Un favor

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Capítulo noventa y nueve

—Escucha Abel, este mes será muy atareado. Melanie me pidió que nos casemos fines de septiembre. Por lo que quiero dejar todo en orden para que durante la luna de miel nadie nos moleste —dijo Pablo mientras se sentaba la silla de su oficina.

—Disculpe mi atrevimiento. ¿Están seguros de casarse tan pronto? Con todas las personas que están en contra de la boda parece un poco arriesgado —Abel sabía el reto que eso presentaba para Pablo.

—La verdad es que preferiría esperar un poco más, sin embargo, haré lo que ella me pida. Ha soportado demasiadas cosas a mi lado estos meses —dijo Pablo y sacó una agenda—. Para empezar, quiero que repitan las pruebas de ADN de Melanie y Cielo en tres laboratorios. Tal vez alguien nos jugó una mala pasada. Después de eso necesito que hagas que Bernabé escuche intencionalmente que estoy investigando sobre la familia real de Melanie. Voy a poner en alerta a Caín y a Estefany para que podamos descubrir que es lo que ocultan. Tráeme las copias de los diarios de cielo, los voy a leer. Tal vez ahí esté el nombre del padre de Melanie.

—¿Cielo es la madre de Melanie? —preguntó Abel confundido.

—Al parecer sí, y Estefany y Marcia lo sabían, por lo que también quiero que consigas una muestra de la madre de Cielo. Quiero que también le hagas pruebas.

—No podremos hacer tantas pruebas con la muestra que tenemos. Lo que podemos hacer es hacerla directamente de Melanie y los restos de Eva, la madre de Cielo. Si coincide en que es su abuela, ahí podemos hacer la siguiente prueba.

—Está bien —Pablo odiaba haber dejado el cuerpo de Cielo en manos de Caín. Al haberla cremado no había más posibilidades.

—Señor Pirca, es decir, Pablo. ¿Estás seguro de casarte con ella si es la hija de Cielo? —preguntó Abel.

—¿Lo dices porque estuve en una relación con su madre? —preguntó Pablo confundido.

—No, ¿recuerdas cómo actuaba Cielo antes de comprometerse contigo? Ella cambió mucho después de ese día.

—Melanie no es Cielo.

—Lo sé, pero si es su hija puede haber algo detrás de todo —Abel notó lo tenso que se puso Pablo—. Caín no ha hecho nada como para dañarla. Después de saber que Bernabé trabajaba para él, investigué y no parece preocupado por ella. Solo quiere separarlos, es sospechoso.

—Investiga todo lo que necesites para quedarte tranquilo, yo confío en Melanie.

—Lamento haber sido así —Abel notaba cuanto amor le tenía Pablo a Melanie e incluso a él le caía bien. Pero al saber que era hija de Cielo, algo no cerraba.

—Está bien, Cielo nunca me contó que había tenido a una hija. Según me había dicho empezó a prostituirse cuando terminaba la secundaria. Tal vez algún novio la embarazó, y no se hizo responsable y ella no le quedó otra opción que darla en adopción —Pablo sabía que Cielo era de engañar a las personas, pero nunca pensó que tanto—. La semana que viene será la muestra de Leonardo. Haz algunos preparativos para que la prensa asista, aprovecharé para revelar que Melanie y yo nos casaremos fines de septiembre.

—Muy bien —dijo Abel, después de anotar todo le preguntó a Pablo si necesitaba algo más.

—Sí, dime, ¿cómo reaccionó la prima de Melanie tras ver el video? —preguntó Pablo.

—Ambos se sorprendieron, incluso están pensando en irse del país —dijo Abel mientras escuchaban la puerta.

—Pablo, ¿estás ocupado? —era Leonardo quien venía con el móvil en la mano.

—Ya terminamos —le dijo a Abel y le dio las gracias—. ¿Qué ocurre para que estés tan apurado?

—Es que olvidé que tengo el curso. ¿Pueden venir a tu casa? —preguntó Leonardo preocupado.

—No hay problema, ¿cuántos son? Buscaremos un espacio donde todos estén cómodos. Tengo atriles en el tercer piso y tal vez haya un gran salón en el quinto.

—Tengo que pedirte un favor, en realidad es a ti y a Melanie —Leonardo parecía más nervioso que antes.

—¿De qué se trata? —Pablo estaba agobiado de tanto trabajo, por lo que no notó la actitud de su amigo.

—Melanie faltó a varios encuentros por lo que te pasó y para que apruebe mi materia debería hacer algo especial. No puedo tener tantas concesiones con ella o los demás se darán cuenta —parecía un buen argumento.

—¿Y qué deberíamos hacer? —preguntó Pablo y lo entendió—. Mi prometida no posará desnuda para tu grupo.

—Tendrían que ser los dos —indicó Leonardo y le mostró las pose que quería que hicieran.

—¿Estás demente? —preguntó Pablo.

—Pueden usar las mayas —aclaró Leonardo.

—Melanie no querrá hacerlo —Pablo no sabía qué hacer. Si le negaba el derecho a Melanie se enojaría con él, pero si no todos verían el cuerpo de su prometida.

Finalmente, llegó la noche y a Pablo no se le había ocurrido nada. Melanie había aceptado ser la modelo de ese día y él tendría que estar con ella. Aun así, al ver que su prometida llevaba la parte inferior de las mayas, él se puso feliz.

—¿Te parece bien? —preguntó Melanie, pero no esperó la respuesta de pablo—. Tú deberás cubrir lo que no quieres que se vea de mí cuando recoja mi cabello.

—Gracias, amor —él se calmó un poco al notarlo. Ella estaba haciendo concesiones por él.

Abel no sabía de qué hablaba, Melanie no solo seguía siendo la misma de antes. Si no que había conseguido que él la amara cada día más.

Todos entraron en la sala que Pablo había mandado a preparar, y tomaron sus lugares. Melanie se sentó en el sofá para que los otros alumnos la dibujaran.

—Así que lo harás —dijo uno de sus compañeros sorprendido al notar que ella había regresado.

—No tienes de qué preocuparte Mel. Este usó las mayas hasta cubrir sus orejas —Daniela disfrutaba molestando a Elías. Ambos habían empezado a salir poco después de entrar al curso.

—Las chicas podían asustarse al ver mis enormes atributos —dijo este y Leonardo aplaudió para que se concentraran.

—He hablado con Melanie sobre su ausencia. Por lo que hemos decidido juntos cuál sería su penalización por faltar. Ella y su novio accedieron a posar para nosotros. Por lo que hoy habrá dos modelos —Leonardo era muy profesional cuando daba clases—. Les presento a Pablo Pirca.

Pablo entró utilizando una bata negra. Melanie llevaba una del mismo color, pero con detalles en dorado. Él mismo se la había mandado a hacer.

—¿Es el coleccionista Pablo Pirca? —preguntó Daniela al ver al enorme y seductor adonis.

Se hizo un gran silencio en la sala. 

Autora: Osaku

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