18. Reina del universo.

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La recuperación de Jasha en el hospital tardó a lo mucho dos semanas en las cuales, su familia iba a visitarla, llevarle cambios de ropa y comida por si no quería comer la del hospital.

Tahir llamaba todos los días para saber que tal estaba su niña favorita, puesto que sus planes se arruinaron en el momento que su padre le envió a hacer un trabajo. Sin embargo, lo que la tenía algo incómoda, era el hecho de que cuando su familia supiera el motivo por el cual se casaría, le darían la espalda.

Era un secreto que tenían Tahir y ella, y esperaban dejarlo en eso, en algo de los dos, sin que hubiera terceros de metiches como siempre en su familia.

Una enfermera les fue dando indicaciones de cómo debían aplicar los medicamentos durante las semanas de recuperación y que podía ir a la escuela como los niños, siempre y cuando no hiciera ningún esfuerzo.

Tenerla en esas condiciones en la casa, sería una odisea, pero valía la pena todo esfuerzo hecho para que ese engendro del mal estuviera bien.

— Que me lleve papá —ordenó Jasha, como si fuera la reina de todo—. Es lo que debe hacer. Me debe muchos años de abandono por ser un pésimo padre.

— No he sido un mal padre, porque ni siquiera sabía de tu existencia —Jedward puso los ojos en blanco—. ¿Nunca se calla? ¿Cómo es que en la escuela la van a aguantar de ese modo todo el tiempo?

— Es una niña, es el claro ejemplo de que las cosas las absorbe como si nada —bufó—. Eres su padre, es algo que debes saber de antemano por qué lo heredó de ti.

— Yo no heredé ser tacaña —Jasha se metió en la conversación—. Soy una persona que le gusta gastar el dinero —miró a su padre—. Tú tienes mucho, ¿ya hiciste el testamento dejándome todo a mi nombre? ¿En dónde tengo que firmar?

— ¿Firmar qué cosa? ¿Cuándo dije qué tendrás algo de mí? —entraron al elevador—. Eres una cosita demasiado quisquillosa a tal punto de que sería bueno dejarte en el basurero más cercano a un río.

— Mami...

— Yo no estoy aquí —hizo un zíper con la boca—. Tienes que recuperarte, ir a la escuela y seguir molestando a medio mundo como lo tenías planeado desde el primer día.

— No la alientes a hacer eso conmigo, no es para nada, vómito saber que tu hija te ve como un banco de ahorro —le jaló una oreja—. La prensa está afuera, esperándonos para dar declaraciones.

— Las personas casi no nos conocen como algo que no seamos...

— Te repito que Liam y Asya están...

— Muchas personas olvidaron mi existencia en el momento que me alejé del país —negó con la cabeza—. Tú estás aquí justo ahora y eso es lo que realmente. Somos una familia...

— No quiero hablar de tu padre, mucho menos verlo —le apuntó—. Mantenlo lejos de mí. Aunque, de todos modos, me voy a mudar en cuanto llegue Tahir.

— Sobre ese sujeto...

— Es bueno, tú no tienes por qué meterte en la vida de mi mamá si ya estás casado con esa bruja —farfulló la pequeña, con odio—. Mira que casi se muere y tú...

— Jasha, no te metas en las conversaciones de los adultos, cariño. Deja de hacer eso, es por tu bien.

La pequeña miró con recelo a su padre y con mucho cariño a su madre, antes de cerrar la boca para que ellos conversaran a gusto. Por su parte, Jedward no encontró que más decir para que esas dos dejaran de lado a ese sujeto que no se había aparecido desde hace un mes que ellas llegaron al país.

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