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Jeonghan suspiró y se sentó con las piernas cruzadas en el suelo.
— No tienes por qué avergonzarte. —dijo con suavidad, enderezando un imán de Garfield en la puerta del refrigerador.
— Normalmente no soy tan emotivo.
— Joshua... —dijo Jeonghan con firmeza —. Tú... —Suspiró, suavizando su tono de voz —. Moriste. Moriste hace poco, y hasta ahora, no habías tenido ningún ataque emocional en absoluto. ¿No crees que tal vez esto se estaba construyendo y... Y...? —Se calló, frustrado.
— Terminó en un gran y lacrimoso, ataque histérico.
Jeonghan se carcajeó brevemente, lleno de afecto por su fantasma, y puso la palma de la mano contra la puerta del refrigerador —: Yo no lo llamaría ataque histérico.
— Ha sido toda una noche, supongo.
— Haz tenido una semana bastante mala, Joshua.
Jeonghan escuchó un tintineo a sus pies y tomó a Baldrick en su regazo —: Oye, ¿te despertamos? Mimó al desaliñado gato.
— Jeonghan, yo... Lo siento mucho.
— Está bien, no me importa que me mires, Joshua.
— No, quiero decir... Siento la invasión de tu hogar.
— Ya está bien. —Puso a Baldrick abajo —. Sólo deja de decir lo siento. —Escuchó a Joshua tomar una respiración profunda y trémula.
— Lo odio, Jeonghan. —Su voz era áspera, irregular —. No me gusta estar muerto.
— Joshua... —Murmuró Jeonghan, un nudo en la garganta. No lo digas.
— No es justo. Sé que es infantil decirlo, pero no es malditamente justo.
— Lo sé. —logró decir Jeonghan, tragando saliva.
— Te trataría tan bien, Hannie. Dios, serías mi mundo entero.
Jeonghan sintió un rastro de lágrimas por su mejilla, y resueltamente las limpió —: Shh, está bien, todo va a estar bien.
— ¿Cómo puede estar bien? ¿Cómo puede algo alguna vez estar bien cuando no puedo besarte, ni puedo tocar...?
