de su apartamento —: Umm...
— ¿Qué?
— Bueno, yo estaba algo apurado...
— ¿¡Dejaste la puerta abierta!? Jeonghan, vamos, ¡sólo responde!
— No llevo ni camisa, ¿qué te hace pensar que tengo mis llaves? —Todavía llevaba sus pantalones de gimnasia, su parka, y sí, sus Crocs, y Dino le había prestado un suéter que se veía ridículamente grande en él. No creía que le diera un aspecto más presentable, pero...no tenía importancia.
— ¿Sabes cómo es el crimen en esta zona, hace menos de una semana entraron en casa de mi compañero John, y vive a cuanto... diez minutos de distancia? Tienes que...
— No necesito un sermón, Dino.
— ¡A mí me parece que sí lo necesitas!
— Bueno, perdóname por no poner las alarmas y los aspersores antes de salir, pero había ¡un jodido espíritu en mi sala de estar!
— Eso es un poco exagerado ¿no crees? —Se rio Dino.
— ¡Daba miedo!
— Creí que habías dicho que llevaba pantuflas de conejito.
— Aun así ¡daba miedo!
— Gallina.
— Jódete.
— Sí quieres, puedo irme.
— No, por favor.
Dino sonrió y abrió la puerta —. Puedes entrar del todo. —Se rio entre dientes, y caminó hasta la sala de estar —: ¿Qué diablos hiciste? —Dio un paso con cuidado alrededor de los cristales rotos y los lirios en el suelo.
Jeonghan suspiró —: Se cayó, iba a lanzarlo sobre él.
— ¿Y entonces recordaste lo extremadamente homo que eres y que no puedes lanzar una mierda? —Divertido de sí mismo, Dino le dio su mejor sonrisa de comemierda.
— Sabes que los chistes de homosexuales son extremadamente ofensivos.
— Para cualquiera, sí.
— ¡Para mí también! —respondió brevemente, mientras examinaba la sala con cuidado sin acercarse al sofá.
— Nah.
— ¿Qué quiere decir con "nah"?
— Es tu culpa. Somos amigos, puedo ser tan ofensivo como quiera.
— ¿Y sí no fuésemos amigos?
Dino empujó una cortina, y se giró agachándose para mirar bajo la mesa de café con extrema cautela —: Bueno, entonces no se me ocurriría hablar contigo de esa forma.
— Eso es jodido.
— En realidad, soy yo siendo cariñoso.
— Eso es aún más jodido.
— ¿Tengo que recordarte por qué estoy aquí?
Jeonghan se cruzó de brazos y se quedó quieto. Miró a su alrededor. Su televisión estaba encendida, y la copa de vino estaba en el suelo. Aparte de los vidrios rotos del florero, y la marca en la pared donde la bola de nieve se había estrellado, todo parecía normal. Estaba empezando a sentirse como un gran tonto.
Dino regresó del cuarto de baño —: No está en la ducha. —Se rascó la cabeza y miró a Jeonghan con una ceja levantada.
Jeonghan suspiró y se dejó caer en el sofá, abatido —: Te juro que era real. Vi algo, lo sé.
Dino se sentó en el otro extremo del sofá —: ¿Tuviste un día muy duro?
— Lo tuve. Pero eso, nunca me hizo alucinar antes.
— ¿Qué pasó?
Jeonghan gimió y movió su mano hacia él con un gesto desdeñoso —: Lo de siempre. Vomitaron sobre mí de nuevo.
Dino se echó a reír pero rápidamente se detuvo —: Creo que, el que te vomiten encima regularmente, es suficiente para enloquecer a cualquiera.
— Un viejo... no importa. —Se encogió de hombros —. No era como si le importara.
— ¿Qué?
— Me llamó marica.
— Te han llamado cosas peores. —bromeó Dino, encogiéndose de hombros.
— Gracias por el apoyo.
— Ah, vamos. La gente mayor puede ser un poco...
— No me dejaba tocarlo. No quería contagiarse de sida.
La sonrisa burlona de Dino desapareció lentamente —: Oh, ya veo. —Dino se movió incómodo en el sofá —. Bueno, que se joda el viejo hijo de puta. No te conoce.
Jeonghan se encogió de hombros otra vez —: No importa. —Jugó con las mangas del jersey de Dino, que cubrían sus manos —. Fue vergonzoso, hizo que la gente me viese de forma distinta. —Jeonghan miró a su lado, a Dino, mientras se aclaraba la garganta.
— ¿Necesitas... Un abrazo, o algo así?
Jeonghan bufó y meneó la cabeza, continuó jugando con sus mangas —: Todo está bien, soy un chico grande y todo.
Dino volvió a suspirar —. Ah, infiernos, ven aquí.
— ¿Qué? —preguntó a Jeonghan con diversión.
— Nos vamos a abrazar. —Se movió más cerca de Jeonghan, colocando el brazo sobre sus hombros y lo atrajo hacia sí —: Te gusta esta mierda de los abrazos, y estoy tratando de ser un buen amigo, así que acéptalo.
Jeonghan se echó a reír cuando recibió masculinas palmadas en la espalda —: Gracias, hombre, sé cuánto te estás sacrificando.