Pequeño Pirca

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Capítulo ciento siete

—Lena no responde. Estoy preocupada por ella —dijo Melanie mientras desayunaban con Leonardo y Pablo.

—Dale algo de espacio, tal vez está afectada por lo que pasó con tu prima —le dijo Pablo y le besó la frente a su prometida, para después mirar su móvil—. Justo a tiempo. Vístete que quiero presentarte a alguien.

Melanie miró a Pablo sin entender. Aun así, fue a cambiarse. Cuando regresó, Leonardo ya no estaba. Ahora se encontraba Pablo sentado al lado de una mujer, riendo como si estuviera muy feliz. Melanie se sintió algo celosa, pese a notar que ellos ni siquiera estaban cerca.

—Pues sí, ¿sabes lo vergonzoso que fue? La chica que estaba a mi lado me preguntó si necesitaba un médico. ¿Cómo vas a avisar tu compromiso con un mensaje? —preguntó la mujer a Pablo, y al Melanie acercarse este se calmó y se puso de pie.

—Pues ella es el motivo de que tú casi murieras ahogada. Mi amada Mel —dijo Pablo y besó la mano de su prometida—. Amor, ella es mi vieja amiga Jana. Se conocieron hace un tiempo, pero no tuve la oportunidad de presentarlas formalmente, ya que siempre está viajando.

—Un gusto y perdona si fui descortés ese día con tus asistentes. Pablo y yo no teníamos un buen día —se disculpó Melanie.

—No te preocupes, seguro se lo tenía bien merecido —dijo la mujer sentándose al lado de Melanie—. Ahora dime en que puedo ayudarte.

Melanie la miró sin entender.

—Lo siento, aún no le conté a Mel —dijo Pablo sonriendo—. Jana es una diseñadora muy reconocida a nivel mundial. Ella ha organizado desde eventos hasta casas de famosos, la vestimenta de las personas y mucho más. Le pregunté si podía tomarse un tiempo para ayudarte con la boda, ya que estaré un poco ocupado.

—Debiste consultarme, Lena y yo nos estamos haciendo cargo —Melanie estaba molesta. Ni siquiera conocía a esa mujer.

—Discúlpalo, por favor, Melanie. Pablo me comentó que quieres organizar todo para fines de septiembre; y que a la vez no quieres dejar la universidad, por lo que coincidimos en que lo mejor sería que me dejes a mí todo lo que te resulte molesto. Y tú y Lena puedan ocuparse de lo que más te preocupe. Discutiré con quienes no cumplan los plazos y me aseguraré de que todo se vea cómo deseas. No interferiré en las elecciones ni les quitaré tiempo juntas. Yo seré tu asistente —dijo Jana para tranquilizar a Melanie—. Solo si tú lo aceptas.

—Es verdad que te gustan las mujeres —preguntó Melanie sorprendiendo a todos.

—Sí, soy de las que prefieren empanadas a pickles —reconoció Jana a la joven celosa.

—Entonces no hay problema, ya demasiadas mujeres están detrás de Pablo y no puedo resistir una más —indicó Melanie y Pablo la abrazó con fuerza.

—Lamento ser un novio tan problemático. Prometo compensártelo —dijo él más feliz que antes.

—Bueno, me retiro para que puedan seguir con lo suyo. Mañana vendré para que charlemos. Avísame cuando tengas tiempo —dijo Jana y de lejos saludó a Melanie, quien había sido atrapada por Pablo.

—¿Qué haces? —preguntó ella al darse cuenta de que no la soltaba.

—También estoy marcando territorio. A Jana le gustan las mujeres y tú eres solo mía —indicó Pablo de manera juguetona.

—Pero Leo podría vernos, no te comportes así. —Melanie trató de apartarse sin suerte.

—Él fue a ver a Lena. Tenemos la casa solo para nosotros. —Pablo le bajó los pantalones y las bragas y comenzó a hacerle el amor en el sofá.

—Olvidé mi móvil, mierd* —dijo Jana avergonzada y se tapó los ojos mientras se acercaba a la mesita cerca del sofá—. No veo nada, no veo nada.

—Tómalo y lárgate —dijo Pablo mientras se lo ponía en la mano.

—No vi nada, no vi nada —seguía diciendo mientras se marchaba.

—Pablo, qué vergüenza —Melanie se había puesto roja como un tomate.

—Vergüenza debería tener ella por interrumpirnos. —él la besó y volvió a presionar su cuerpo contra el de su prometida—. Quiero estar dentro de ti por el resto de mi vida. Debería hacer un bebé, así llevarías una parte mía por nueve meses.

—Pablo. —Melanie se quejó en un gem*do mientras disfrutaba de la intensidad del hombre que amaba.

—¿Cuándo dejarás las pastillas? —preguntó él mientras succionaba uno de sus pech*s.

—Ya las dejé —afirmó ella con vergüenza y él la miró entusiasmado.

—Eso quiere decir que cabe la posibilidad de que... Mel, te juro que te cuidaré a ti y a nuestro hijo. Te haré el amor cada noche y seré el mejor esposo de todos.

—Lo sé —ella estaba incómoda.

—Abre esa boca hermosa y déjame besarte. —Presionó él, y después de un par de movimientos se dejó ir en su interior tras sentir cómo el cuerpo de Melanie temblaba.

—Estoy embarazada —dijo ella, no se pudo contener.

—¿Es en serio? —preguntó Pablo aun con el orgasm* en la cabeza.

—Si —ella se aferró a él. ¿Seguiría siendo igual de tierno?

—Te amo, los amo a los dos —dijo y besó el abdomen de su prometida.

—La put* madre —Lena acababa de entrar y notó como Pablo sacaba su enorme miembr* del interior de su amiga.

Voy a tener que mejorar el sistema de seguridad para que el ascensor no se habrá cuando Melanie y yo estemos solos —dijo Pablo, levantándose los pantalones, molesto. ¿Cuántas personas más los verían teniendo relaciones ese día?

Lena se daba golpes contra la pared mientras Melanie se volvía a colocar la ropa. —Estoy feliz de verte. Me había preocupado por ti —dijo Melanie a su amiga, aunque esta no la miraba.

—Se nota, estabas tan preocupada que ... Qué asco, ¿cómo mete esa cosa enorme en tu pequeño agujero? —preguntó Lena recordando el instante en que lo vio.

—Aún estoy aquí —dijo Pablo y le pasó un trago a Lena.

—No podré verte más al rostro, maldito, demente. ¿Te das cuenta de que esa cosa se lleva la mitad de la sangre de todo tu cuerpo? ¿No tienes miedo a morir mientras lo haces?

—A mi futura esposa le gusta —sonrió Pablo y besó a Melanie en la frente—. Te dejaré hablar con tu amiga. Si necesita un psicólogo avísame. Pagaré el suyo y el de Jana. Tal vez nos hagan dos por uno.

—No me lo recuerdes —Melanie seguía avergonzada.

—Cuídate amor, y cuida a nuestro retoño —dijo Pablo y después de acariciar los labios de Melanie besó su abdomen—. Ya quiero que estés con nosotros, mi pequeño Pirca. 

Autora: Osaku

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