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En la gran habitación el silencio era abrumador. La única persona que se encontraba allí ni siquiera hacía ruido con la sartén que estaba cocinando. Todo estaba estrictamente calculado. La perfección tenía que ejercerse si no quería un castigo por parte de su madrastra.

El piso color gris con toques blancos estaba más reluciente que una noche estrellada, todos los trastos estaban perfectamente colocados en sus respectivos lugares, la comida estaba en la alacena y la pequeña isla estaba totalmente limpia, sin ningún trasto y con un florero pequeño adornándola.

El pequeño chico de cabello negro siguió restregando cuidadosamente la sartén, pero todo su cuerpo se tenso cuando escucho los fervientes pasos que seguramente venían de las escaleras que conectaban el primer piso con el segundo de la casa. Su corazón comenzó a acelerarse y el pánico comenzó a invadirlo. Todavía no había terminado con su labor, y si su madrastra se enteraba, lo iba a castigar.

—¿Aún no has terminado, engendro?

—Gruñó la alfa al entrar en la cocina.

Jimin tragó saliva. —N-no, yo... Ya casi te-termino.

—¡Te dije que cuando bajara ya quería todo limpio! —gritó molesta—. Eres un inútil, no sé cómo tu padre te crió así. O lo más seguro es que fuese culpa de tu padre alfa.

Los manos de Jimin se hicieron puño cuando la alfa mencionó a su padre. Él podría aguantar insultos y discriminaciones por parte de la mujer, pero no iba a permitir que se metiera con su difunto padre.

—No hable así de mi padre —dijo entre dientes.

La alfa castaña levantó una ceja. No soportaba a ese chiquillo. A ella le iban más las personas fuertes y rudas, no tiernas y dulces, lastimosamente Jimin era de todo, menos rudo.

—Estás cas...

—¿Qué sucede aquí?

Una tercera presencia apareció en la cocina. Jimin volteó contento al escuchar la voz de su adorable padre omega. Corrió hacia él y se guindó en el pequeño cuerpo.

Comenzó a darle besos por todas las mejillas.

—Te extrañe, papá —confesó, feliz de que haya llegado justo a tiempo.

La alfa que estaba a unos pasos de ellos bufó. Le parecía una pérdida de tiempo esos tipos de demostraciones. Si no fuera porque su pareja tenía un buen cuerpo y era sumiso, ella no estaría allí.

—Yo también cachorro —dijo de la misma manera que su hijo.

Jimin se retiró un poco de las mejillas de su padre, para verlo directamente. Tuvo ganas de llorar cuando vio el cansancio y el brillo perdido en los ojos del hombre.

Desde que su padre alfa había muerto hace diez años atrás, ninguno de los dos volvió a tener ese brillo en sus ojos, eso que caracterizaba a los Park. Después del suceso, su padre estuvo a punto de morir también, porque él amaba tanto a su pareja, que se quiso ir con él, pero no lo hizo, no lo hizo por su pequeño cachorro. No podía dejarlo solo sin saber que le podría suceder.

Después de varios años, su padre había decidido emparejarse con una alfa que conoció en su trabajo. Jimin no quería tener una madrastra, pero también entendió que era una oportunidad para el omega de ser poder ser feliz y no seguir aferrándose a algo inexistente. Así que no se opuso, y más por el hecho de que Seulgi al principio había sido todo un amor, el cual, resultó ser una buena actuación, porque después de la boda, salió su verdadera personalidad con Jimin.

La alfa seguía siendo todo un "amor" con su progenitor, pero cuando este se iba de casa a trabajar y a veces se quedaba solo con la alfa, está aprovechaba para humillar a Jimin solo por el hecho de ser omega.

Un Omega De Mentira - YoonminWhere stories live. Discover now