CAPITULO 12

587 74 5
                                    

—Así que te has quedo con su esposa ¿no?

Miré de reojo a Beryl pero la ignoré.

—¿Tu hermano esta consciente de lo ocurrido? —continuo hablando—. Su esposa ahora está con su hermano y, está embarazada. ¿Debe ser extraño?

—No te incumbe.

Doblé la bata y la dejé sobre mi espacio en mi taquilla.

—¿Y ella está consciente del daño que puede provocar? No has pensado que esa mujer es una...

—Ni se te ocurra decirle de esa manera —interrumpí cerrando con fuerza el casillero—. Lo que suceda con mi vida es mi problema, no el tuyo. Enfócate en tu vida.

Pasé de su lado.

—¿¡Por qué ella!? —me gritó—. Llevo años detrás de ti, y esa mujer siempre ha sido la esposa de tu hermano. ¿Por qué ella y yo no?

—Por obvias razones Beryl. Solo... —señalé—. Mírate en un espejo y ahí obtendrás tu respuesta.

Dicho eso me alejé.
Estaba agotado, había sido un día largo, soportar todo comentario de Beryl además de... Serena, oh mierda.
Debía imaginar que este momento iba a llegar pero nunca me imaginé que Serena me deseara tanto y que se iba a desahogar con Amy.
Verla llorar me preocupó demasiado pero el motivo me hizo sentir más imbecil de lo que ya era.

Me detuve en la puerta del consultorio de Amy. Debo enfrentarme a la dura verdad aún que parezca una estupidez mi respuesta.
Di un leve toque antes de abrirla.
Amy y Serena seguían ahí, ambas charlaban pero se detuvieron al verme.

—Aquí estas. Tu mujer necesita una respuesta rápida antes de que sus pensamientos e inseguridades y la coman por completo. —Amy se puso en pie—. Estaré afuera esperando.

Cerró la puerta detrás de ella.
Serena me miraba con sus ojos entrecerrados.

—¿Ya no te parezco Sexy? —dijo de golpe—. ¿Es por eso?

—No, amor no, no es por eso. Yo...

—He cambiado lo sé —interrumpió—. Me siento como una ciruela, gordita pero chiquita y... Yo...

Sus lágrimas hicieron acto de presencia. Inmediatamente me puse de rodillas tomando su rostro y limpiar rastro de esas lágrimas.

—No, nena. No llores por favor.

—Esto es lo que provocas —me dio un golpe en el hombro.

—Lo sé. Lo siento mi vida. No es mi intención ser quien te provoca esas lágrimas, no deberías llorar por mí.

—Entonces dime... Dime por favor, dime porque no quieres tener Sexo conmigo.

Su voz, sus ojos. Todo en ella era mi debilidad.
Suspiré acariciando a nuestro hijo quien respondió moviéndose ante mí toque.

—Para ser honesto, es que... Tengo miedo —le Miré—. Tengo miedo en lastimarte Serena, en lastimar a nuestro hijo.

—Pe...

—Espera. Déjame hablar a mi, por favor cariño. —ella asintió—. Me he sentido siempre excitado estando a tu lado como no tienes una idea, me doy duchas heladas para bajar las erecciones que tú me provocas. Me pierdo en la excitacion cuando los besos se alargan pero siempre me detengo por el mismo motivo. Tú y nuestro bebé. —suspiré—, Desde que me enteré del embarazo he sido precavido en todo, en tu cuidado, tu comida, en todo incluyendo el Sexo. Tengo miedo en ser rudo contigo o que te provoque algún desgarro, no es que presuma de mi gran tamaño y eso...

Quédate Conmigo Where stories live. Discover now