Capítulo 6. Es mi voluntad

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En la oficina del Gran Visir, Katsuki y Kirishima revisaban documentos de tratados comerciales que necesitaban ser firmados antes de la campaña, Katsuki quería dejar todo en orden antes de su partida. Cuando un escalofrío recorrió su espalda y en su cabeza apareció el rostro de Izuku, levantó la vista del pergamino que leía y suspiro removiéndose en su asiento.

Kirishima levantó la mirada. —¿Qué ocurre?

El rubio sonrió. —Lo vi esta mañana y no puedo dejar de pensar en él.

—¿Se refiere a Izuku? Parece que ese joven le agrada mucho.

—No me agrada Eijiro, estoy enamorado de él, no desaparece de mi mente y quiero verlo, pero... No tengo tiempo.

—Bueno, pero no falta mucho, podemos acabar temprano hoy y usted tal vez pueda dormir con él.

Katsuki le miró con los ojos iluminados, parecía un niño recibiendo un regalo, a Kirishima le pareció fascinante esa idea.

—¡Tokoyami!

No mucho después ingresó a la oficina un joven beta de cabello y ojos negros, su larga y afilada nariz, ligeramente curveada en la punta le daba un aire que Eijiro describiría más bien como el de un pájaro, un cuervo quizás.

—Dígame mi señor. —dijo mientras hacía una leve inclinación.

—Ve al harem, trae a Izuku, que espere en mis aposentos.

Tokoyami se retiró sin decir una palabra a cumplir la orden.

Cuando llegó al harem encontró a los tres maestros juntos fuera del salón discutiendo.

—Oigan, —habló para llamar la atención de los tres omegas que inmediatamente voltearon a verlo. —Necesito al señorito Izuku, el sultán quiere verlo.

La cara se les puso pálida a los tres. El pelinegro frunció el ceño cuando nadie se movió.

—¿No escucharon? El sultán quiere ver a su harem.

—No se puede, —habló Mina —la madre sultana lo tiene cumpliendo un castigo.

—¿Un castigo? ¿Qué hizo?

Neito tomó rápidamente la palabra. —¿Es que la sultana tiene que pedir tu permiso para castigar a alguien?

Tokoyami se descolocó, los maestros nunca le habían hablado en tono de reproche. —Que no se te olvide que yo soy tu jefe.

—Perdónalo, —intervino el mayor de todos, Yuga. —estamos todos exaltados, la situación fue injusta para Izuku.

El beta tomó un respiro y apartó la mirada para calmarse, Yuga prosiguió con la explicación.

—Se metió con la sultana Kokomi. Y obviamente la sultana Mitsuki se puso de su lado.

—¿Y ahora qué hago? ¡El sultán quiere ver a su harem!

—Dile que está enfermo.

Respondió antes que nadie la propia sultana Mitsuki desde el balcón de las sultanas. Todos voltearon a verla asustados e inclinaron la cabeza apenas reconocerla, Yuga estaba particularmente temeroso, ¿lo habría escuchado?

—Mientan.

Se miraron entre ellos como decidiendo quien lo haría.

—Neito, ven conmigo, se lo diremos al sultán.

—¿Yo por qué?

—Porque tú eres el mejor de todos mintiendo.

El susodicho abrió la boca con indignación, ¿Cómo se le había ocurrido a Tokoyami decir eso enfrente de la sultana? ¿Y si lo escuchó? Estaría acabado.

El Sultán (KatsuDeku)Where stories live. Discover now