T3. Capítulo 7. Fuego

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No todo termina como se espera. Durante el resto del día domingo Izuku no pudo concentrarse en nada más que las palabras de Melissa.

Llegada la noche pasó alrededor de media hora observándose al espejo. Era verdad que sus pecas estaban más marcadas desde su último embarazo, su vientre estaba flácido y sus caderas eran prominentes, ya no era tan delgado como antes. Suspiró y fingió dormir cuando Katsuki entró a la habitación. Lo que lo mantuvo llorando hasta entrada la noche fue que el sultán se levantara y saliera, fuera duró alrededor de una hora y regresó para acostarse del otro lado de la cama sin abrazarlo.

Tomaron el desayuno el día lunes y partieron de regreso. Apenas llegaron al palacio Katsuki y Kai se apartaron del resto por la primera junta de consejo de la semana así que por el harem solo pasó Izuku y sus demás hijos. Todos comenzaron a murmurar a su paso y su paranoia le gritó que hablaban de lo gordo que se veía.

No pasó mucho para que sus amigos se percataran de que se sentía mal.

—No sé qué ocurrió en el palacio de caza, pero créeme que lo que hayas visto o lo que te hayan dicho, estoy seguro que fue sacado de contexto —le animó Denki mientras le acariciaba las mejillas, en momentos así Izuku sentía a Denki como la figura materna que tanto le hacía falta.

Fue la siguiente noche de jueves, con el ánimo más renovado se bañó, se preparó y se vistió para su majestad. Quiso cambiar un poco su estilo y eligió algo más provocador. Sacando provecho de sus caderas eligió un traje de cintura baja, se ajustaba perfecto a su pelvis. La parte del vientre era semitransparente y el corsé se ceñía a su pecho y le daba un bonita forma de corazón. La parte baja se parecía a todos los trajes que usaba cuando era siervo del harem y el favorito de su majestad, el pantalón era prácticamente transparente y las telas de los costados cubrían su casi total desnudez. El traje era color verde, igual que el primero que usó para su majestad durante su primera noche juntos.

Cuando apareció en los aposentos Katsuki lo miró asombrado y sonrió, sin estar seguro de que lo que veían sus ojos era muy bueno para él o demasiado tentador para el bien de Izuku. El omega hizo una reverencia y avanzó hasta su majestad, se arrodilló frente a él y le beso el dobladillo.

No se había presentado así desde que era Haseki, hace muchos años atrás.

Katsuki sintió un escalofrío viéndolo así, vestido con telas semitransparentes e inclinado ante él. Colocó una mano bajo la barbilla de Izuku indicándole que se pusiera de pie. Una vez frente a frente Katsuki le sonrió seductoramente.

—Caminas sobre fuego Haseki.

Izuku sonrió travieso. Se acercó a Katsuki y poniéndose de puntitas susurró sobre sus labios —¿Quieres ver cuánto puedo aguantar sobre él?

El besó que Katsuki le dio después de aquella pregunta fue tan fuerte que ambos casi se caen. Se aferraron al cuerpo del otro con tanto fervor que pareciera que no se habían visto en años.

Cuando avanzaron a la enorme cama de su majestad Izuku no se dejó caer, en su lugar empujó al alfa sobre las almohadas mientras él, de pie justo al frente y para deleite de Katsuki, comenzó a desvestir su cuerpo mientras meneaba las caderas y movía el cuerpo como si danzara.

Solo con la venda que sujetaba sus pechos (que, gracias a todos sus hijos, eran considerablemente más grandes que cuando se conocieron) y el calzoncillo de algodón que se amarraba en los costados con nudos que solo bastaba con halar de una tira para que se deslizaran a sus pies, Izuku se montó en Katsuki. Meneo las caderas contra el sultán sintiendo una enorme dureza debajo de sus nalgas, mientras desabotonaba la camisa de algodón que cubría el torso de su majestad.

El Sultán (KatsuDeku)Where stories live. Discover now