PRÓLOGO

636 32 31
                                    

No lo pensaron mucho cuando comenzaron a correr despavoridos hacia el exterior. No sabían que había salido mal con exactitud, pero no había terminado bien, y ahora su vida dependía de la fuerza en sus piernas al huir por su existencia.

No era la primera vez que realizaban un ritual satánico en aquella cueva antigua que habían encontrado tiempo atrás. Desde que los tres hombres hallaron la entrada y las extrañas instrucciones escritas en latín con una caligrafía perfecta, pero con tinta de dudosa procedencia, decidieron probar su suerte, encontrándose con una invocación de un demonio inferior de los tratos. Pidieron, suerte y fortuna, siendo intercambiada por la vida de animales que ellos mismos criaban debido a su trabajo como granjeros. Pero la codicia los carcomió en un intenso deseo por obtener más.

Secuestraron a una mujer del pueblo, bellísima y muy amada por todos, sobre todo joven y virgen. Se la ofrecieron al demonio a cambio de obtener el placer eterno de ser los reyes de aquel país. El demonio, quien aceptó sin dudarlo, colocó ambas manos en la mujer, y pronunciando palabras en un idioma que no comprendieron, el mundo a su alrededor comenzó a teñirse en un color rojo carmín que los asustó.

- ¿Quieren gobernar este patético mundo? ¡Todos los reyes necesitan sus reinas!- Dijo entre risas aquel ser infernal.

Ante sus rostros cundidos en miedo, aquella mujer de la que le habían privado su libertad, levitó envolviéndose en un fuego azulado que no parecía quemarla. Comenzó a sangrar de sus cuencas oculares, nariz y boca, mientras su rostro se desfiguraba a una mueca expectante del dolor y el terror. La piel de la mujer se tornó en un color violáceo que empezó a abrirse como si de tela se tratase, y sin poder observar la transformación de la mujer, los tres hombres huyeron despavoridos. La risa hilarante del demonio retumbó en sus tímpanos, y el pánico de haber cometido un gran error al jugar con cosas que no entendían los empezó a perturbar.

Miraron a su alrededor como aquel cielo azul ya no se encontraba en sobre sus cabezas. Las nubes comenzaron a teñirse en un rojo enfermizo, el suelo retumbó y un sonido gutural provino desde el fondo de la cueva. El miedo caló en sus huesos en una intensa corriente que rápido corrió por su columna vertebral y aceleraron el paso corriendo lo más rápido que sus piernas podían.

Uno de los tres hombres no pudo evitar regresar su mirada de donde estaban huyendo, tropezando al encontrarse con unas tétricas siluetas amorfas de ojos rojos que salían de la cueva en donde anteriormente se encontraban. Sus compañeros, al notar que su cómplice no les seguía el paso, se detuvieron y regresaron a la misma velocidad a la que huían, con la intención de levantar a su colega y escapar del desastre junto. Lo levantaron a regañadientes, encontrándose con la terrible noticia que se había lesionado su tobillo derecho. Por más que le gritaban, su rostro espantado no parecía aparta la mirada del caos infernal de la cueva donde todo inicio. A pesar de la adrenalina del momento y llenos de curiosidad, siguieron la vista de su compañero, acobardándose aún más.

Por sobre todo el caos que se encontraba en el suelo, una silueta en forma de bala salió disparada hacia el cielo. Aquella figura se detuvo unos metros arriba de la cueva y el extraño ser estiró lo que aprecian sus gigantescas alas. Fue entonces que pudo divisar la fina silueta femenina unida ante las extremidades aladas.

Una majestuosa arpía.

-Es momento de tallar nuestro imperio sobre los huesos de estos mortales - Gritó con euforia hacia la muchedumbre de sombras que poco a poco comenzaban a tomar diversas formas. - Impongamos nuestro dominio y busquemos a nuestros reyes. ¡Es momento de hacer sufrir a los mortales!

Las risas amorfas y raposas comenzaron a distorsionar en risas femeninas que emanaban una aura extraña, llena de impurezas.

-¡Es momento de infundir el Dominio de nuestro imperio! - Como si de un grito de guerra se tratase, los demonios femeninos comenzaron a correr en todas las direcciones posibles, saliendo más y más de lo profundo de la cueva, como si de la entrada de una colmena se tratase.

La mirada tétrica de la arpía que había dado su discurso, se detuvo en los humanos que la miraba con horror. Sonrió tétricamente.

Tendría un desayuno satisfactorio.

Batió sus alas con fuerza y dirigiéndose hacia ellos, una carcajada eufórica no pudo ser retenida ante el terror de las miradas humanas.

Así fue como inicio la guerra entre demonios y humanos. Una guerra donde demonios tomaron formas femeninas para dominar a individuos e incautos que se atrevían a desafiar el poder sobrenatural de las bestias. Una guerra de poder donde el poder y la codicia era el único fin.


Una guerra el cual, los humanos ya tenían perdido.


Nota: Este libro ha sido editado por lo que es posible encontrar comentarios flotantes o fuera de contexto, así como modificaciones en dicción y ortografía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Nota: Este libro ha sido editado por lo que es posible encontrar comentarios flotantes o fuera de contexto, así como modificaciones en dicción y ortografía. Lamento los inconvenientes que esto pueda causar. No olviden votar, comentar y seguirme para más contenido.

Los tkm. 

Anain.

El Dominio Del Imperio [Monster Girl Stories] [+18]Where stories live. Discover now