Día 2: Juguete de arpías

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Armado solo con una espada de madera, y encerrado en una clase de coliseo sin salida terrestre. Corría mientras evadía ágilmente la vegetación que se encontraba en el lugar, el poco entrenamiento que había realizado antes de llegar ahí le estaba sirviendo, pero no sabía por cuanto. Su cuerpo comenzaba a debilitarse ante la falta de descanso.

-¡Enfréntanos Kobu! ¡No tienes a donde huir!- Las risas hilarantes de las arpías que lo seguía en vuelo, le hizo tener una por todo su cuerpo.

El bullicio de otras arpías que observaban el espectáculo del humano contra las tres arpías lo estaba presionando. A pesar de que muchos monstruos le estuvieran observando hambrientas desde las gradas, le tensaba en la piel.

Después del suceso de la venta de esclavos, la reina arpía lo había condenado a ser el juguete de sus hijas. Aprovechando la hostilidad y la fuerza del humano, así como los conocimientos que había demostrado en los enfrentamientos contra la misma reina, la majestuosa arpía dio la orden simple de entrenar con él a modo de juego para mejorar las técnicas de cacería humana de sus hijas pareció agradarle a todas sus descendientes.

Apenas llevaba unas horas despierto y ya había enfrentado a dos arpías, resultando victorioso en ambos enfrentamientos y a pesar del alboroto negativo de las aladas. Solo tuvo unos breves minutos de descanso cuando otras tres arpías lo habían retado.

Lo empujaban, tiraban, elevaban del suelo, y arañaban sus vestiduras para aturdirlo, pero Kobu apenas flaqueaba a pesar del agotamiento que comenzaba a sentir. No les daría gusto de ser una presa fácil de capturar, y de ser necesario, lucharía por su libertad con la muerte.

-Sabes que no duraras para siempre, ¡Mientras más rápido te dejes, menos será tu sufrimiento!- Negociación. Técnica poco efectiva, pero valía la pena usarla.

Kobu golpeo con su arma de madera a una de las arpías que había intentado derribarlo, logrando noquearla. Una menos. Las otras dos arpías chasquearon sus lenguas al ver la habilidad del humano. Lo habían subestimado.

-¡Pequeña perra! ¡Te haremos pagar por ello!- Amenazas. Técnica más efectiva para hacerlo dudar y aprovecharse del momento oportuno.

-¡Sufrirás tanto que imploraras por piedad!- Inserción de miedo. En conjunto de la técnica de amenazas, son buenas armas verbales.

La reina arpía, quien observaba todo a lo lejos desde el lugar principal del coliseo, veía con orgullo como sus hijas amedrentaban al humano, quien comenzaba a desesperarse al no perder a las aladas de vista.

No tardo mucho cuando el joven castaño fue derribado de un fuerte empujón de una de las arpías que aún lo perseguían en el aire. La multitud emplumada enloqueció y pronto comenzaron a alentar a sus hermanas gladiadoras a terminar el trabajo.

Kobu jadeó y, apoyándose de sus brazos, levantó la mitad de su cuerpo del suelo y sacudió su cabeza tratando de enfocarse en lo que sucedía, su vista borrosa y la respiración agitada solo perturbaban más su conciencia. Su cuerpo estaba muy débil, la deshidratación lo estaba agotando, mientras que el hambre y la perdida de nutrientes recientemente perdidos al ser exprimido hasta el cansancio por los diferentes monstruos de la venta de esclavos, lo estaban extenuando.

Era una pelea injusta, sin duda. Pero en un mundo donde los demonios y los monstruos reinaban, la justicia era lo que menos existía para los humanos.

Las dos aladas tocaron tierra y se aproximaron cautelosas por la parte trasera del casi desfallecido humano. Los alardeos y gritos del público felicitaban a las arpías por su espectáculo mientras gritaban sus nombres. Una de las aladas tomó el tobillo del humano, tirando de él con suavidad para tumbarlo en el suelo de nuevo.

El Dominio Del Imperio [Monster Girl Stories] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora