62. Golpes psicológicos.

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Dasha abrió los ojos y miró hacia el techo nuevamente. En cuanto giró un poco el rostro, se encontró con Jadiel mirándola fijamente y casi se caga del susto al tenerlo tan cerca de ella. Joder, era su hijo, pero le dio miedo verlo mirándolo así.

— Hola, mami —la saludó Jadiel—. ¿Cómo estás?

Amor —movió sus manos, y se sentó en la cama con algo de dificultad—. ¿Por qué no habías venido a verme?

— Porque estaba enojado y casi mato a papá —Jadiel se subió en la cama, y la miró apenado—. Lamento haberles dicho a todos, esas cosas... es que me enojé.

No tienes por qué estar enojado con cosas de adultos —le reprochó—. Eres un niño apenas y lo que pasa no es tu culpa.

— Es culpa de Jasha, ella nunca debió meterse en sus vidas —su hijo hizo un puchero—. Hace muchos años que debimos irnos con el tío Liam a otro país.

Lo sé, pero ya estamos aquí, no te preocupes por cosas que no son tu culpa, amor —le pellizcó la nariz—. Digamos que ahora estamos bien.

— Papá dijo que íbamos a irnos a Londres para estar contigo —se acostó a su lado—. Le hablé mal a Jasha, que todo era su culpa.

Ya me han puesto al día de los chismes del hospital, hasta pusieron este piso exclusivo para nuestra familia —se acomodó un poco para mirarlo—. Es de noche, ¿en dónde están todos?

— Papá salió desde temprano y no ha regresado —Jadiel le acarició la mejilla a su madre—. Los abuelos Volkan y Nicole tuvieron que irse, ayudarán a papá con las cosas de sus empresas y la verdad es que tengo miedo.

No hay porque tener miedo, amor —Dasha negó con la cabeza—. Estaremos bien, y mamá se hará cada vez más fuerte ahora. Ya no los voy a poner en peligro.

— Tahir murió y escuché al abuelo decir que fue por qué su novio también lo hizo —eso fue como un golpe para Dasha—. Lo siento.

— Tahir era mi mejor amigo, el hombre que me acompañó en tantas cosas y no pude ayudarlo con la promesa que hicimos —quería ponerse a llorar—. Él hizo tanto por nosotros y espero que esté en un bonito lugar.

— El abuelo Damon dijo que obligará al abuelo Will a que le dé un buen sitio de entierro.

Dasha asintió hacia su hijo, y no siguió hablando con él, ya que lo vio algo cansado. Todo estaba oscuro, y tenía miedo de encender el televisor y ver las noticias. El silencio del exterior era algo tranquilo, por lo que se preguntó en dónde podían estar los reporteros.

Le puso las sábanas y se levantó de la cama, llevando el póster del suero hacia la ventana, dándose cuenta de qué no había nadie. Solo el personal y algunas personas que estaban ahí haciendo cualquier cosa con sus vidas.

— No puedo salvarte siempre —Jedward la abrazó por la espalda y besó su coronilla—. Se supone que debes estar como mínimo tres días en cama y desde que despertaste solo me haces tener que vigilarte.

Solo quería ver y no me siento tan agotada como antes —respondió, correspondiendo el abrazo—. Ya no hay reporteros afuera. ¿Cuándo se fueron?

— Ya se han encargado de eso, no te preocupes —Jed la apretó un poco más a su cuerpo, y posó una mano sobre su vientre—. Quiero que sepas que ya no podrás cometer estupideces como siempre lo haces.

Eres la persona que comete estupideces, no yo —le pellizcó la muñeca—. Ya no hay marcha atrás en nuestra relación. Todos lo saben y no nos queda de otra más que huir.

Ámame otra vezWhere stories live. Discover now