Capítulo 31: El campo de las promesas.

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Diciembre finalmente saludaba la puerta para avisar de próximos días helados, la mayoría del tiempo todos usaban ropa abrigada y todos los pequeños esperaban ansiosos la caída de la nieve. Como Jisoo, que observaba fuera de su ventana.

Pensaba que el clima de ese día era
lo suficientemente agradable como
para salir y dar un paseo, lo que alegró a la pequeña castaña cuando una fugaz idea atravesó su mente. Se dió vuelta solo para tropezar con las cajas que tenía en su habitación y con uno que otro juguete que aún no guardaba, levantándose se fue hacia la sala de estar donde estaban sus padres, bajaba con cuidado las escaleras.

Al ir en el escalón número ocho se dió cuenta de que sus padres estaban hablando con Irene y parecía ser un tema serio de adultos que ella probablemente no entendería si se acercaba a escuchar, por lo que se quedó sentada en las escaleras, muy callada y solo observando con atención, para ser apenas una niña era demasiado buena analizando situaciones.

-Es una gran oportunidad para ti
mamá, pero no sé si podría adaptarme en la ciudad.- con la mirada baja comenzó a jugar con sus pulseras, evitando la mirada de su madre.

-No queremos obligarte cariño,
puedes quedarte si así quieres.

-Puedes continuar viviendo aquí
o si prefieres un apartamento para
ti deberíamos buscar alguno esta
semana.

Las sugerencias eran bastante
tentadoras para la coreana pero seguía indecisa con su decisión.

Yejin había conseguido un contrato
en Seúl para expandir su empresa en la ciudad y de esa forma conseguir aún más reconocimiento con su marca, después de hablarlo con su esposo habían decidido mudarse de Busan a Seúl en la segunda semana de diciembre, de esa forma Jisoo podría adaptarse un poco más y entrar el siguiente año a una buena escuela primaria.

Por ello habían empacado la mayoría de sus cosas.

De pronto la atención de Irene cayó directamente en la castañita que
los observaba con suma curiosidad,
sus ojos viéndose brillantes por las
gafas, le sonrió, llamándola para que
se acercara a ella, entonces Jisoo
dejó las escaleras para acercarse a su hermana mayor.

Tal vez mucho antes la sugerencia
habría sido tomada sin pensar dos
veces, porque solo se trataba de ella
sin nadie a quien ella quisiera cuidar pero ahora tenía una hermanita, a una Jisoo que siempre la veía como a alguien que admirar, como si fuera una clase de héroe o personaje favorito, como si hubiera sido su salvadora y si lo pensaba nuevamente no sería capaz de abandonarla. El perderse de sus mejores etapas no estaba previsto jamás en sus planes, ella estaría feliz viendo con orgullo a Jisoo en cada presentación, cumpleaños, en ayudarla con su tarea al igual como cuando estaban en la "guardería", incluso darle consejos cuando este hecha un lío con su primer cita romántica, la apoyaría como hasta ese entonces. Pretendía ser la hermana mayor que ella misma nunca tuvo y siempre deseó.

Quería acompañarla y estar ahí para seguir creciendo juntas.

Sus padres confiaban plenamente en Irene y también apoyaban sus decisiones, fuera la que fuera estaba bien y agradecía la comprensión, no todos tenían la suerte de unos padres tan empaticos.

-Unnie, ¿iremos juntas a la aventura de la nueva ciudad? A mi no me gustaba la ciudad antes pero ahora ya no estoy sola, entonces creo que está bien.

Bajo la mirada de sus padres la
azabache peinó con cuidado el cabello de Jisoo, dándole una sonrisa que se le contagió.

-Si Soo, será nuestra mejor
aventura en la ciudad.

-¡Genial!- gritó alegre pero entonces
recordó para qué había bajado en
primer lugar.- Ay, es verdad... hoy
es un bonito día y quería saber
si podemos ir a un campo, con Mano Rosie, le prometí que iríamos
cuando encontráramos a nuestra
familia ¿podemos? Por favor mami,
ya no me comeré la leche en polvo, lo prometo.

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