Capítulo 18. Kendo

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Romperé la promesa de que sería todo por hoy, los siento.


Al día siguiente Izuku salió de los aposentos reales bien temprano por la mañana pues el sultán tenía muchos deberes que atender.

—Espérame esta noche, cenaremos con mis cachorros.

Fue la promesa que le hizo. Se retiró con una sonrisa feliz e ilusa, esperando lo mejor del día, sin embargo, apenas llegar a sus aposentos su tormento empezó.

—¿Dónde está la madre? ¿Pasa tanto tiempo lejos de sus hijos?

Era la sultana Kendo, ella estaba frente a Ochaco y Tsuyu que cargaban cada una a un cachorro.

—El señorito Izuku pasa algunas noches con su majestad, pero vuelve temprano en la mañana. Nosotras cuidamos de los príncipes.

—¿El sultán aún lo ve?

Ellas asintieron.

—No se supone que sea así, las normas del palacio dictan que una vez que un concubino dé a luz a un varón se espera hasta su presentación. ¿Cuántas normas rompió ese omega ya?

—No ha sido mi deseo, sultana —cuando Tendo volteó a verlo ni siquiera parecia sorprendida, no había arrepentimiento, era más bien como si hubiese estado deseando que la escuchara.

Izuku ingresó a su habitación, despacio y con la espalda recta, hizo una reverencia y dio los buenos días.

—¿A qué te refieres?

—Fue su majestad el sultán quien apoyó el nacimiento de mi segundo hijo y aún me quiere a su lado.

Kendo sonrió arrogante y prepotente, a Izuku le pareció que esa expresión le quedaba mejor.

—Tu deber como criado del harem está en cuidar a tus hijos, no en seguir ofreciendo servicios a su majestad, deberías atender tus responsabilidades y no desaparecer noches enteras.

Fue el insulto más grande que nadie le había dado jamás.
"¿Servicios? ¿Ofrecer mis servicio? ¿Soy alguna clase de prostituta?" pensó.

—Sultana, le suplico no se refiera a mi de modo tan inapropiado, yo sigo siendo madre de dos príncipes.

—Eso no cambia nada, son tus cachorros los que forman parte de mi dinastía, agradezco al cielo que se parezcan a mi hermano y no a ti, los sultanes se hacen por ascendencia no por cómo fueron criados. A mi hermano el sultán lo crió una sultana, una mujer de sangre real y lo crió como era debido, siento lástima por mis sobrinos, siendo criados por un esclavo, ¿qué les puedes enseñar tú?

El omega se puso rojo de la rabia. "Contrólate" se pedía a sí mismo, se preguntaba si la sultana se daba cuenta de lo contradictorio que era aquello.

Tomó aire antes de responder. —Yo no soy un esclavo, llegué a este palacio por mi propio pie.

—Desde el momento en que pisaste este suelo, ¡eres un criado!

Bastó una señal para que Ochaco y Tsuyu se llevaran a sus cachorros, Izuku respiró ondo y levantó la barbilla. El hilo que Izuku había tejido con tanta calma y paciencia durante 8 meses de buen comportamiento, no peleó, no gritó, ni siquiera levantó la voz, 8 meses, 8 mugrientos meses de trabajo duró se rompieron en ese momento.

—¡Se equivoca! Aún si soy un concubino de su majestad yo no soy un esclavo, tampoco tengo la culpa de que el sultán me ame tanto como para no desear a otros omegas. Mis hijos son perfectos, ¡cómo los crio yo es el modo correcto porque soy su madre! ¡Nadie, incluida usted, puede decirme cuál es el modo correcto de criar a mis cachorros por que son míos!

El Sultán (KatsuDeku)Where stories live. Discover now