03| Perdón

559 42 0
                                    

ᰔᩚ

Los dos chicos se miraron a sí mismos, hundidos en la desgracia mientras uno de ellos cantaba sollozos dentro de su boca porque ante Kim nunca podía ser débil. Siempre tuvo que ser más fuerte después de esa gran ruptura amorosa.

El primer amor siempre es así, duele hasta el alma, sientes un hueco en el estómago todo el tiempo, sientes la falta de aire, como si todo aquello fuera la muerte probándote. Porchay sintió aquello, recordó con anhelo y repugnancia aquella vez que se encontraba recostado en el pecho de Kim, escuchando su corazón latir con normalidad a diferencia del de él que latía con mucha rapidez.

Kim sentía ese mismo hueco en el estómago. Recordaba lo mismo, recordó como sus ojitos se inundaban en una lluvia profunda donde cada gota caía para ser reemplazada por una nueva. Recordó aquella imagen que lo perturbaba durante tanto tiempo. Dentro de su garganta, lo único que sentía era aquella sensación de querer vomitar, de tener la garganta llena, sensación más llamada como “nudo en la garganta”

Los dos eran iguales en unas cuantas cosas: se amaban pero el orgullo se los impide de una forma asquerosa.

Kim juntó sus manos, entrelazandolas por delante, moviendo sus dedos lentamente, retorciéndose de frío y de nerviosismo.

“¿Desde cuándo estoy nervioso?” Se preguntó a sí mismo dentro de su cabeza mientras se soltaba las manos y miraba de nuevo a la persona frente a él que se encontraba en las mismas, con los dedos de las manos retorciéndose, ya ni él mismo sabía si de frío o de nerviosismo al verlo después de tanto tiempo.

—P´Kim… —susurró el menor con la voz temblorosa.

—¿Cómo has estado? —aquel otro susurro fue una vibración directa a los oídos de Porchay quien sintió su corazón latir con tanta rapidez que incluso sentía que se podía llegar a salir de su pecho.

Porchay inclinó la cabeza en un signo de timidez que en esos momentos ninguno de los dos estaba consciente de las fuertes vibras y tensión que existía entre ellos. Porque cada uno de los dos se sentía igual o peor que el otro puesto que estaban tan alterados que sus cuerpos jugaban con de repente dejar inconsciente a uno de ellos.

—Bien… ¿y tú? —respondió Porchay mientras maldecía en su interior ya que su mente había decidido que ese era el momento perfecto para reproducir aquella canción dentro de su mente.

La expresión de Kim cambió súbitamente tras intentar responder la pregunta para sí mismo. ¿Cómo realmente se sentía Kim? Ni siquiera él mismo lo sabía con certeza, no podía decir que estaba bien porque eso sería una mentira más de tantas que había dicho, tampoco podía decir que no estaba bien porque ciertamente solo se sentía hipócrita al decirlo.

Entonces, ¿qué es lo que siente Kim? Kim siente desesperación e impotencia tras haber cometido una acción correcta de la forma más cruel posible ante los ojos del amor. Ante la fuerte mirada lluviosa de Porchay, hizo lo que nunca nadie debe hacer: traicionar los sentimientos.

Traicionar los sentimientos es como si estuvieras matándote a ti mismo, como si abandonaras tu cuerpo para irte a un lugar donde no quieres estar cuando claramente prometiste quedarte en tu cuerpo para siempre, eso es todo lo que debemos hacer ¿no? cumplir promesas que sabemos que romperemos al poco tiempo de prometerlas.

Kim era así, rompió promesas que prometía mientras se imaginaba a sí mismo rompiendolas mientras sostenía un fuerte nudo en la garganta que comenzaba a asfixiarlo de una forma tan terrible que cuando se daba cuenta que estaba a punto de morir apenas si tenía tiempo de dejar todo lo que estaba haciendo para detener el dolor del sufrimiento tan tirano que su mente le ofrecía en forma de tortura.

Entonces, frente a frente, los dos colapsaron. Porchay se sorprendió cuando de los ojos de Kim emergieron unas lágrimas que resbalaron por su mejilla hasta su cuello, se sorprendió porque fue como ver a la persona que más amaba y odiaba a la vez en una forma tan débil, como si se estuviera desnudando ante él.

En cambio, Kim solo lloró aún más cuando se dio cuenta de todo aquel sufrimiento escondido dentro de la mirada de Porchay, miró a través de él y supo de inmediato que el que él estuviera llorando solo hacía a Porchay más débil ante él y eso no le gusto, no en ese momento. Tal vez antes en su faceta de egocentrismo se hubiera sentido superior ya que sentiría que lo tenía a sus pies cuando en realidad terminó dándose cuenta de que era todo lo contrario y que Kim en realidad terminaría siendo una especie de títere a voluntad propia ante Porchay.

—No… llores, no ahora. —rogó el menor ante una lágrima amasadora por salir de sus ojos.

—Perdón… —susurró aquello con tanto dolor y sufrimiento, el que había estado guardando durante todo ese tiempo en el que lo único que hacía era rogar al mundo que le devolviera lo que más fuerzas le daba. El nunca se sintió en casa, pero estando con él a su lado, juntos solo ellos dos, se sentía en casa siempre y cuando estuviera a su lado. —Quiero quedarme.

Porchay solo supo como inundar el suelo de aquel pasillo donde aquellas palabras habían sido susurradas. Un pasillo gélido donde sus respiraciones aceleradas hacían eco y sus sollozos se complementaban en una endecha.

—¿Por qué no te quedas?

Why Don't You Stay? - KimChayМесто, где живут истории. Откройте их для себя