45. Soledad.

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«— No me gusta utilizar esta ropa —dijo Jedward, cruzando sus pequeños brazos—. Quiero a mi mamá.

— Tu mamá está preparándose para salir a la cita médica —dijo Volkan, arreglándose el traje—. Nos vamos a encontrar con ella en el hospital, no seas un niño impaciente.

— ¿Mi esposa irá? —sus ojitos brillaron—. Dime.

— Recuerda que soy tu padre, mocoso —le arregló el corbatín—. Vaya, tal vez tu tío Damon permita que te cases con su hija Dasha, pareces todo un hombre ahora mismo.

— Es que soy un hombre —se burló Jedward de su padre—. Tómame una foto, quiero verme.

— Pero si ahí está el espejo —Volkan buscó su celular en el bolsillo del pantalón que se había quitado—. Tu madre se pondrá feliz cuando vea estas fotos.

— Es obvio, soy su hijo».

Solo, de ese modo, era que Jedward se sentía en esos momentos. Dasha se marchó dos días antes y él no tenía la más remota idea de dónde se metería ahora que tenía dos hijos por los cuales velar. Su hija le miraba con cara de pocos amigos, por el hecho de que su madre se fue y la llamó una vez que estuvo en el avión. Todo estaba de mal en peor en ese aspecto de su vida.

Joder, ella se le fue de un momento a otro porque no pudo aguantar la presión de las personas diciéndole lo que tenía que hacer. Ya estaba en todos los medios lo ocurrido con Nathalie y su familia, al poco tiempo un grupo de creyentes salió a relucir el hecho de que él tenía mucho que ver con la muerte de esa maldita familia que debía estar bien muerta.

— ¿Mamá no vendrá? —preguntó Jasha levantando las manos para que le pusiera la camisa del uniforme—. Los niños en la escuela dicen que somos los culpables de la muerte de unos hijos de dios... ¿Es eso cierto?

— No, no es nada de cierto —se puso de cuclillas para ponerle los zapatos—. Escucha, trata de no meterte en problemas en la escuela, esos niños se la verán conmigo si te siguen molestando.

— ¿Puedo decirle al tío Kiral que los mate a todos? —preguntó como si fuera la cosita más inocente de todos—. Escuché decir que el tío Kiral puede hacer cualquier cosa que se le pida y yo quiero que esos niños paguen por todo lo malo que dicen de mi mamá.

— No más cosas que deba hacer el tío Kiral.

Su hija se le quedó mirando con cara de pocos amigos, pero no dijo nada más al respecto. Ya tenían que ir a la escuela y él dar la cara por sus hijos, ya que esos mocosos no iban a dejarlo en paz por un buen rato. Movió el cuello de un lado a otro, antes de salir de la habitación y darse cuenta de que ya Jadiel lo estaba en la sala con sus cosas. Con un pequeño suspiro, les indicó a sus hijos que subieran al auto, mientras más rápido terminara el día, menos malestar sentiría.

— ¿No nos pueden cambiar de escuela? —preguntó Jadiel, rompiendo el silencio—. Ya están diciendo que somos los culpables de todo y mamá no está aquí.

— No son los culpables de nada, ya hablaré con esos profesores que tiene esa escuela, que no sirven para nada —comenzó a conducir—. Traten de no meterse en problemas, no está su madre con nosotros y no tengo idea de dónde...

— Mamá dijo que regresará cuando termine de su tratamiento, dijo que estaba enferma —Jedward se quedó en silencio al escuchar a su hija hablar de ese modo—. ¿Qué tiene mamá? ¿Es grave su enfermedad?

— Ni siquiera sabía que se había ido porque estaba enferma —mintió, con un nudo en la garganta—. Ya no hablemos de su madre, ella está bien en dónde sea que se encuentre.

Ámame otra vezWhere stories live. Discover now