Capitulo Veintidós.

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-Stiles-

—Derek —susurré muy bajito, sin obtener ninguna respuesta—. Derek.

Rodé los ojos cuando en vez de aflojarse, los brazos a mi alrededor se estrecharon logrando pegarme más al cuerpo detras de mi. ¿Por que cada vez que despertaba con el chucho en mi cama, este siempre estaba envuelto a mi alrededor? Era como un pulpo, una de sus piernas estaba sobre mis muslos, una mano firmemente plantada en mi abdomen y la otra cruzada en mi pecho tirandome contra su cuerpo. Era una trampa mortal de la cual era imposible escapar.

Podia sentir las nauseas comenzar y no tenia ninguna intención de ensuciar mi cama. Liberando una de mis manos, la lleve hasta arriba del rostro de Derek y lo golpee con fuerza en la mejilla con la mano abierta.

—¡Stiles! —gruño, quitando una de sus manos para refregar su rostro.

En cuanto me vi libre de las bandas de acero, me arroje fuera de la cama y corri al baño, llegando justo a tiempo al Dios Inodoro para hacerle mi ofrenda. Joder, odiaba las nauseas y los vomitos mañaneros, pero al parecer eran una especie de maldito ritual por el que debia pasar.

Senti a Derek entrar a la habitación un segundo antes de que se arrodillara a mi lado, pasando su mano por mi espalda suavemente. Que bonita imagen debia estar dando pero a fin de cuentas, era su culpa que estuviese pasando por esa situacion. ¡Maldita bola de pulgas calenturienta!

—¿Estas bien? —pregunto cuando termine. Asenti suavemente, levantando la cabeza y permitiendole limpiar mi rostro y boca con una toalla humeda—. Ven aquí —me tomo en brazo—. ¿Quieres lavarte los dientes?

Asenti—. Por favor.

Dejandome de pie frente al lavabo, se mantuvo cerca, mirando con ojo de halcon como cepillaba mis dientes. Envie un par de miradas fastidiadas en su dirección, ya que no me agradaba que estuviese mirandome como si fuese algun tipo de bicho raro al que hbia que tener vigilado.

—Deja de hacer eso. —me queje luego de terminar de cepillarme.

—¿Hacer que?

—Mirarme como si fuese un animal exotico nunca visto —gruñi—. Es molesto.

—No te estoy viendo de esa manera —se defendio, alcanzandome una toalla para poder secarme la boca—. Estoy vigilando que no te caigas, tu mismo dijiste que tenias mareos.

—Pero no me he caido aún —señale—. Así que no me mires.

—Bien —levanto las manos en señal de paz—. No te mirare.

Rodé los ojos al sentir su mirada sobre mi mientras caminaba hacia la puerta del baño, dirigiendome a mi habitación—. Puedo sentir que me miras, Derek.

El lobo gruño pero no logro decir nada ya que sali de la habitación y baje las escaleras, dirigiendome a la cocina. Luego de volcar el contenido de mi estomago me daba hambre y no era la excepcion. Papá ya estaba allí, tomando café y leyendo el diario.

—¿Nauseas matutinas? —preguntó cuando levanto la mirada para verme.

Lo miré extrañado—. ¿Como lo sabes?

—Tu nunca te levantas temprano —se encogio de hombros—. Supuse que eso era lo único que haria que te levantaras a las seis de la mañana.

—He estado despertandome a esta hora por una semana, creo que me voy acostumbrando.

—Te despertabas pero no te levantabas —apunto—. Te estas acostumbrando a ser un vago.

Rodé los ojos, dirigiendome al refrigerador y buscando algo que no me diera nauseas. Finalmente me decidi por beber un vaso de leche, ya que parecia lo unico que no era rechazado por mi estomago. Cerrando la puerta de la heladera, me voltee y busque un vaso dentro de la alacena.

El obsequio de Stiles |Sterek|Where stories live. Discover now