CAPITULO 8

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La alarma sonó, y gemí en protesta. Odiaba cuando tenía que despegarme del cuerpo que estaba a mi lado.
Cuando el sonido se fue suspiré pasando una de mis manos por el rostro.
Serena a mi lado se removió escondiendo su rostro sobre el hueco de mi cuello.

—Empieza el día —susurró con voz soñolienta.

Me coloqué de costado rodeando su cuerpo entre mis brazos.

—Tu empiezas dos horas después —susurré pasando mis manos sobre su espalda. Sentí como su cuerpo se tenso solo por segundos para después relajarse y pegarse más a mi cuerpo.

—Aún así...

Sus manos lentamente recorrieron mi torso desnudo provocandome un ligero jadeo. Sus manos se habían vuelto hábiles en cuestiones de días, es decir, mierda. Desde aquel día en el hospital con su comentario sobre hacerle los hijos que ella desea, algo entre nosotros se hizo presente. Había mucho más que atracción, había lujuria con cada mirada que nos dábamos o en cada beso.
Pero por alguna razón, no se daba nada entre nosotros, siempre había algo que nos detenía o Nos interrumpía, tal vez aún no era el momento de dar ese paso importante para los dos.

—Nena —murmure con la voz ligeramente ronca.

Era todo un caso perdido cuando ella me tocaba o me miraba con esos preciosos ojos. ¿Que podía hacer yo con ella?
Serena alzó su mirada hacia la mía dejando en claro lo que ella quería, lo que ambos queríamos. En tan solo un instante nuestros labios ya estaban encima del otro, sus manos se deslizaron por mi torso, mi cuello hasta llegar a mi cabello y meter sus dedos, su suave caricia fue la gloria divina para mi. Gemí entre nuestros labios unidos, trepé sobre ella tratando de no poner todo mi peso sobre el suyo, sus piernas se abrieron invitándome a dar ese paso, claro que mi amiguito ahí abajo estaba más que dispuesto a lanzarse.

Deslicé mi boca por su cuello, y más abajo me saludaban dos picos erguidos queriendo toda mi atención.
La tendrían, jodidamente la tendrían si no fuera por el sonido de una llamada entrante proviniendo de mi celular.
Serena se tensó debajo de mi.
Mierda.
Maldije en voz baja, me estiré un poco tomando con mi mano el celular y contestar.

—¿Diga? —traté de controlar la voz ronca además de tranquilizar mi respiración.

—Tenemos un V01–X59, accidente de tránsito, hay varios lesionados y entre ellos niños, te necesitamos aquí lo antes posible.

—Bien.

Colgué. Serena había escuchado lo suficiente, Bajé la mirada hacia ella y le sonreí.

—Lo siento cariño.

—No te preocupes, ve a darte una ducha, te prepararé algo.

Asentí dejándole un beso en la frente, me puse en pie y tomé la ducha más corta de mi vida.
Serena solo logró prepararme un sándwich de mermelada y jalea, nos despedimos con un beso corto antes de ponerme en marcha hacia el hospital.

Las próximas diez horas fueron un martirio para mí, me estaba quedando más tiempo de mi horario. Este accidente había traído a varios lesionados, la mayoría estaba fuera de peligro, solo habían tenido un par de golpes o rasguños mientras que solo cuatro personas estaban en situaciones graves. Dos de ellos, quienes uno era el conductor, había tenido varias lesiones internas, entre ellas en la cabeza que provocó algunos daños en el cerebro, el impacto había sido demasido grave, el otro había tenido un derrame interno.
Los otros dos eran tan solo niños. Niños que no tenían nada que ver.

Suspiré y me dejé caer sobre una banca estirando mi cuello.

—Vete a casa Darien, yo me haré cargo de los niños —Amy se sentó a mi lado—. Es mi turno.

Quédate Conmigo Where stories live. Discover now