32. Rompimiento.

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Dasha salió con cara de pocos amigos de su cita en el psicólogo. Estaba cansada y lo único que deseaba era acostarse en una cómoda cama y dormir hasta que todo se terminara. Iba a marcarle a Jedward acerca de que ya iba a ir a la casa de sus padres, pero se encontró con su padre y con algunos hombres fuera del consultorio, y eso la asustó.

— Papá...

— Ven conmigo, cariño —Damon miró hacia todos lados—. En el camino te explico.

— ¿Y mi auto? —se asustó cuando había muchos hombres con cara de pocos amigos—. Papá, me estoy asustando.

— Uno de ellos lo llevará a casa, no te preocupes —le abrió la puerta del auto para que entrara—. Es algo complicado, así que no te asustes.

Dasha asintió, entró al auto y su padre hizo lo mismo segundos después. Había muchos autos y miraba hacia todos lados, la sensación de que las cosas no andaban bien estaba matándola y tenía miedo de cometer una locura si preguntaba...

— Ya saben que Jadiel y Jasha son hijos de Jedward —su padre le pasó una tablet, para que viera las noticias—. Está en todos los medios y se especula con que la madre anda cerca de él o que trabaja en una empresa.

Dasha pasó un trago amargo ante eso. Las fotos estaban ahí, con pie de página que dejaba mucho a la imaginación, ella estaba nervios a más no poder. Pero no pudo evitar reír al ver el video de Jasha dándole una tremenda cachetada a un periodista que sin duda pediría una indemnización por los daños.

— También me dio risa ver eso, pero no es el punto —dijo su padre, con un suspiro—. La cosa es que ya está en todos lados, Jedward se llevó a los niños al apartamento que tiene en la empresa, si los llevaba al residencial de la casa, sería un problema...

— Pero si los lleva ahí será peor —masculló mirando los artículos—. En la empresa...

— No, no me entiendes del todo y ese es el problema —su padre hizo que lo mirara—. Los llevará a una isla, no me dijo a dónde, no obstante es un sitio seguro...

— ¿Una isla? —preguntó confundida—. ¿Qué me estás hablando?

— Digamos que ese es el famoso regalo que le dio tu tío Kiral a Jedward cuando era niño y que por cosas de la vida tiene el nombre de tu hija —Damon chistó—. Cariño, cálmate un poco, te llevaré ahí mañana, sin embargo, necesito que respires hondo. No queremos que te alteres por esto y que la cirugía no sirva de nada.

— No sé qué decirte, papá —negó con la cabeza.

— Es complicado ahora, estarás en la casa con calma. ¿Estamos?

— Debo hablar con Tahir...

— ¿Quieres ir a su casa ahora?

— Sí, por favor. Es un asunto urgente.

Damon asintió y le indicó al chofer que fuera a la dirección indicada. Ella conocía los límites de Nathalie y con eso de la hermana ya era más complicado que nunca, esa mujer no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que su mina de oro se le iba de las manos, de igual modo, debía ser paciente en ese aspecto, nada de cometer una locura en el proceso. Esos religiosos se metieron tanto en su mente que cuando escuchaba la palabra incesto o relación entre familia, su mente se bloqueaba al punto de que no sabía qué hacer.

La relación de sus padres antes tampoco fue la mejor de todas, ni siquiera ella misma debía estar con vida porque en todos los estudios que le hicieron durante el embarazo a su madre, la única persona que salía era su hermano Liam y fue un milagro que ella llegara al mundo.

Aun así, con el segundo embarazo fue una horrible experiencia para ellos, porque su madre perdió al bebé gracias a un ex que la confundió con su difunta esposa y eso la dejó siendo una mujer estéril. Sus padres decidieron no tener más hijos y aunque su madre en más de una ocasión deseó de todas maneras poder hacerlo, su padre se negó por completo hasta a la inseminación artificial o a adoptar alguno, ya que él, con esto último, no tenía buena experiencia.

Ámame otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora