06| Sí

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ᰔᩚ

Fue un día frío, donde ambos se intentaban dar calor a sí mismos entre el cuerpo del otro. Kim yacía recostado en el pecho de Porchay quien acariciaba su cabello. De repente, Kim se levantó haciendo que Porchay se preocupara por la repentina reacción de Kim quien ahora estaba sentado de frente a Porchay.

—La vez pasada dijiste que comenzabas a creer. —mencionó las palabras de hace unos días.

—Ajá. —dijo el otro chico preocupado por las palabras próximas que fuera a decir Kim.

—Ahora… ¿Sigues creyendo?

Porchay lo pensó durante unos segundos, se quedó muy metido en su mente escrutando aquellas palabras que había dicho Kim hace un momento. Lo pensó durante unos segundos que para ellos fueron horas.

Porchay ahora estaba seguro que que esta vez kim no lo defraudará, confió a pesar de que sentía sus manos temblorosas del miedo, no supo verdaderamente a que se debía ese comportamiento tan abrupto de Kim, que de repente hacía esas preguntas.

Porchay aun no había respondido, eso sólo hizo que Kim se sintiera pequeño delante de él, se sentía temerosos por las próximas palabras que iba a decirle. Tenía miedo y eso era extraño porque él nunca se dejaba ver de una forma tna vulnerable ante los demás, prefería ver a las personas volverse vulnerables ante él, más no ser él quien se vuelva vulnerable ante alguien más.

—Sigo creyendo. —por fin habló Porchay, deshaciéndose del silencio que comenzaba a ponerse insoportable a pesar de haber pasado alrededor de treinta segundos.

Kim sonrió, aquella sonrisa que dejaba mostrar sus dientes y que lo hacía lucir mucho más guapo de lo que ya era. Sonrió porque sintió que por fin había logrado lo que quería, con las palabras de Porchay pudo perdonarse a sí mismo de las estupideces que había cometido en el pasado, se liberó de la culpa interior dando paso a la felicidad de su corazón.

Por fin, en aquel día tan frío que parecía diciembre, los dos fueron capaces de perdonarse a sí mismos de su orgullo de esos tiempos de hace un mes, casi dos. Kim y Porchay habían pasado aquella etapa donde uno se sentía tremendamente culpable y el otro se sentía traicionado. Ahora no había culpa, tampoco habían traición alguna que dejara paso a las lágrimas.

Kim se acercó peligrosamente a Porchay, hasta sostener su nuca cerca de su rostro solo para susurrar aquellas palabras que hicieron sentir a Porchay aun más feliz de lo que ya estaba en ese momento.

—Formalicemos esto, me niego a seguir así. Quiero hacer las cosas bien, como debí hacerlas desde el principio. —el corazón de él latía con demasiada rapidez que amenazaba con salir de su pecho. Sus ojos se iluminaban vehemente mientras se encontraban con los ojos de menor quien lo miraba de la misma forma. —¿Aceptas ser mi novio?

Kim se sintió incluso estupido porque jamás en su vida se había imaginado de esa forma, pidiéndole ser su amante a alguna otra personas, ya que para él nunca existiría alguien lo suficiente para sacarlo de quicio. Se equivoco, porque definitivamente Porchay era el único que lo lograba sacar de quicio de una forma tan sencilla como con solo verlo, que provocaba en él reacciones que no había sentido antes ni con una que otra pareja que tuvo en el instituto.

Porchay por su lado, pensó que aquellas palabras debían de ser guardadas en su mente para siempre, recordaría aquel magnífico momento en el que Kim se reveló ante él, desnudó sus sentimientos y los convirtió en palabras que eran tan sencillas de pronunciar pero tan difíciles de hacerlas sentir como realmente debían serlo. Y así como eran difíciles de hacerse sentir, Kim logró que Porchay sintiera de nuevo aquella punzada en su estómago que indicaba la felicidad que comenzaba a sentir en ese instante.

—Sí.

Respondió con una gran sonrisa adornandole el rostro. Entonces Kim se sintió el hombre más afortunado por tener entre sus brazos a alguien como él. Se arrepintió desde lo más profundo de él por haber causado ese dolor dentro de su pequeño durante meses.

Pero ahora él se podía dar aquella satisfacción de llamar a Porchay como “su pareja”, a pesar de que muy probablemente ese título se tenga que mantener en secreto por un tiempo.

Porchay se cubrió el rostro entre el cuerpo cálido de su amante quien lo recibió con total alegría con los brazos extendidos hacía él. Los dos en ese momento fueron conscientes de que la felicidad entre ellos era tan grande que no se podía comprar con cualquier cosa.

Así fue como se perdonaron a sí mismos dando espació al amor propio y al que sentían por el otro.

Why Don't You Stay? - KimChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora