44. Despedida.

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«Le estaba dando los últimos toques al hotel, y ya todo estaba listo. No tendría que regresar otra vez, y solo sería para la inauguración. Decidió mejor llevar a su hijo Jadiel, por el hecho de que ese pobre chico se encontraba en alguna parte de ese sitio, pasando un buen rato en el trabajo.

— Es un sitio enorme, mamá —Jadiel tomó su mano para caminar con ella hacia la salida—. Quedó hermoso, me gusta.

— Claro, cariño —Dasha le entregó las últimas hojas a los diseñadores contratados para el jardín—. Por favor, que las personas de limpieza estén atentos, ya que una vez que limpien, deberán hacerlo nuevamente después de que coloquen los muebles en las habitaciones —le dijo al empleado, y este asintió—. Gracias.

— De nada, señora —respondió el hombre, antes de irse.

— ¿Por qué no trajiste a Dasha aquí? ¿Qué hizo ella?

— Quiere casarse con alguien que sin duda no vale la pena por el momento y el pobre chico solo necesita un momento de paz para no caer en la tentación de querer matarla —sonrió hacia él—. Jasha se ha vuelto un poco codiciosa cuando se trata de chicos, y es el momento de ponerle un alto.

— Dasha es como papá —Jadiel rio un poco—. Son molestos y por esa razón ninguno de los dos se soporta más de lo debido.

— Bueno, en eso tienes toda la razón, esos dos nunca podrán llevarse bien por más que quieran.

Fueron a la oficina de su tío Kiral, el cual se encontraba hablando por teléfono. Con un ademán de manos se despidió de su tío y caminó hasta la salida, en dónde había un grupo de personas en cuanto la vieron salir con su hijo, comenzaron a amontonarse. Puso a Jadiel detrás de ella, en el momento que la primera piedra cayó sobre su pecho y luego de eso, un montón de comida fue a parar a su ropa.

— Es una pecadora —una mujer le lanzó un tomate podrido, y ella se quedó sin saber qué hacer—. ¡Nuestros hermanos solo querían limpiarles el camino!

— No sé de qué me está hablando, señora —trató de calmarse—. ¿No están viendo a un niño? ¿Sus cultos satánicos no los dejan ver con claridad lo que están haciendo?

— ¡Es una pecadora!

— No soy ninguna pecadora, porque en la biblia que ustedes leen día y noche, padres e hijos se cogen, sobrinos y tíos, hermanos y hermanas...

— ¡Es alguien mucho menor que tú! —gritó alguien, y ella vio que se trataba de Nathalie—. Él estaba bien sin ti, era exitoso, ahora por tu culpa todos le están dando la espalda.

— Estás loca...

— ¡Loca estás tú!

Como si fuera algún tipo de hechizo, algo cayó en su rostro, y las personas comenzaron a hablarle sobre las cosas de su pasado. Jadiel la abrazó y todas las personas ya estaban amontonadas. Comenzó a negar con la cabeza, mientras retrocedía hacia el hotel y un grupo de guardias salió del hotel.

Alguien la alejó de Jadiel, y vio que su tío salía con cara de pocos amigos. Algo que le hizo saber que él no dejaría eso como estaba

— Yo no... no quise —trató de decirle a su tío—. Me iré, me iré lejos...

— Mírame —ordenó Kiral, chasqueando los dedos—. Es una ilusión, nada de lo que está pasando es tu culpa, ¿me escuchas?

— Ellos... dijeron que es mi culpa —apretó el brazo de su tío—. Yo no quería, me iré... seré buena —sollozó.

Ámame otra vezWhere stories live. Discover now