CAPITULO 3

563 76 1
                                    


El lugar se encontraba silencioso, como lo ha estado en estos tres meses. De verdad he tratado de acostumbrarme a estar aquí pero esto no era mi hogar, solo es algo temporal mientras busco una casa o un departamento, además de la llegada de los papeles de divorcio. Yo había aclarado que no quería nada por parte de Seiya, así que esa casa en donde pasé cinco años llamando “Hogar”, ya no la visitaría, ya no me pertenecía.
Conmigo traje lo indispensable para vivir en la casa de Darien durante un par de meses, el resto de mis cosas tanto como muebles que yo había comprado, estaban en un almacén. Cuando logre tener mi espacio propio, podré tener esos muebles a mi poder.

Había visto un par de departamentos en Buenos precios pero las zonas no eran las que a mí me gustaban.
Al menos Darien no tenía prisa en sacarme de aquí, al contrario, él hacía que mis días fueran aún más comodos y relajantes.
Sé ofrecía hacerme el desayuno antes de que alguno de los dos se fuera a su trabajo, a veces me preparaba la comida y se esperaba hasta que yo llegara para así juntos comer. También se ofrecía a sacarme de aquí y llevarme a distintos lugares para liberar un poco mi estrés y sacarme de la depresión.
De nueva cuenta había ido a terapia, era lo que siempre hacía cada vez que tenía un aborto, así que también Darien me acompañaba a las consultas y me daba mi tiempo al salir de ahí.

Había tantas cosas que debía agradecerle.

Salí de mi habitación para preparar la cena. Darien ha tenido turnos largos durante los últimos días, siempre llegaba, comía algo, se daba una ducha y dormía durante todo el día para recuperar sus fuerzas. E incluso al despertar se disculpaba por dejarme sola.

—Eh, Hola.

Me giré encontrandolo sobre el marco de la puerta de la cocina, aún Lucía su uniforme del hospital, tenía unas ojeras profundas en sus ojos, pero aún así no disminuía el brillo y la sonrisa.

—Hola, ¿Como te fue?

—Bien, no me quejo. —sonrió de boca cerrada—. Esto estaba en el buzón.

Levantó su brazo enseñando la carpeta. Suspiré, ya sabía lo que había ahí.

—¿Los a firmando? —pregunté.

Darien suspiró y lo escuché hojear el documento.

—Si, lo ha firmando. Solo falta la tuya y serás oficialmente Tsukino otra vez.

Asentí.

—Bien, lo firmaré cuando me desocupe —lo Miré—. ¿Estas cansado?

—Un poco, ¿Quieres que te ayude en la cena?

Estaba apunto de agarrar una pechuga de pollo para ayudarme con la preparación pero lo detuve dándole un golpe en su mano con el cucharón.

—No lo Toques. Estoy bien, tu ve a darte una ducha y descansa, te despertaré cuando la cena esté lista.

Parpadeó acariciando su mano, ahora me di cuenta que el cucharón había estado sobre la sopa caliente. Inmediatamente maldije, dejé el cucharón y tomé su mano para inspeccionar el golpe. Por fortuna no había sucedido nada, solo había dejado una zona ligeramente roja.

—Yo, lo siento. No era mi intención.

—Oye cariño, esta bien. No es nada, por suerte no fue un cuchillo.

Su intento de broma me hizo sonreír.

—Ahí esta mi dulce chica de nuevo. —su otra mano se deslizó sobre mi mejilla—. He deseado durante estos meses volver a ver esa sonrisa, nunca creí que un pésimo chiste mío pudiera regresarte ese brillo.

Tragué con fuerza.
¿Realmente había sido una aburrida en estos meses? ¿Había estado sin sonreír o reír? ¿Cuántas veces Darien me ha visto tener una expresión seria?

—Yo...ahm....lo...lo siento.

Intenté dar un paso hacia atrás pero sus manos sobre mi cintura me detuvieron.

—No te disculpes por nada ¿vale? Se que no han sido tus mejores meses así que estoy haciendo lo posible para que empieces de nuevo, siendo feliz.

—Soy feliz —mentí.

—No, eres infeliz.

—¿Como te atraves a...

—Cariño escúchame —entre sus manos tomó mi rostro—. Se que no eres feliz en estos mes o en el último año. Te has consumido por completo entre la tristeza, la depresión y ansiedad. Se que perder un hijo es desgarrador, pero tú no estás sola. Tienes a tu familia que te apoya e incluso la mía, tienes amigos que se preocupan por ti, me tienes a mi. Por favor Serena, no te cierres en ese mundo, déjame ayudarte, déjame sanarte. Por favor.

Mi vista se nublo a causa de las lágrimas, no perdieron tiempo en salir. Darien me abrazó con fuerza dejándome mojar su camisa.

—Fueron nueve.... Nueve...

—Lo sé. —murmuró sobre mí cabello

—Ninguno pudo lograrse. Yo tenía ideas.... Sus...sus nombres —sollocé—. No pude tener a mis hijos...mis pequeños.

—Tranquila cariño.

Mis piernas temblaron dejándome caer de rodillas, por suerte Darien no me dejó caer sola. Se arrodilló conmigo aún sosteniendome entre sus brazos dándome consuelo.
Pasé minutos eternos llorando, quebrandome la voz y mojando cada vez más la camisa de Darien.

—Creo...creo que algunas personas no estamos echas para ser madres.

—Eh, ey, no, no digas eso. —separó mi cuerpo del suyo para mirarme y limpiar las tontas lágrimas—. Vas hacer madre, serás la mejor, solo no te desanimes nena.

Me reí sin gracia.

—Fueron nueve abortos Darien. Ninguno pudo sobrevivir a los cinco meses, ¿crees que aún tengo la esperanza? Eso se acabó.

—La esperanza es lo último que muere ¿no? —me sonrió—. Dale tiempo a tu cuerpo, a tu matriz para que se recupere. Lograrás lo que tanto deseas.

—¿Y con quien? —espeté—. Dejé de creer en el amor.

—Mi hermano es un idiota si, pero no es el único en el mundo. —consoló—. Habrá alguien que te amará y te apoyará pase lo que pase. Solo, no te desanimes.

Lo contemplé.
Darien siempre fue tan amable conmigo, me apoyaba en todo, y siempre estaba conmigo en mis peores momentos.

Tal vez debía escuchar su consejo.
Ser paciente y no desanimarme, de alguna manera u otra encontraré el camino para seguir mi vida, y probablemente encontrar al hombre que me haga sentir viva.

Quédate Conmigo Where stories live. Discover now