Capítulo 2. Elígeme

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Pasaron la noche entera charlando.

Izuku habló sobre su vida en el bosque de Safta, las mañanas recolectando huevos de gallina, sus tardes bordando a lado de su madre, las charlas con su padre y las noches que Denki escapaba de su casa para dormir con él, porque tenía un nuevo chisme que contarle. Le platicó de cómo los bárbaros atacaron su hogar, de la venta de su hermano como un esclavo y su llegada al palacio. Le contó que le fascinaba cantar y lo mucho que quería aprender a tocar la flauta.

Por su lado Katsuki habló sobre sus días en Aki, las veces que se escapaba a cazar faisanes con Kirishima. Le confesó su sueño de cruzar el mar hacia nuevas tierras. Lo mucho que anhelaba tener de vuelta sus días de adolescencia cuando todo era más fácil. Habló sobre las cientos de peleas que tuvo con su padre por todas las mujeres que se paseaban con él frente a su madre. Le contó de las noches que consoló a su mamá sintiéndose impotente por no poder hacer nada para calmar su dolor. Le habló sobre su afición a las joyas y cómo aprendió a hacerlas. Omitiendo tanto como pudo que en aquel tiempo era el príncipe del imperio y ahora el sultán.

Cuando ambos regresaron al pasillo el palacio estaba despertando.

Izuku tocó la almohada y se quedó dormido, pero fueron apenas unos minutos pues el día ya había comenzado, aunque él estuviera cansado. Sin embargo, estaba feliz, aquel hombre era maravilloso, tenía una voz profunda que le hacía temblar de excitación y el simple recuerdo de su aroma lo tuvo suspirando toda la mañana.

Pero su cuerpo estaba resentido, sin haber probado bocado a medio día se encontraba muy débil. Pero no le quedaba de otra más que esperar a la comida.

Bakugou despertó unas horas después de haber regresado a sus aposentos. Nadie lo culpó, incluso su madre creyó que estaba demasiado cansado por la campaña y el viaje de regreso. Nadie se imaginaba que estaba cansado por pasar la noche entera con un omega del que no sabe ni el nombre.

Pero lo averiguaría, eso definitivamente. Tras la reunión del consejo regresó al harem, a su llegada todos los omegas hicieron una prolongada reverencia, pasó por el frente de todos y se detuvo al final donde se encontraba el omega de rizos verdes. Era él, su aroma se había impregnado en su memoria tanto que lo reconocería entre una multitud.

Katsuki apenas había dado un paso en su dirección cuando noto que se tambaleaba.

Izuku se sentía increíblemente mareado, no tuvo tiempo de desayunar y la noche en vela tenían a su cuerpo sin energía. Solo recuerda el anuncio del sultán entrando al harén y después todo se volvió oscuro.

El omega cayó sobre sus brazos, el cuerpo totalmente flojo, Katsuki no se había percatado hasta ese momento de lo increíblemente delgado que estaba, lucia pálido y tenía unas ligeras ojeras bajo los ojos, aun así, le pareció el omega más hermoso que sus ojos habían visto. Apartó un mechón de la frente del peli verde y examinó su rostro. Las pestañas largas, los gruesos y apetitosos labios, la nariz pequeña y las delicadas pecas. Era jodidamente bello.

—Sultán.

Se levantó con el omega en brazos sin ser consiente del tiempo que pasó observándolo, carraspeo para aclararse la garganta. Yuga estaba frente a él con las manos extendidas.

—Deje que me encargue majestad.

Pero Bakugou no estaba dispuesto a soltarlo, no todavía. —¿Es que estás matando de hambre a los omegas de mi harem?

Yuga elevó las cejas en sorpresa. Era bien sabido que le pertenecía, pero esa era la primera vez que el sultán se refería al harem como suyo.

—No, para nada. Sucede que Izuku llegó recién junto con otro omega, parece que la situación por la que pasó aún lo tiene algo afectado y es difícil que tenga apetito.

El Sultán (KatsuDeku)Where stories live. Discover now