08| Esta bien

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ᰔᩚ

Ese día aun seguía presente en los recuerdos de aquellas dos personas. El recuerdo seguía ahí, tan claro como el mar. Un recuerdo que sin duda se guarda bajo llave dentro de sus mentes

Era un día frío en el que parecía Diciembre, Se encontraban recostados en la cama de Kim quién tenía el torso recargado en la pared y las piernas ligeramente abiertas para dejar que Porchay estuviera entre ellas, recostando su pequeña cabeza en su cuerpo, con los ojos cerrados, relajado tras las caricias que Kim le proporcionaba a su cuerpo.

Por la mente de Porchay había pasado ya varias veces aquel tema de que en algún punto tendría que entregarse a Kim, completo, sincero. Aquel tema le causaba cierta intriga pues jamás antes había hecho algo como eso puesto que no se veía en una gran necesidad de hacerlo porque nunca tenía tiempo de tener una pareja estable o alguien que le llamara la atención. Pero eso cambió después de que conociera a Kim, Kim le hizo sentir muchas sensaciones nuevas y sentimientos nuevos.

Ese día por fin Porchay estaba decidido a dar el próximo paso, el problema era que no sabía cómo hacerlo sin que pareciera del todo planeado ya. Porchay quería algo que pareciera más natural, es decir, que se formará naturalmente, que se diera a las circunstancias y simplemente pasara.

En ese momento Porchay entendió que si él no hacía algo, nada pasaría ya que Kim estaba muy conciente de que no podía tomarse aquel tema a la ligera puesto que para él antés el sexo solo era algo de de vez en cuando, pero ahora que tenía una pareja debía tomarse aquel tema con más delicadeza, no quería que Porchay se sintiera obligado a hacer eso, quería que fuera un momento en que los dos estuvieran de acuerdo.

Porchay se movió un poco para levantarse e ir al baño a lavarse la cara ya que ya empezaba a haber tarde y la película que estaba viendo les había entretenido por mucho tiempo. Después de lavarse la cara y secarla, regresó a la cama, solo que esta vez se quedó sentado a un lado de él.

—Ya es tarde, será mejor que me vaya a dormir ya. —dijo Porchay mientras dirigía la mirada a Kim quien ladeo la cabeza un poco para mirarlo con una mueca.

—Quédate un rato más. —Lo sujetó de la muñeca con firmeza.

—Mejor me voy… —se soltó del agarre de su novio pero rápidamente este lo volvió a tomar por la mano para jalarlo hacia él.

Porchay jadeo ante este acto que lo tomó desprevenido, cayó encima de Kim quién lo retuvo encima suyo, sujetándolo de la cintura con una mano y con la otra que estaba fija en su muñeca. Kim le miró los labios a Porchay, sintió un revoltijo en su estómago y una picazón en los labios que le incitaban a besarlo.

Entonces Kim, sin ningún aviso, se desplomó sobre sus labios para besarlo con aquella intensidad que solo ellos mismos conocían, era una intensidad de más desesperación por obtener aquella sensación de felicidad efímera. El sabor familiar, calido, de sus bocas se fue expandiendo por sus cuerpos, ccausando reacciones extrañas para Porchay.

En ese momento Porchay tenía la mente en blanco pero de repente una chispa se encendió en su cerebro, haciéndolo razonar sobre la posición tan comprometedora en la que estaban.

La boca de Porchay se abrió para dejar entrar la legua de Kim, que ahora aquel beso empezaba a salirse de las manos. Era un beso desesperado, que había comenzado como algo más normal y que terminó convirtiéndose en algo aún más apasionado de lo normal. Las manos de Kim se hundieron temerosamente por debajo de la camisa de su novio quien reaccionó a tal tacto frío con un jadeo de sorpresa.

Kim, exaltado, se separó de un súbito movimiento que lo preocupó aún más ya que se dio cuenta de lo que hacía. Miró a Porchay, busco su mirada a través de la casi nula luz que surgía de la televisión y una lámpara al lado de la cama.

—Lo siento… ¿Te asuste? —se apresuró a decirle.

Porchay sonrió en sus adentros y por fuera a pensar mostró un levantamiento de su labio inferior. Tomó su mano y cuidadosamente la devolvió al lugar inicial, donde sintió un escalofrío pasarle por el cuerpo. —Está bien.

—¿Está bien? Tú… ¿no te sientes incomodo? No quiero que sientas incomodidad por esto, sabes que no te obligaré.

—Está bien. Ya te lo dije, no me siento incomodo. Yo… —sus mejillas se encendieron en un fuerte rosa que mostraba la vergüenza por la que estaba pasando el menor al intentar decir aquellas palabras. —Sí quiero.

Kim lo miró una vez más, buscando alguna señal de mentira o que le dijera que aquello lo decía simplemente porque se sintió presionado, pero en cambio, Porchay enredo sus manos una vez más en su cuello para atraerlo a sus labios y que lo besara como siempre lo hacían.

Fue un beso emocionante, que les temblaba el corazón y a Porchay las piernas de la intensidad. Sus pechos subían de arriba hacia abajo con rapidez. Porchay sentía tanta adrenalina en su cuerpo, esa adrenalina causada por la curiosidad de hacer algo que no había hecho jamás antes, pero se sintió bien porque ahí estaba él, con quien se sentía protegido, intocable.

Aquellos besos fueron causantes de miles de sensaciones para los dos. En ese momento, Kim sumergido en la exatis de su boca, lo único que pudo pensar era que aquella boca suya era la pieza del rompecabezas que había estado buscando durante años. Sintió que por fin podía dormir en paz porque había encontrado la pieza que le hacía falta en su vida.

Esos besos fueron cada vez más intensos, si es que era posible; sus lenguas danzaban sobre la boca del otro, los labios de Porchay pidiéndole más a su novio; la lengua de Kim contorneando los labios del otro.

Súbitamente Porchay ya estaba sobre el regazo de su novio quien encantado tomaba entre sus manos los muslos del menor. Las manos de los dos chicos ya estaban buscandose torpemente entre la ropa que comenzaba a ser un estorbo en aquel momento. La oscuridad pronto fue cada vez más y más, durante el transcurso de la noche que fue llena de besos sin ningún pudor.

Aquella noche fue un recuerdo bien guardado en las mentecillas traviesas de los dos. Llena de besos, caricias y placer, sumergidos en la éxtasis del otro. El cuarto llenándose del eco de aquellos gemidos de placer causados por el menor. Desde ese día para Kim el cuerpo de Porchay se volvió una necesidad para él, cada noche deseaba tenerlo a su lado a pensar de ya tener suficientes rasguños en su espalda, o del cansancio al que se sumergió durante todo el día por el trabajo.

Pero todo eso no le importaba. Él sabía algo, y lo sabía con perfecta claridad y no le importaba nada más que aquello: él amaba a Porchay y eso nadie se lo cambiaría.

PD:
Me dio penita subir esto. Si algún amigo lee esto no fui yo, me hakearon.
:]

Why Don't You Stay? - KimChayTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang