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Jeonghan dio un paso atrás de forma automática mientras Mingyu entró en el apartamento. Jeonghan cerró la puerta y miró a Joshua cuando Mingyu se tiró en el sofá, colocando los pies calzados con botas sobre la mesa de café. Joshua se levantó y se alejó del sofá, la expresión de su cara era de puro disgusto.
— Te llamé hace poco y no me devolviste la llamada. —Mingyu miró a Jeonghan con maliciosa y evaluadora mirada, mientras se inclinaba hacia adelante y se quitaba la chaqueta, tirándola en el extremo del sofá, en el lugar de Joshua —. Así que pensé en venir y ver cómo estabas.
— Estoy muy bien, Mingyu; serías tan amable de quitar tus pies de mi mesa.
Mingyu se rio y bajó los pies, extendió las piernas mientras se encorvaba. El hombre sabía exactamente lo guapo que era, y eso molestaba a Jeonghan infinitamente. Miró en dirección de Joshua y sintió un tirón en el pecho al ver la profunda expresión infeliz e incómoda en su rostro. Mingyu llamó su atención dándole palmaditas al sillón.
— Tómate un descanso conmigo, Jeonghan. Tenemos que ponernos al día.
— No estoy de acuerdo. De hecho, creo que debes irte. En realidad, estaba... eh, estaba en medio de algo, así que.. —Asintió.
Mingyu resopló —: No, no lo estabas. —Miró a su alrededor —. Tu lugar nunca cambia, eso me gusta. —Le dio unas palmaditas en el estómago —. Sabes, me salté el almuerzo de hoy. Podrías prepararme algo de comer, ¿verdad? —Se quitó las botas, dejándolas caer al azar sobre el suelo, y sonreía hacia a Jeonghan.
— Este tipo es realmente un gilipollas falto de tacto. —murmuró Joshua, con sus brazos cruzados sobre el pecho a la defensiva.
Jeonghan no se lo reconoció, pero no podía estar más de acuerdo. Mingyu era un tipo bien parecido, seguro, pero ¿por qué demonios había intentado alguna vez hacer que algo entre ellos funcionase?
— Mingyu... —suspiró pesadamente —. No estoy interesado, ¿de acuerdo? Sólo vete, por favor.
— Siempre estás interesado. —Mingyu sonreía —. Eso es lo que más me gusta de ti, tu facilidad.
— Muy bien, imbécil, fuera. —Jeonghan cogió sus botas, las lanzó delante de su puerta principal y la abrió para Mingyu —. ¡Fuera!
— ¿Qué diablos te pasa? —Mingyu frunció el ceño mientras permanecía de pie —. ¿Qué, de repente eres demasiado bueno para mí?
— No hay nada repentino en eso, ahora vete.
Mingyu sonrió y negó —: Está bien. —habló cuando se dirigía a la puerta —. ¿Hora de decir adiós?
Jeonghan asintió con nerviosismo y con sensación de malestar por tener Mingyu rondando tan cerca —: Creo que es lo mejor.
