ocho || luke

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Llegué a mi casa y fui directamente hacia la cocina, mi madre Liz estaba cocinando pizza.

— Hola mamá. — deposité un beso en su mejilla.

— Hola hijo, ¿cómo estas? — preguntó  dulcemente.

 "Oh muy bien, acabo de confesarle a una chica que me tiene atraído desde hace meses que no estoy a gusto con mi relación y casi la beso y eso que empezamos a hablar hace unos pocos días." pensé.

  Madeleine y yo nos conocimos el año pasado en la biblioteca, desde el momento en que la vi me pareció preciosa. Me pidió que le alcanzara un libro que estaba en una estantería bastante alta y que ella ni siquiera subiéndose sobre una silla alcanzaba. Me provocó ternura.

Siempre la observaba en las clases que compartíamos sin que ella se de cuenta. Me sorprendió el hecho de que me haya dado una nalgada sin razón aparente, pero aproveché la situación para acercarme a ella.

— Bien, ¿y tú? — fingí una sonrisa.

— Discutí con tu padre, de nuevo. — bajó la mirada y la abracé.

— Voy a subir mamá. — dije al pie las escaleras.

— ¡Después te llevo la pizza! — gritó para que la escuchara.

Me senté en la cama y largué un gran suspiro. Últimamente me estaban pasando muchas cosas. Madeleine siempre estaba presente en ellas.

La había estado observando mucho y es increíble. Tanto física como personalmente. Tiene unos ojos azules llenos de vida que son capaces de alumbrar la oscuridad, una sonrisa tan perfecta y linda, una tierna nariz y ese cabello kilométrico castaño claro.

Estaba jodido.

Entraron a mi habitación y supuse que era mamá pero resultó siendo Aladna.

 — Hola bebé. — me dio un beso en los labios y se sentó en mi regazo.

— Hola Al. — respondí sin ánimos.

— ¿En donde estuviste hoy? — preguntó. Eso me hizo recordar el casi-beso con Madeleine.

— En ningún lugar importante Madeleine. — la abracé.

— ¿Madeleine? — chilló.

— Perdón, ¡Aladna! — la había cagado.

— ¿Estuviste con esa niña de nuestro curso? ¿La que siempre está sola en clases?

— Si. — no serviría de nada mentir, ya me había descubierto.

— ¿Que hacías con ella?

— Nada, solo hablamos.

— ¡No lo puedo creer! Sabes que ella no me agrada en lo absoluto, cuando estés listo para disculparte búscame ¿si?

¿Disculparme de que?

Salió de la habitación soltando un portazo.

Ay Madeleine, si supieras lo que provocas en mi.

spank » luke hemmingsWhere stories live. Discover now